Rocío Cely tiene los ojos chiquititos. Si te mira de frente, no alcanzas a entender si te está mirando el rostro o te está mirando el alma. La conocí en medio de un festival del libro en el Parque de la 93, hace unos tres años, casi, cuando trabajaba como librero. Lo que de allí surgió fue una amistad en medio del colegaje y los libros. Supe que dirigía una editorial y le dije que me enviara los libros para comenzar a venderlos. Cuando me entregó el primero de ellos me sorprendió ver el diseño tan minimalista y a la vez tan complejo. La idea era hacer que los detalles resaltaran, y también las intenciones. Papel ecológico, tapas a un solo tono, ilustraciones. Ese poemario me gustó mucho, el de Lucía Parias. Tiene una fuerza especial. Tanto me gustó que seguí siguiendo de cerca lo que publicaba Rocío.
Sincronía es una editorial de dos o tres personas. La que está siempre es Rocío. Entonces vino el libro de Virginia Moreno. Qué poeta. No tenía idea de ella. Llegamos, incluso, a conversar para que yo presentara el libro y estaba todo listo, pero mi conexión a internet ese día fue nefasta y no se pudo. Rocío me habló después sobre lo que se venía con una autora argentina y cuando salió el libro, ay Dios, qué poesía maravillosa. Inés Kreplak se me convirtió en autora de cabecera.
Hasta ahora, Sincronía ha publicado a 5 escritoras latinoamericanas. Tres son colombianas, una es venezolana y la otra es argentina.
Tierra en fuego, de Lucía Parias.
Libro ganador del Premio Internacional para Obra Publicada Albalucía Ángel, fue ilustrado por Nicolás Cañón. En él, está contenido el lenguaje que busca crear y ser creado; aquí, la palabra es moldeada como una pieza de barro, es puesta en el fuego, en el agua, en la tierra, como una manera de gestarla para verla morir y renacer.
Mobiliario interior, de Ligia Trujillo.
Fue ilustrado por Laura García. Es un poemario que nace respondiendo al interés de pensarse la casa más allá de un plano estructural y físico. Habla de la casa como un lugar habitable en sí mismo, el cual puede atravesar las subjetividades, la relación con el otro, con el mundo, con uno mismo.
Por los caminos de basalto, de Virginia Moreno Goitía.
En este poemario ilustrado por Raquel Moreno, la autora reflexiona sobre irse de su casa en Venezuela y formar un hogar y una vida nueva en Portugal. Con este libro inauguramos la Colección Peregrina.
La ilusión de la larga noche, de Inés Kreplak.
La autora construye una lengua que sirve para atravesar los diferentes matices que tienen el cariño y las pérdidas. Hay una madre que siempre se va a destiempo y es como si faltase un hueso en ese cuerpo que continúa apoyándose en la vida como puede, arrastrando esa falta como quien carga una mochila con vidrios rotos, guijarros, caracoles frágiles y siempre al punto del quiebre.
Aquí donde tiemblo, de Ana López H.
La gran poesía, que no es grande porque cumpla con los criterios absolutistas de un canon, sino porque conmueve inmensamente, es la que nace de las heridas más profundas y de las exploraciones más amorosas de nuestras propias almas y cuerpos, y de los múltiples mundos que habitamos. Por tanto, lo que hace Ana López en este libro es plasmar una gran poesía que habita lo micro y lo macro en un espacio-tiempo propio y que nos habla de sus vivencias, amores y desamores, encuentros espirituales y hasta de lo que puede llegar a significar el lenguaje.
Con los azares de la vida, me alejé un poco de lo que hacía la editorial y me refugié en los trabajos varios. Pasó un tiempo y hace poco supe que Rocío tenía listos otros dos libros y los presentará en la Feria Internacional del Libro de Bogotá. Corrí a escribirle. “Hablemos sobre la editorial”, le dije. “Bueno”, respondió. Decidí entrevistarla, ella en su casa y yo en la mía, café pendiente todavía, y esto fue lo que surgió.
¿En qué año surge la idea de tener una editorial como esta y por qué?
En 2019 Sincronía surge a partir de una ausencia. Estaba en la universidad y eran muy pocas las autoras que se estudiaban. Así que yo aprovechaba las vacaciones para buscar en internet qué autoras había y así mismo buscar en la biblioteca sus libros y alquilarlos.
Así, la idea de crear la editorial nació con la motivación de tener una mayor presencia de autoras y que las nuevas generaciones pudieran saber que sí hay autoras y que son de fácil acceso.
¿Qué es lo más complicado de emprender en la industria editorial colombiana?
