Hoteles pet friendly, restaurantes que permiten el acceso a mascotas, centros comerciales con guardería canina y coches para pasear perros, son tan solo la punta del iceberg de una nueva forma de vida en la que la tenencia de animales se hace más común entre las familias. La situación es tan común que sobrepasa fronteras. En un país como Estados Unidos ahora hay más perros y gatos que niños, y en España, 2021 cerró con una cifra también sorprendente: las mascotas duplicaron el número de niños (13 millones contra 6.2 millones de nacimientos). Y Colombia no resulta ajena en esta situación.
La doctora Myriam Acero Aguilar, profesora de la Facultad de Medicina Veterinaria y de Zootecnia de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) y autora del libro La familia multiespecie, perros y gatos compañeros, cuenta que un 40 % de los hogares colombianos goza de la presencia de un animal en casa. En consecuencia, la industria de las mascotas también ha presentado crecimiento, poniendo a disposición de los tenedores infinidad de productos, desde juguetes y snacks, hasta ropa y accesorios.
“El concepto tradicional de la familia humana ha cambiado (…) Teniendo en cuenta que también se establecen vínculos afectivos con otras especies, se viene reconociendo a los animales de compañía como parte de la denominada familia multiespecie”, aseguró Acero en declaraciones para el diario Portafolio.
Pero ¿qué implicaciones puede tener esto a largo plazo? Si bien no solo significa una enorme responsabilidad, pues los seres humanos deben convertirse en veedores de estas criaturas, a nivel psicológico las cosas son a otro precio, más aún cuando se llega a humanizar a los animales.
La delgada línea entre seres humanos y criaturas humanizadas
Las mascotas proporcionan compañía, afecto y protección. Pueden llegar a ser compañeros de juego y dar pie a vínculos únicos que para muchos terminan siendo esenciales en sus vidas.
Por lo anterior, es común escuchar que los animales son mejores que las personas. Pero tal premisa se convierte en un arma de doble filo cuando las mascotas entran a suplantar el rol de un ser humano. Ante esto, cuenta la experta, los perros y gatos no pueden verse como otro miembro más de la familia pues estos merecen un trato diferencial que reconozca las características y necesidades de cada especie.
“Es por esto que el concepto de familia multiespecie puede ser interesante, ya que hace énfasis en el reconocimiento de la naturaleza animal”, explica.
En ese sentido, si bien es importante amar a un perro o un gato, existe una gran diferencia con el hecho de humanizarlo. Cuando esto sucede, no solo se pierden las nociones de disciplina, sino que se interviene en la esencia natural del animal, irrespetando la autonomía y las necesidades propias de su raza. Ejemplos de estos son comunes. Vestir a una mascota con ropa, hacer que el perro haga sus necesidades en el baño, llevarlo en coche y tratarlo como un bebé o incluso, pintar sus uñas o perfumarlo son acciones que atentan contra su naturaleza.
En consecuencia, esto puede desencadenar trastornos de conducta que no solo harán que el animal presente confusión a la hora de comportase con otros, sino que implica nuevos problemas al dueño, pues al final, todo lo que la mascota haga o no deje de hacer, será una cuestión que asumirá el responsable.
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