Aunque el recrudecimiento de violencia en Colombia se acrecentó desde la mitad del siglo pasado, su connotación fue otra con el auge del tráfico de estupefacientes, que tuvo más de un opositor. Uno de ellos fue Rodrigo Lara Bonilla, quien, en su momento, se desempeñaba como ministro de Justicia, cargo que lo llevó a adelantar una persecución incansable contra los carteles de la droga, razón por la cual fue asesinado bajo las órdenes de Pablo Escobar Gaviria.
El asesinato
Se cumplen casi 38 años del magnicidio que sacudió al país, era la primera vez que un dignatario en ejercicio era asesinado en Colombia. Una seguidilla de llamadas se convirtió en una constante para la casa de la familia Lara Restrepo, razón por la que las autoridades intentaron cambiar las líneas telefónicas. Las amenazas acabaron con la tranquilidad del político liberal y sus allegados.
El 30 de abril de 1984, Lara Bonilla recibió una llamada a primera hora, desde la cúpula militar buscaban alertarlo sobre un eventual plan para acabar con su vida, su preocupación fue notoria mientras escuchaba la sugerencia de cambiar sus arterias de movilización en las calles de Bogotá. Durante el día permaneció preocupado, caminaba sin cesar y atento a cualquier alerta. Logró comunicarse con la zona baja de su despacho y ordenó que toda persona que entrara al lugar fuera requisada, pues su intranquilidad persistía.
Se acercaba la noche y la esperanza de llegar a su hogar era latente. Sin embargo, una nube negra manipulada por los criminales buscaba opacar la historia de Colombia en ese día: después de salir de sus obligaciones laborales, logró cruzar algunas palabras con la entonces ministra de Comunicaciones, Noemí Sanín, quien tuvo que adelantarse al camino por otros compromisos.
Minutos después, Lara abordó el vehículo que lo esperaba, un Mercedes-Benz W123, de placas FD 5883 de color blanco, donde solo estaba acompañado del conductor. Además, dos camionetas custodiaban la parte delantera y trasera del automotor.
La ruta cambió, pero el tráfico era incesante. Por la condición de seguridad en que se encontraba el político, la caravana no podía detenerse en ningún lugar. La decisión para desembocar al norte de la capital fue tomar una vía adjunta a los cerros orientales, la cual podría evitar la congestión vehicular. Al tomar la calle 127 y aproximarse a la autopista norte, una de las camionetas perdió el rumbo por la intromisión de otros vehículos producto de la hora pico.
De un momento a otro, se escuchó el retumbar de un escape proveniente de una moto de alto cilindraje, acompañado de esta se sentía la muerte, pues 25 balas de calibre 45 salieron de una subametralladora en contra del Mercedes en que se movilizaba Lara.
Siete impactos de bala fueron contundentes para acabar con la vida de este líder político, la mayoría de impactos se alojaron en la parte superior de su cuerpo incluyendo la cabeza. Más adelante, la moto en la que se transportaban los sicarios cayó, uno de los implicados murió en el instante, mientras que otro fue capturado. Lara fue conducido inicialmente a su casa, sin embargo, su cuerpo ya estaba inerte. En medio de la inconsciencia del momento y con el ánimo de salvarle la vida, lo trasladaron la Clínica Shaio en medio de los sollozos de su familia, quienes confirmaron su fallecimiento, minutos después.
La sentencia de muerte
Rodrigo Lara Bonilla fue caracterizado como líder innato desde sus inicios, pues tan solo con 23 años logró ser alcalde de su natal Neiva. Estos rasgos lo llevaron a adentrase en otros cargos diplomáticos y expandir sus estudios en el exterior: en su llegada al territorio colombiano logró ser senador, no obstante, sus diferencias con el Partido Liberal lo llevaron a desistir de seguir en la colectividad, por esta razón se unió a Luis Carlos Galán Sarmiento y fundaron el Nuevo Liberalismo, con el que participaron en las elecciones presidenciales del año 1982 y consiguieron la tercera votación con casi 800.000 sufragios. Lara ya empezaba a perfilarse como un prospecto de importancia.
Su carácter instó a que el entonces presidente Belisario Betancourt lo nombrara como ministro de Justicia, cartera desde la que se convirtió en el acérrimo rival del ascenso del narcotráfico y la bonanza marimbera: sus criticas eran contundentes y promovía constantemente el concepto de la extradición. Cuando Pablo Escobar llegó al Senado, la molestia de Lara fue evidente, pues cuestionó el desarrollo económico del narco antioqueño, quien se defendió y le exigió pruebas al entonces ministro. Uno de los mejores aliados de asesinado líder político fue el también asesinado director del diario El Espectador, Guillermo Cano, quien, tras las denuncias de Lara, resucitó una noticia de varios años atrás, en donde señalaban a Escobar de haber sido capturado por posesión de drogas.
Posteriormente, este tipo de señalamientos llevó a Pablo Escobar a desaparecer del congreso, pues se exigió la perdida de investidura del mismo ante la insistencia del ministro. La respuesta del narco fue que a Lara lo habían financiado con dineros ilícitos desde la Amazonía, no obstante, esto nunca se confirmó y parecía ser una trampa en contra del dignatario.
Rodrigo Lara Bonilla acentuó un golpe contundente al Cartel de Medellín, con la desarticulación de ‘Tranquilandia’, uno de los laboratorios de coca más importantes del esquema de Pablo Escobar, razón que desató la ira del extraditable y terminó convertido en un objetivo de la organización terrorista.
Hoy, aún falta claridad sobre su muerte. Surgen dudas sobre el origen de algunos proyectiles que se alojaron en el pecho del exministro y, además, se señala al Estado de no haber otorgado un vehículo con condiciones óptimas de seguridad, teniendo en cuenta que desde Estados Unidos se le ofreció apoyo a Lara, pero él lo rechazó por no provenir del Gobierno Nacional. Entretanto, algunas de sus relaciones con el Nuevo Liberalismo no terminaron de la mejor manera, pues muchos en su momento le dieron la espalda al líder que tomó como suya una lucha de todos los colombianos.
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