Diría que lo más difícil son dos cosas: la financiación y la visibilidad. Esta es una editorial autogestionada, lo cual hace que por el camino se presenten algunas limitaciones.
De igual manera, abrirse paso en el sector y hacerse visible puede ser difícil al principio, aunque siento que actualmente hay más oportunidades para darse a conocer que cuando yo lo hice con la editorial.
En ese momento había que tocar puertas para ser escuchada y ser vista y muchas de esas puertas se cerraban, pero afortunadamente otras se abrieron y han sido las que nos han traído hasta aquí.
Otra dificultad que encuentro es el sostenimiento en el tiempo, ligado también a la financiación. En este tipo de proyectos se tienen otros trabajos, otras fuentes de ingreso y muchas veces el tiempo para trabajar en la editorial es limitado.
Y ni hablar de las redes sociales, pues es casi una exigencia estar en ellas y estar siempre presente, tratando de hacerle caso al caprichoso y todavía extraño algoritmo.
¿Cuál es el objetivo al publicar únicamente libros escritos por mujeres?
Siempre parto desde la historia. Desde las mujeres a quienes les negaron la posibilidad de publicar por ser mujeres, a las que debían utilizar otros nombres, a las que silenciaron. Pienso siempre en la dificultad que suponía para ellas el dar a conocer sus letras.
Cuando empezó la editorial, mi objetivo era poder ofrecer un espacio a autoras emergentes para que pudieran empezar a publicar y no encontraran ese tipo de situaciones.
Por lo que el objetivo de esta decisión editorial está ligado a ser un espacio que impulse a estas autoras emergentes.
Una anécdota que tengo y que reforzó la idea de la editorial como espacio para dar a conocer estas mujeres que escriben fue justamente una vez en la que fui a una librería con mi primer libro para ver si lo podía vender allí. Cuando le mostré al dueño el libro y le conté que era la primera obra de la autora me dijo que la poesía en Colombia era una mafia y que ella no era nadie. Así, nadie la iba a leer.
Esto, sin duda, me motivó a trabajar aún más duro para que mis autoras sean leídas, para que no tengan que ser “mafiosas” sino que puedan encontrar espacios para darse a conocer y para que las personas se acerquen a sus obras.
¿Por qué poesía y no otro género?
Para mí, la poesía es indispensable en la vida. Yo digo que tengo dos ‘biblias’: una antología de María Mercedes Carranza y una de Rosario Castellanos, de ellas son mis textos fundacionales.
Y es sobre todo porque en ellas encuentro que lo poético no se encuentra en la métrica, en la lejanía o en el misticismo, en ellas encuentro que lo poético está en lo cotidiano, en el día a día y eso es lo que quiero transmitir.
Al escoger solo poesía como característica de mi editorial busco que quienes se acerquen a mis libros se acerquen también a la poesía.
Ya es casi un estereotipo pensar que la poesía es difícil y es solo para los estudiosos. Así que mi búsqueda con la editorial es acercar este género a las personas y mostrar que no hay que ir muy lejos para encontrar el instante poético y que no está limitado solo para unos pocos.
¿Qué trae el 2022 para el proyecto? ¿Qué se viene próximamente?
Este 2022, sin duda, trae muchas cosas para Sincronía. En 2021 había decidido que al año siguiente solo iba a publicar un libro, pero la vida se encargó de cambiar el rumbo de las cosas.
Una de las mejores que ha sucedido, y que aún me estoy terminando de creer, es hacer parte de la Biblioteca de Escritoras Colombianas. Esta es una colección del Ministerio de Cultura que busca rescatar a escritoras que no han circulado lo suficiente en el país y que merecen ser escuchadas. Para esta colección, el ministerio realizó un convenio con varias editoriales independientes.
Junto con La Jaula Publicaciones, en calidad de coedición, vamos a publicar a dos poetas tremendas: Maruja Vieira, quién aún sigue viva a sus 99 años, y Emilia Ayarza cuyas letras son un terremoto.
Estos dos libros se pueden conseguir en la feria y posteriormente en librerías.
También estamos trabajando en un libro que nos emociona bastante y que es un rescate de una autora que no se conoce mucho en Colombia pero que sin duda debe empezar a circular. Finalmente, este año también estaremos trabajando en nuestra novedad de la FilBo 2023, que será la primera publicación de una nueva autora colombiana.
Eso es, en esencia, nuestro 2022. Esperamos poder revivir nuestro Club de Lectura Las Andariegas, pues es también un espacio muy valioso que queremos llevar al mundo de la presencialidad.
Sincronía en una palabra.
Sincronía tiene muchas palabras pero para decir una sola diría: visibilidad,
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