70 años está cumpliendo Willington Alfonso Ortíz Palacio. 70 como el número de la década a la que tanto iluminó con su fútbol en nuestro país. El viejo Willy es, de lejos, uno de los hombres más importantes y recordados de la historia del fútbol nacional. Nació en San Andrés de Tumaco, un día como hoy, en 1952. Desde muy pequeño, se destacó por su conexión con la pelota. Empezó a practicar futbol y pronto desarrolló la habilidad de proteger el balón haciendo uso de su velocidad. Con sus apenas 1,69 centímetros de estatura era capaz de eludir contrincantes mucho más portentosos, físicamente hablando, que él.
Con 17 años, fue descubierto por el sacerdote Félix Escota, quien lo envió desde Tumaco hacia Girardot, en el centro del país, para que probara suerte en las filas del Atlético Girardot, equipo al mando de Tiberio Uribe Díaz. Es allí donde el joven futbolista empieza a llamar la atención de algunos equipos de la liga profesional. Realizó pruebas con el Deportivo Pereira y el América de Cali, pero no consiguió sorprender a los encargados. Su estatura parecía ser el inconveniente principal. Buscaban delanteros con mayor porte físico.
Después de varios intentos por llegar al fútbol profesional, Ortíz logra sorprender a Jaime Arroyave “El loco”, quien finalmente termina llevándolo a Millonarios a mediados de 1971. En el Ballet Azul pasaría de formar parte de las divisiones menores a integrar el primer equipo. Aprendió a compensar su estatura con otras habilidades. Perfeccionó su gambeta y velocidad, y desarrollo una clara visión de juego para moverse dentro del campo. Además, incrementó su efectividad de cara al arco.
Debutó como profesional a inicios de 1972, ante Inter de Porto Alegre, el equipo brasileño. En ese partido, Willington anotaría el gol de la victoria. Con el equipo embajador conseguiría dos campeonatos de liga, en 1972 y 1978, de la mano del director técnico Gabriel Ochoa Uribe. Fue subcampeón en 1973 y 1975. Compartió plantel con jugadores de la talla de Alejandro Brand y Jaime Morón. El ataque del equipo era una maravilla. El viejo Willy terminó convirtiéndose en ídolo y, a día de hoy, es más azul que nadie.
Mi papá me cuenta, porque yo no pude verlo jugar, que lo mejor era verlo correr y anotar gol sin frenar la carrera. Era muy bueno en eso, además manejaba ambos perfiles, entonces podía atacar con facilidad desde ambos lados del campo. Su cabello rizado resaltaba entre las cabezas de los demás jugadores. Era el montoncito de pelo más rápido de Colombia. Él fue el conductor de la selección nacional durante casi toda la década del 70 y uno de los máximos referentes del deporte en el continente.
Cuando estaba por terminar el colegio, Caracol Radio estaba rifando los dos tomos de la Historia de la Selección Colombia, escrita por Guillermo Ruíz Bonilla, y mi papá se ganó una de las partidas. Me obsequió la enciclopedia y me arrojé a ella como buen futbolero. En el tomo 1 encontré un texto escrito por Willington Ortíz, con su fotografía en la parte superior, en el que narraba sus memorias con el equipo nacional. “Debuté en aquel recordado equipo que utilizaba la camiseta color zapote en los Juegos Olímpicos de Múnich en 1972. Colombia compartía grupo con Polonia, a la postre Medalla de Oro, Alemania Oriental, Medalla de Bronce, y el combinado de Ghana. Ante los equipos de detrás de la cortina de hierro, recibimos sendas goleadas. Frente a los ghaneses ganamos por 3 - 1 (...) Tras esa primera experiencia fui demostrando mi gran calidad en el rentado nacional, jugando para Millonarios. Por estas grandes actuaciones fui llamado por el yugoslavo Todor Veselinovic para conformar el grupo que estaría en las Eliminatorias a Alemania 1974. Aquel 5 de junio de 1975 cambiaría la historia al ser el autor del gol con el que la Selección le ganó a Uruguay en el estadio Centenario de Montevideo, siendo la primera vez que los “charrúas” perdían como locales en la historia, un logro del que pocos se acuerdan el día de hoy. La gente no lo recuerda mucho porque en ese momento no había televisión. Fue un gol importante pues le ganamos a un Uruguay muy fuerte que llevaba años sin perder. La jugada la inició Ernesto Díaz, con el cual hicimos una pared, devolviéndole yo la pelota al espacio, él alude al marcador y tira el centro; yo jugaba como punta arrancando desde atrás, entro por el costado derecho y le pongo la pelota al arquero al lado izquierdo y entra rasante. Así ganamos el juego. La alegría fue grande de todo el equipo al finalizar el partido (...). Yo siempre di lo mejor de mí a la Selección, porque Colombia merecía que sus jugadores entregaran todo”.
El viejo Willy hizo parte del combinado nacional desde el año 72 hasta el 85. Obtuvo el subcampeonato de la Copa América del 75 y disputó con el equipo las eliminatorias de los mundiales de Alemania 74, Argentina 78, España 82 y México 86. Lastimosamente, a pesar de siempre quedar muy cerca, nunca pudo jugar un campeonato del mundo con su selección. Lo que hizo con sus clubes fue espectacular, especialmente con Millonarios, el equipo de mi papá y mío, del que somos hinchas. Ortíz vistió también las camisetas del Deportivo Cali y el América. Consiguió seis títulos de liga y disputó tres finales de Copa Libertadores. Estuvo cerca de llegar al Cosmos de Nueva York, el equipo de Pelé, pero la operación no se concretó.
Es uno de los primeros 20 máximos goleadores de la Selección Colombia y ha sido reconocido por la IFFHS como uno de los 20 mejores futbolistas sudamericanos del siglo XX. Su fútbol era un rezo al viento, era ligero. Parecía patear una pluma cuando apuntaba a gol. Qué bueno habría sido verlo. Dichosos los que pudieron, y afortunados de poder recordarlo hoy, cuando está cumpliendo sus 70 años. Ojalá su leyenda perdure por mucho tiempo, como debe ser.
¡Feliz cumpleaños, viejo Willy!
SEGUIR LEYENDO: