Freddy Enrique Pallares Amaya sabía que lo iban a matar. En la tarde del jueves 24 de marzo, se disponía a ver el partido de la selección de Colombia contra Bolivia, cuando dos hombres armados ingresaron a su hogar, ubicado en la calle 9 con avenida 1 del barrio 7 de Agosto de Cúcuta y le dispararon en tres ocasiones ocasionándole la muerte de manera inmediata.
Murió en el sofá de su casa, ante la mirada de su esposa y dos hijos.
Este hombre de 50 años de edad y mecánico de profesión, se convirtió en el líder social número 44 asesinado en Colombia durante 2022, según el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz) y el 1.330 desde la firma del Acuerdo de Paz entre el Estado colombiano y la antigua guerrilla de las Farc en 2016.
La organización que le hace un seguimiento a las personas defensoras de derechos humanos en el país, afirmó que la víctima era actualmente veedor de movilidad y realizaba control, vigilancia y seguimiento sobre las actuaciones de los organismos rectores de transito en el departamento de Norte de Santander.
En los últimos días, habría realizado denuncias contra presuntas injusticias y abusos de algunos funcionarios del área metropolitana.
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Esto se lo habría confirmado la esposa de Pallares Amaya a las autoridades después del homicidio. La víctima había denunciado el pasado 16 de marzo ante la Fiscalía que era blanco de amenazas por parte de una banda de extorsionistas, incluso dos días después, su esposa volvió a decirles a las autoridades que a “él lo estaban amedrantando”.
La balas le impactaron en el tórax, abdomen y pecho. Según relatan los testigos de los hechos, su compañera sentimental que dormía en el cuarto, se levantó rápidamente y alcanzó a ver a su marido tocándose el pecho. “Él le alcanzó a decir: “amor me mataron” y cayó al piso agonizante y ensangrentado. La mujer se descontroló al ver esa terrible escena y comenzó a gritar, para que los vecinos le ayudaran a auxiliarlo”.
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Los miembros de la Brigada Interinstitucional de Homicidios (Brinho) arribaron al lugar y se encargaron de la inspección técnica de la escena del crimen, encontrando una vainilla de las balas disparadas por el homicida.
Por su parte, la Defensoría del Pueblo había emitido la Alerta Temprana 011-20 para Cúcuta y la zona rural. En ella le entidad resaltaba que la determinación se debía “a la situación de riesgo de vulneraciones a los derechos humanos e infracciones al Derecho Internacional Humanitario”.
Además de ser veedor regional, Pallares Amaya, tenía un taller de mecánica que se ubicaba dentro de la casa donde fue asesinado. Según declaraciones de la esposa ante la Brinho, su esposo, era amenazado por una banda que se dedicaba a vender motos robadas.
Precisamente, la alerta de la Defensoría decía: “otras conductas vulneradoras se han perpetrado en la zona metropolitana de Cúcuta, como los cobros extorsivos a los comercios y fincas por parte de Los Rastrojos, se conoce de la retención de personas que han sido llevadas amarradas y pasadas hacia territorio venezolano”, señala la entidad del Ministerio Público.
Personas cercanas a la víctima lo describieron, al Diario La Opinión de Cúcuta, como una persona amable y dedicada a su trabajo, “Su ética y respeto siempre lo caracterizaron, es una lástima que lo hayan asesinado”, dijo un pariente.
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