A Ana Delina Páez le duele el estómago cuando va a salir a escena, no por falta de experiencia actoral ni pánico escénico, sino porque en el escenario va a representar, o a hacer realidad, la forma como se imaginó la búsqueda de su hijo, Eduardo Garzón Paéz, víctima de las ejecuciones ilegítimas presentadas como bajas en combate, conocidas como ‘falsos positivos’.
Ella es una de las 12 madres de Mafapo que hacen parte del elenco de la primera obra de gran formato de la Comisión de la Verdad, llamada Develaciones: un canto a los cuatro vientos, que se estrenará este jueves por primera vez al público en el Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá.
No es la primera vez que Ana Delina actúa en una obra de teatro. Cuando estaba en el colegio -recordó en diálogo con Infobae- participaba de cualquier iniciativa artística. Las facilidades económicas de su hogar no le permitieron construir una carrera en ese campo, pero ahora, cuando ronda los 70 años, ha tenido varias oportunidades para hacerlo aunque con otro objetivo: verdad para las víctimas.
“Yo me siento muy feliz, cuando estoy aquí no me quisiera ir. En esta obra me he sentido muy feliz, aunque esta obra es dolorosa, porque me llega muchos recuerdos de todo lo de mi hijo”, asegura.
Eduardo Garzón Páez tenía 32 años cuando desapareció el 4 de marzo de 2008. Vivía en Bogotá junto a su madre, huérfano de padre y segundo de dos hermanos. Había estudiado el bachillerato en un colegio militar y no perdía la pulcritud enseñada, tenía una dentadura perfecta y peinado a ras. Tenía tres hijos y para mantenerlos trabajaba con su madre en el casino de la Escuela de Policía de Seguridad Vial.
El 27 de agosto, seis meses después de haber gastado todos los ahorros de su trabajo en la incansable búsqueda y sin ningún ingreso, Ana Delina encontró a su hijo en el cementerio de Cimitarra, Norte de Santander, donde había sido enterrado en una fosa común.
Había sido asesinado al día siguiente de su desaparición, con varios disparos que le destrozaron el cráneo. Cuando lo hallaron tenía un uniforme militar sin apuntar, puesto a la ligera. Junto a él estaba Andrés Pesca Olaya, un joven taxista también de Bogotá.
El caso fue uno de los primeros conocidos del execrable crimen de los falsos positivos y uno de los primeros en llegar a condena. Por estos hechos, un coronel, un teniente, un sargento y cinco soldados profesionales fueron condenados a más de 40 años de prisión cada uno. Ahora se acogieron a la JEP.
Ana Delina a veces siente desfallecer en su búsqueda de verdad, pero cada que nota la ausencia de Eduardo saca fuerzas para seguir adelante. “Aunque sea un apellido pobre, tengo que limpiar el nombre de mi hijo”, afirma.
El arte le ha permitido enfrentan el dolor y sanar un poco ese “corazón muy roto” que le dejó la violencia. En el proceso ha buscado sentir lo que sintió Eduardo, pero no ha sido fácil. En un performance en La Candelaria, hace unos días, sintió que no sería capaz de ponerse un uniforme militar, pero lo logró. Así mismo, sintió temor y tuvo que prepararse varios días para enterrarse viva con motivo de la exposición Madres Terra.
Tuvo que ser atendida por paramédicos después del primer encuentro de reconocimiento en el que participó en la Comisión de la Verdad y se encontró de frente con un militar que había cometido ejecuciones ilegítimas. Todo por Eduardo, por él sigue y soporta el llanto que le causa escarbar en la arena en el escenario del Teatro Mayor Julio Mario Santodomingo.
Sanar el dolor a través de arte
“Ha sido una gran experiencia mostrar como hacemos memoria, decir cómo podemos sanar. Han sido procesos de sanación. Ha sido una manera para que estos casos de ejecuciones extrajudiciales no se queden en el olvido”, sostiene Jacqueline Castillo, también madre y víctima miembro de Mafapo.
Explica que no se trata de un proceso que se dé de la noche a la mañana. Ella lleva más de 14 años dando pasos para buscar la sanación de la herida que abrió el conflicto, a través de diversas formas artísticas en las que han participado junto a las Madres de Falsos Positivos.
Castillo afirma que ahora le gustaría poder trabajar incluso con victimarios para avanzar en la reconciliación e intentar dejar atrás el odio y el rencor. “Ha sido maravilloso ver que nuestra familia creció. Hemos hablado en espacios que perdimos un ser querido, nuestros hermanos, nuestros hijos, pero hemos tenido la acogida de mucha gente, conocer víctimas de otros hechos y ahora los vemos como una familia”, sostiene.
Ella maneja las redes de Mafapo y hace unos meses recibió un mensaje de un militar que había participado de ejecuciones extrajudiciales. Lo visitó en su sitio de reclusión con otras madres que sacaron la gallardía para escucharlo y se abrazaron en reconciliación. Tiempo después, participaron con el exsoldado en paracaidismo.
En la obra Develaciones: un canto a los cuatro vientos se narran múltiples hechos del conflicto como masacres, desplazamientos, desaparición forzada, entre muchos otras situaciones que han hecho parte de esa historia.
El nacimiento de la obra
La comisionada Lucía González explicó a Infobae que la obra nació a partir de las visitas a las comunidades, la identificación de colectivos artísticos y del descubrimiento de las diferentes expresiones que habían construido.
“Nos dimos cuenta que es que es el arte a través del cual las comunidades expresan sus dolores, su tragedia, sus vivencias, sus sueños. Pensamos en un principio hacer una recopilación de canciones que se han escrito en torno a conflicto armado y a la resistencias y llamamos a Iván Benavides, que es un experto en las músicas nuestras, y preguntamos por qué no hacer una obra de teatro”, contó.
Ramiro Osorio, director del Teatro Mayor Julio Mario Santodomingo, propuso contactar a Bernardo Rey y Nube Sandoval para dirigir el proyecto. Ellos, junto a las comunidades, construyeron un guion que recogiera las narrativas de las víctimas en una obra de gran formato en la que participan más de 100 personas.
“Trabajar desde el arte con las comunidades es establecer un diálogo muy sincero, profundo y sentido, porque no es una elaboración de una entrevista, sino que es una cosa que está narrada desde el alma de los pueblos, desde las necesidades de nombrar. Han sentido que eso que ellos están narrando puede tener un eco muy grande a la sociedad más amplia, que necesita escuchar eso que ellos están queriendo decir hace mucho tiempo”, explicó la comisionada González.
Estas iniciativas hacen parte de una apuesta de la Comisión de la Verdad, que entregará su informe final a mediados de año, por una forma más comprensiva de narra el conflicto, explicó la comisionada que conduzca a una vida más armónica para todos.
Los horarios de las funciones son los siguientes: jueves 14 de abril a las 8:00 p.m.; viernes 15 de abril a las 3:00 p.m. y a las 8:00 p.m.; sábado 16 de abril a las 3:00 p.m. y a las 8:00 p.m.
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