La Cordillera, una banda fundada hace más de una década, ha tomado posición considerable en los últimos meses, por su actuar delictivo respecto a amenazas y asesinatos selectivos. Se le atribuye el homicidio de Lucas Villa, un joven manifestante asesinado a tiros en el puente que une a Pereira y Dosquebradas, principal zona de influencia del grupo delincuencial. Ahora, una amenaza de esa organización habría impedido la visita de Gustavo Petro y Francia Márquez al Eje Cafetero, durante la actual campaña presidencial, porque tendría un plan para atentar contra ellos.
Aunque por momentos se ha considerado extinta o débil, lo cierto es que la banda conocida como La Cordillera ha pasado por varias reorganizaciones, disputas internas y de control territorial con otros grupos, pero ha resurgido para seguir causando terror en el oriente del país.
Una de las radiografías más completas de este grupo criminal se encuentra en el artículo de investigación La liminalidad de las ‘ollas’: relaciones entre la ilegalidad y la legalidad en el mercado de drogas ilícitas de la ciudad de Pereira, de la socióloga y magíster Luisa Fernanda Marulanda, publicado en la revista Virajes de la Universidad de Caldas en 2013.
Allí se describe que de las alianzas criminales del Cartel del Norte del Valle con alias ‘El Viejo’ en Pereira, surgió una banda que controló el microtráfico en la ciudad, que se estableció en una olla conocida como La Cordillera. Luego llegaron a la capital de Risaralda, los hermanos Néstor William, Carlos Alberto y Mario Andrés Herrera Arrubla, quienes lideraban El Cartucho en Bogotá bajo el mando de Miguel Arroyave y el Frente Capital de las AUC, pero que fueron desplazados por la intervención del alcalde Enrique Peñalosa a ese sector.
Para entonces Carlos Mario Jiménez, alias Macaco, nacido en Marsella, Risaralda, ya había ascendido con su propia estructura armada que luego se convirtió en el Bloque Central Bolívar en alianza con las AUC. Fue hasta la desmovilización paramilitar, que trató de controlar los negocios del narcotráfico que iba a dejar la estructura.
Se fusionó con sus contactos del Norte del Valle y se propuso dominar los negocios y el tráfico de drogas en el occidente del país, en especial tras heredar las estructuras de alias Rasguño. Según Marulanda, en el 2005, cuando se desmovilizó Macaco, sus hombres emprendieron una violenta guerra en Pereira que la convirtió en una de las ciudades más peligrosas del continente y del mundo.
Tras la muerte de Arroyave, rompieron un pacto con los hermanos Herrera Arrubla, los entregaron y Néstor William lo asesinaron. Macaco dispuso a fieles miembros del Bloque Central Bolívar en la nueva estructura, ya convertida por su poder en una oficina, como Jacinto Nicolás Fuentes, alias “Leo”; Héctor Duque Ceballos, alias “Monoteto” y José Fabián Guzmán alias “Niño Fabián”.
Lideraron las extorsiones, el lavado de activos, el tráfico de armas, el sicariato y el microtráfico, en especial el basuco. Curiosamente, habrían rechazado la heroína, un problema de salud pública en el Eje Cafetero, porque alertaba a las autoridades, por lo que decidieron dejar su comercio.
Sin embargo, detalla la investigación de la revista Virajes, que cuando Macaco fue recluido en la cárcel de máxima seguridad, la organización entró en declive y se dividió con grupos que tomaron fuerza como Los Urabeños y Los Rastrojos.
Según el dossier actual de las autoridades, revelado por el diario El Tiempo, La Cordillera mantiene alianzas con los centros de producción de sustancias psicoactivas del departamento del Cauca y alianzas con los narcotraficantes del norte del Valle, actualmente para el tráfico de creepy, marihuana tipo exportación.
No es una organización numerosa, con unos 50 hombres en armas, según las autoridades, contrario a los 300 que tuvo cuando Macaco la lideró. Actualmente se encuentra bajo el mando de alias Don A que a través de asesinatos selectivos e intimidación, mantiene poder en el Eje Cafetero.
La Defensoría del Pueblo ha alertado que la estructura se camufla en negocios legales como las apuestas pero que ha explotado extranjeros vulnerables en Risaralda, según citó el diario El Espectador. El ministro del Interior, Daniel Palacios, encargó hace unos meses al alcalde de Dosquebradas que se obsesionara con desmantelar esa organización, pero sigue vigente, aunque las autoridades niegan tener información de amenazas contra Petro.
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