Cuando Germán Castro Caycedo falleció el 15 de julio de 2021, la Colombia que se dedicó a retratar durante 45 años seguía siendo amarga. En pleno estallido social en el que retumbaban las voces de estudiantes, campesinos, indígenas y negros en todo territorio nacional, se confirmaba la muerte de uno de los periodistas y escritores más queridos y admirados en el país.
Casi un año después de su muerte, en el marco de la Feria Internacional del Libro de Bogotá (Filbo), a la que tantas veces asistió para la firma de alguno de sus 22 libros o como invitado especial a uno de los tantos conversatorios sobre los problemas de una patria en construcción, la editorial Planeta le rindió un homenaje a su vida y obra dedicada a contar el país desde las entrañas.
Daniel Samper Pizano, Ricardo Silva Romero y Juan Esteban Constaín, destacados escritores y columnistas de dos generaciones distintas, fueron los encargados de honrar el oficio de uno de los reporteros más brillantes, quien se empeñó en tejer el relato de una Colombia con retazos de voces rurales, las que habitan las veras del río Caquetá, los caminos que conducen al páramo de Pisba y las que emocionan a los alcaravanes en los Llanos Orientales, y que se encuentran en la periferia.
“Tenía muy claro el servicio que el lenguaje le presta a la historia para revelarla en todos sus pliegues, porque su objetivo era ese: retratar el alma de las cosas, de la gente y de los lugares. Medirle el pulso a este país como nadie lo ha hecho porque tenía la capacidad de llegar hasta el corazón de todo. Su objetivo no era el lenguaje, y sin embargo, yo creo que era un gran estilista, porque con su forma inconfundible lograba construir sus historias, incluso para un auditorio en apariencia, muy distante y muy lejano”, atinó Juan Esteban Constaín frente a los relatos de Caycedo.
De su legado, en el que convergen su paso como cronista por el diario El Tiempo, cuando plasmó durante diez años su viaje entre las costuras de un país en construcción; la creación del programa de televisión ‘Enviado Especial’, que sería uno de los primeros en grabar en exteriores y quedarse en la memoria de los colombianos; y de la escritura de una veintena de libros sobre alguno de los episodios determinantes en la historia, como la toma y retoma del Palacio de Justicia, se destaca su vocación por escuchar lo que los otros querían contar y narrar sus historias.
A pesar de sus innumerables reconocimientos obtenidos por su labor como el Premio Nacional de Periodismo (1970) y el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar (1976), y los obtenidos con sus obras como el ‘Prix Futura en Alemania’ (1997), el ‘Mergenthaler-América Latina’ (1998) y el ‘Premio a la Vida y Obra de un Periodista’ (2015), quienes lo conocieron recuerdan que era la negación de los periodistas que se dan “aires de importancia” y que se reconocía como un hombre al que “no le interesaba lo que sabía o hacía, sino lo que descubría”.
“El gran aporte de Germán es este, -los textos de largo aliento. En Colombia no existían este tipo de relatos y de crónicas antes de que Germán las impusiera. Ahora hay muchos discípulos de él, que lo hacen muy bien, pero con estos libros, a los que les agregaría los de Alfredo Molano y el de Wide Davis, se resalta una literatura de la selva colombiana que se debe a José Eustasio Rivera y a Germán Castro Caycedo”, dijo Daniel Samper Pizano en el homenaje.
Su última obra, que fue presentada en la Feria del Libro de 2019 y bautizó como ‘Huellas’, hizo una recolección de algunas de las mejores crónicas que escribió durante su vida, como una tarea premonitoria de su destino y como un regalo para esa Colombia esquiva que conoció profundo y que le dolió hasta el último día en el que le confirmó a Ricardo Silva: “hoy si da gusto cerrar el periódico”.
“Sin embargo, el informe en el cual ellos abogan por soluciones a base de fusiles olvidan que el campesino colombiano no abandonará su patria el día que tenga cómo llenar el estómago. El hombre de la ciudad no huirá de la justicia el día que tenga trabajo, salud y educación. Y la mujer no venderá su cuerpo el día que para ella en Colombia haya otro tipo de oportunidades”, rezaba Germán Castro Caycedo en su Colombia Amarga (1976), y recordó Mabel Lara, quien moderó este espacio.
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