Este lunes 11 de abril comienza la Semana Santa, una celebración cristiana que busca recordar la muerte y resurrección de Jesús y, además, llama a la reflexión de los fieles sobre el arrepentimiento y el cuestionamiento de las acciones individuales. En Colombia, un país mayormente católico, se hacen diferentes acciones como: procesiones, misas, rituales y demás. En ese contexto, el diario de El Tiempo sostuvo una charla con el Monseñor Luis José Rueda, arzobispo de Bogotá y primado de Colombia, en la que el religioso habló de la situación actual del país e hizo un llamado a los colombianos para empatizar con el dolor de los otros.
En primer lugar, el Monseñor hizo énfasis en el mayor pecado de la sociedad colombiana y lo relacionó con la normalización de los actos de violencia, corrupción y demás que afectan a los más vulnerables: “Después de compartir y escuchar con atención a las comunidades en diferentes lugares, puedo decir que el mayor pecado de omisión en nuestra sociedad es ciertamente la indiferencia y la apatía ante tanto dolor y sufrimiento que hay en tantos sectores”, anotó.
Y agregó que uno de los inconvenientes para combatir todo lo que acongoja a la Colombia olvidada es la falta de visibilización de los problemas: “He estado en contacto con las realidades dramáticas de carencias de todo orden; muy poco se habla de esa Bogotá profunda, con sus propios sufrimientos y carencias. Y también escucho el clamor de los obispos de zonas en las que reinan el miedo y la desesperanza, regiones abandonadas en manos de grupos que ejercen todo tipo de violencia contra las poblaciones y que les impiden realizar su vida en forma segura y libre. Nos hemos habituado a vivir de espaldas a estas realidades”.
En ese sentido, el arzobispo Rueda anotó que a Colombia aún le falta trabajar en el perdón que esta relacionado de forma directa con la violencia que ha vivido el país en toda su historia y que reconfigura a partir del surgimiento de grupos armados, falta de oportunidades, ausencia estatal y otros factores. Agregó que actualmente se tiene la herramienta del acuerdo de paz para combatir esto, pero que se debe ver de una forma integral.
“Tenemos que esforzarnos en una visión integral del acuerdo de paz porque su implementación puede ser la respuesta para situaciones muy urgentes que se viven en las poblaciones relacionadas con crisis humanitarias y recomposición de grupos armados. Lo que estamos viviendo con el incremento del desplazamiento forzado, asesinatos de líderes sociales, inestabilidad en territorios duramente golpeados por el conflicto nos hace ver la urgencia de una implementación integral del acuerdo”, anotó el religioso.
La exacerbación de la violencia se la atribuye a la falta de atención estatal en zonas donde las extintas Farc tenían presencia histórica y que no pudieron ser atendidas una vez dejaron las armas, sumado a la incapacidad del Gobierno de implementar de forma integra lo pactado en La Habana.
“La fase posterior a la firma de acuerdos de fin de conflictos armados suele ser difícil y con muchos desafíos. Vivimos tiempos de recomposición de grupos armados y sobre todo de luchas por controles territoriales. Debo reconocer que el Estado no tuvo la capacidad de copar socialmente los territorios que fueron dominados por la guerrilla y hoy vivimos las consecuencias de ese vacío de presencia social del Estado” agregó el Monseñor.
Pese a que el panorama no es muy bueno, el arzobispo de Bogotá es positivo y cree que aún hay posibilidades de trasformar los escenarios negativos y hacer uso del acuerdo de paz: “Todavía se puede hacer mucho para asegurar la integración de regiones y sectores sociales que han padecido la guerra”.
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