Cuando el país invitado de honor a la Feria Internacional del Libro de Bogotá fue Portugal, Afonso Cruz ya había sido traducido al español y el primero de sus libros que había llegado al país circulaba bajo el sello de Alfaguara. Con Jesucristo bebía cerveza, el escritor luso se abrió paso entre las estanterías de las librerías locales Causó buena impresión en esa feria y pronto una editorial colombiana se interesaría en su trabajo. Ahora, unos años después, varias de sus obras están disponibles a nivel nacional gracias a Panamericana Editorial.
Cruz es uno de los escritores más polifacéticos de la literatura portuguesa contemporánea. Ha escrito desde libros infantiles hasta novelas totalizadoras. También es músico. Toca muy bien la guitarra y hasta tiene un curso en Domestika. Es uno de los autores que participará de la nueva edición de la FilBo, tras hacerlo por última vez en la de 2019. Fue para ese año que lo conocí personalmente y pude entrevistarlo. Ya lo había leído y a raíz de la publicación de su libro La muñeca de Kokoschka, con Panamericana, conversamos. Guardé la charla durante estos años, esperando por un momento preciso para entregarla a los lectores. Creo que el momento llegó ahora pues con esta, ya serán siete las veces que viene al país, se puede decir que es casi colombiano. Bueno, hasta habla mejor el español que yo.
Aquí está, entonces, lo que surgió de aquel encuentro.
¿Cómo surge esta idea de escribir un libro sobre un hombre que intenta evitar el contacto con lo inevitable de la ausencia?
La idea original está basada en una carta que leí. Había sido escrita por Oskar Kokoschka y estaba dirigida a una fabricante de muñecas. Es la más bella carta de amor que he leído, porque no habla de amor de una forma directa. Es muy técnico con el lenguaje. Habla de las arrugas que se le hacen a ella en la piel cuando dobla sus brazos y cosas así. Solamente una persona muy enamorada podría recordar estos detalles tan mínimos. Me pareció muy hermosa. La historia, entonces, de La muñeca de Kokoschka es la narración de un infinito acto de amor que tiene su encuentro a través del arte. Qué es el arte sino un intento de creación. Así lo hace Kokoschka con su muñeca, que la crea con el ánimo de traer a la vida a su amada, haciéndola lo más parecida posible a ella.
¿Su escritura, en comparación con sus otras obras, supuso algún reto adicional?
En realidad, no. O yo creo que no fue así. Lo que pasó, y lo comprendo hoy, es que al tener en la cabeza que se trataría de una novela compleja, en cuanto a su estructura, yo ya conocía todo lo que necesitaba para escribirla. Es como cuando un ratón ha pasado tiempo en un laberinto y de tanto recorrerlo ya conoce todos los caminos. Ya no se pierde. Era mucho más completo cuando le envié el manuscrito original a mi editora. No había un orden en los tiempos, la novela no era cronológica. Ella me dijo que sería complicado de leer y con su intervención logramos que se redujera ese nivel de complejidad, que se ordenara lo que yo quería contar. Le faltaba perspectiva antes de eso, pero no dejó de ser laberíntico, que era un poco lo que quería.
La trama de este libro supone una pregunta casi esencial: ¿Son nuestras vidas una mera imitación del arte?
Yo creo que sí. El arte una especie de espejo de lo que somos como humanos. A veces, incluso, nos supera. Todo lo que hacemos, de algún modo, es imitación de otra cosa. Nuestras dinámicas no son naturales. Para comer usamos cubiertos, para cubrirnos nos ponemos ropa. Natural sería que comiéramos con las manos y andáramos desnudos. Así empezamos, pero nos resistimos a esa naturaleza e intentamos manipularla, recrearla. Nuestras vidas son artificio y el artificio supone algo de artístico.
Y hablando de arte, ¿qué le debe este libro a la música?
Mucho. Yo soy músico, de por sí. Todos mis libros están llenos de música. Personajes que viven sus vidas alrededor de ella o canciones que enmarcan una historia. La música está en todo, está en nosotros y está en los libros. Marca el curso de nuestras vidas.
¿Qué pueden esperar los lectores de Afonso Cruz en esta obra?
No me interesa dejar mensajes. Para eso voy con el cartero. Lo único que espero es que mis preocupaciones como escritor, mis inquietudes, encuentren recepción. Es el destino de todo escritor.
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