“Le robé la identidad a sus seres queridos”: las desgarradoras confesiones de militares ante la JEP por los ‘falsos positivos’

Con la presencia de los familiares de las víctimas, oficiales del Ejército y un civil reanudaron el relato de las atrocidades de la guerra durante su comparecencia ante la Jurisdicción Especial de Paz en Ocaña, Norte de Santander

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Los crudos testimonios de los
Los crudos testimonios de los militares en la JEP EFE/Carlos Ortega/Archivo

A pesar de las constantes críticas y la oposición a la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), la verdad sigue siendo un poco más clara para las víctimas. Madres, padres, hijos y hermanos acuden a las audiencias en donde los militares que estuvieron implicados en los mal llamados ‘falsos positivos’ rinden su testimonio y amplían el panorama para aquellas personas que aún lloran a sus seres queridos.

En la última audiencia del caso 03, en Ocaña, Norte de Santander, respecto al reconocimiento de ‘falsos positivos’ en la región del Catatumbo, varios excomandantes de las Fuerzas Militares han mirado a los ojos a las madres de víctimas y han pedido perdón. Los crudos relatos se toman la sala frente a los magistrados y cada palabra se convierte una gota de alivio y dolor para las personas, pues el recuerdo de aquellos colombianos inocentes que ya no están, se apodera de las madres, mientras un bálsamo de verdad busca dar descanso a un corazón en pena.

El sargento segundo del Ejército, Sandro Mauricio Pérez Contreras compareció ante la JEP y varias de las Madres de Soacha, con una flor marchita en su mano temblorosa, intentaban ver a las mujeres que se resignaban a escuchar, cada palabra traía el recuerdo de sus familiares que algún día fueron a buscar en otras regiones un mejor futuro para ellos y sus familias, sin pensar que encontrarían su final desde falsas promesas.

En su relato, el sargento Pérez señaló: “Yo hago una oferta criminal con unas personas que vivían en Bogotá, yo no sabía que existía Soacha; con mi responsabilidad yo planeé como llegarían cada uno de esos jóvenes a la ciudad de Ocaña, y planeé como debían entregarse a los militares que accionarían sus armas en su contra”.

Varios de los militares ya conocían a estas madres, pues tras conocer los casos en un principio, ellas acudieron a las brigadas militares para obtener la verdad, sin embargo, ellos negaban lo sucedido, a pesar de las suplicas, los ruegos al cielo y las lágrimas de las mujeres que sentían que habían perdido una parte de cada una. La flor que sostenía en la mano el sargento Pérez, había sido entregada por una de las madres en representación de su hijo, cuya vida se había desvanecido por los intereses de otros.

La búsqueda de los jóvenes que perecieron por las balas del Estado ha sido eterna, pues su identificación se dificultaba; muchos aparecían en fosas comunes, cementerios desconocidos y sus documentos no eran registraban. Esto confundía a las autoridades, que recurrían al peritaje para poder encontrar datos sobre estas personas, no obstante, la dinámica estaba bien estudiada por parte de los militares que realizaban las ejecuciones.

El sargento Pérez asumió su responsabilidad y explicó cómo cambiaba la identidad de los fallecidos, Pérez señaló: “En ese planeamiento que yo hice y soy responsable, realicé documentación falsa para darle credibilidad de este hecho, le robé la identidad a sus seres queridos; a sus hijos que tanto amaban, a sus esposos, a sus padres, que mediante engaños y propuestas falsas pensaron que con esa propuesta iban a mejorar su calidad de vida, les quite los documentos para que se reportaran como ‘NN’, eso hacía que para ustedes fuera más difícil hogar encontrar a su ser querido”.

Por otro lado, Alexander Carretero Díaz quería ser silenciado. Carretero es un civil que se encargó de convencer en Soacha y diferentes regiones del país a varios jóvenes para ir en búsqueda de una mejor oportunidad, él alojó tanto a militares como víctimas en su casa a pesar de saber la verdad. Su arrepentimiento aún resarce la herida causada, sin embargo, ha permitido conocer el procedimiento que se realizaba para cometer los crímenes desde su génesis.

Carretero Díaz aclaró que su testimonio ha sido fundamental en la investigación, y por el mismo, presuntamente varias veces algunos hombres de las fuerza pública han intentado silenciarlo. “Yo sabía la verdad sobre cosas que ni la Fiscalía tenía conocimiento, los soldados varias veces intentaron matarme para que yo me callara, porque soy de las personas que más sabe sobre este caso”.

Ante estos hechos muchos han señalado a generales retirados del Ejército e incluso, a un expresidente, pues la responsabilidad de estos ha sido cuestionada por las víctimas, quienes aseguran que la orden “vino de arriba”. La necesidad de resultados llevaba a los militares a “legalizar” algunos objetivos, concepto que usaban para dar como válida una muerte o un procedimiento.

El teniente coronel Gabriel de Jesús Rincón Amado aseguró: “Los máximos generales del Ejército en esta época, exigían y pedían muertes de combate”. Este exmilitar dio la orden para que varias armas fueran llevadas a las supuestas zonas de combate y se le pusieran al lado a los cadáveres de las víctimas inocentes. Entre lágrimas reconoció su error y propuso varias dinámicas para tratar de construir en la sociedad, no obstante, considera que su imagen ya está denigrada.

El relato del teniente Rincón conmovió a los asistentes, sus palabras resaltaron la inocencia de las personas asesinadas y el proceder de las Fuerzas Militares. “Varias armas fueron colocadas a trabajadores indefensos que nunca habían pertenecido a ninguna estructura criminal, ni tampoco pertenecían a ninguna banda delincuencial, solo con el fin de que fueran colocadas para demostrar los falsos combates”.

Las bajas necesarias para demostrar la eficacia de un gobierno y las autoridades iban de la mano con la vida personal de algunos militares, pues su enemistad con algunas personas los llevó a tenerlas como objetivo para luego señalarlas como delincuentes. El sargento segundo Rafael Antonio Urbano Muñoz aclaró el caso de Luis Antonio Sánchez, quien había sido señalado como criminal en su momento, sin embargo, su inocencia fue corroborada por Urbano.

El testimonio del sargento develó un caso sin resolver aún, pues el joven moto taxista fue señalado como delincuente, a pesar de simplemente dedicarse a su labor, sin embargo, un lamentable amorío lo habría puesto en la lista de un militar que buscó acabar con su vida. El sargento Urbano destacó: “Todo lo que han dicho sobre Luis Antonio Sánchez, que era delincuente, que era paramilitar y que está bajo la orden de delincuencia es mentira, este joven era un simple moto taxista; el único error que él tuvo y que me lo decía el cabo Mora, era enamorar a su mujer. El cabo Mora me lo señaló en Ocaña, lo citamos para una carrera con el cabo Mora, que nos sacara a las afueras de Ocaña para ser entregado y asesinarlo vilmente, hoy digo aquí ante toda la sala, que este joven es inocente de todo”.

Algunos campesinos murieron mientras iban a hacer mercado, otros fueron manipulados por su estado de embriaguez y otros simplemente pensaron que su vida cambiaria con un nuevo trabajo, quizá ir a buscar café podría ser una oportunidad, aunque algunos lo nieguen, sin embargo, su destino fue convertido en tragedia por la codicia de resultados de algunas personas que buscaban vanagloriar su nombre en la historia de Colombia, sin importarles que debían pasar por la dignidad de muchos colombianos y corazón de miles de madres.

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