Lo bueno, lo malo y lo feo de la FILBo 2022

La edición más reciente de la Feria Internacional del Libro de Bogotá se llevó a cabo del 19 de abril al 2 de mayo.

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(Cortesía: Cámara Colombiana del Libro).
(Cortesía: Cámara Colombiana del Libro).

Desde el 2019, Bogotá no vivía la FILBo de manera presencial. La llegada de la pandemia obligó a los lectores a escuchar a sus autores favoritos desde las pantallas de sus computadores y teléfonos, y escuchar las charlas programadas por las distintas editoriales en formatos pregrabados, durante dos años. Tras solo poder tomarle capturas de pantalla a las transmisiones en 2020 y 2021, mucha era la ansiedad que había alrededor de esta edición de la feria que prometía ser, justamente, la del reencuentro. Lo fue, finalmente, y de qué manera.

Una gran cantidad de personas visitó el recinto ferial de Corferias entre el 19 de abril y el 2 de mayo, dejando ver que realmente estaban esperando esto. Muchas cosas sucedieron en estos días, tanto buenas como malas. En Infobae proponemos un balance de lo que fue aquello, desde nuestra visión, tan solo enunciando algunas cosas. Quizá algunas personas coincidan con nuestra lectura y la próxima edición de la FILBo, que será en 2023 y ya anunció a Cali como la región invitada, que no reemplaza al país, será mejor que esta que se acaba de terminar.

LO BUENO

-Las personas que asistieron en esta ocasión, durante las dos semanas que duró la feria, realmente estaban esperando que se hiciera posible el evento de manera presencial. Hubo un genuino interés hacia el trabajo de las editoriales independientes y los emprendimientos relacionados con el entorno del libro y el diseño.

-Durante los dos fines de semana que tuvo la feria, el balance por parte de todos los expositores, editoriales y delegaciones fue más que positivo. Muy buenas ventas para todos y una mayor visibilidad para su trabajo.

-La agenda cultural estuvo más que nutrida, con eventos para todos los tipos de lectores, de todas las edades, y un espacio para el debate de la situación actual que vive el mundo, desde la visión del sector cultural y editorial.

-La presencia de autores de la talla de Mircea Cartarescu y Anne Boyer, nombres en las grandes ligas de la literatura contemporánea a nivel mundial.

-El debate entre los candidatos presidenciales, moderado por Claudia Morales, en el que se abordó, entre otras cosas, el destino del libro y la industria cultural.

-Los homenajes a la trayectoria de autores, editores y diferentes actores de importancia para el desarrollo de la literatura nacional. Entre los más destacados estuvieron los encuentros dedicados a Julio Paredes, Germán Castro Caycedo, Antonio Caballero, Gabriel Iriarte, Ramón Illan Bacca y Jaime Manrique. Además, se rescató la obra de autoras de valor que no habían tenido el respaldo merecido, como es el caso de Fanny Buitrago, Maruja Viera y Albalucía Ángel, que hoy más que nunca forman parte del radar de los lectores.

-La variada y amplia oferta de editoriales independientes nacionales y extranjeras. Propuestas diferentes, formas de lectura diversas.

-Los encuentros en las diferentes partes de la ciudad, teatros, bibliotecas, auditorios y librerías, que expandieron el concepto de FILBo más allá de Corferias.

-La posibilidad de asistir a diferentes expresiones culturales, aparte de las presentaciones de libros y las charlas: conciertos, performance y sesiones de danza y ejercicio.

-El despliegue de la cultura surcoreana desde el inicio hasta el cierre de la feria.

-El sol de los últimos días.

LO MALO

-La poca consciencia alrededor del Covid-19. La pandemia aún sigue en curso y más allá de que existan vacunas, el virus se sigue propagando. Corferias y los organizadores de FILBo garantizaron que el ingreso de las personas estaría sujeto a su posesión del carné de vacunas, pero durante los últimos días, ante el gran flujo de personas, poca atención se prestó en las puertas a este detalle. Además, la cantidad de gente que asistió no tenía cómo garantizar el distanciamiento.

-La poca variedad en el pabellón 3. Probablemente, uno de los espacios que más vacío se vio durante toda la feria. Hubo muchos stands sin utilizar y la oferta que se centralizó allí no respondió a los diversos intereses del público asistente.

-El segundo piso del pabellón 6 no tuvo una buena distribución de espacios. Pocos stands y así mismo, una poca coherencia en la organización.

-La poca comunicación del área logística encargada del pabellón del país invitado con el público asistente. Muchas personas salieron sin comprender realmente el recorrido y la muestra que la delegación coreana planteó.

-El catálogo muy poco nutrido por parte de la librería encargada del pabellón de Corea. Faltó curaduría y una mejor selección. Con el poder de importación que tiene la librería que se hizo cargo, pudo haber traído una variedad de títulos mayor y distinta a lo que habitualmente se ve. Al parecer, solo revisaron lo que tenían en sus bodegas y lo pusieron ahí.

-La poca atención en el control de aforos en los pabellones con mayor acogida. Madres con niños de brazos, adultos mayores y personas con alguna discapacidad, no pudieron disfrutar del recorrido en la feria, especialmente durante los fines de semana, ante la ausencia de control por parte de la gente de logística.

-En esta ocasión no hubo “Noche de los libros”. Muchas personas, que trabajan hasta tarde normalmente, le apuntaban a esta jornada. No fue posible, por decisión interna de los organizadores.

-La poca voluntad y rigor por parte de los organizadores para frenar eventos que se salieron de control, como la firma de libros de Agustín Laje, que se extendió hasta la medianoche y aún después de que el autor recibió el aviso para detener la actividad, siguió haciéndolo en la parte externa del recinto ferial, junto al hotel Hilton.

LO FEO

-La tensión que se sentía entre la escena de editores independientes y los demás espacios, impulsados por la Cámara Colombiana del Libro. Hubo pocos eventos liderados por las editoriales independientes y muy pocas conversaciones en torno a la edición de esta esfera de la industria en el país.

-La mala comunicación en las firmas de libros. Muchas personas que salían de ver a sus autores favoritos iban a hacer la fila para que firmaran sus libros, pero logística informaba que se habían repartido fichas para ello. ¿Por qué no informarle a todos eso desde antes?

-Poca o casi nula visibilidad de autores afro.

-Las lluvias torrenciales.

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