Lo que pasó con Estefanía Maldonado, la joven capturada por la policía en Cartagena durante el FICCI

La realizadora audiovisual de 19 años se encontraba en una fiesta organizada por el festival en el hotel Selina y alrededor de la 1:25a.m. del 21 de marzo la Policía llegó de súbito al establecimiento y la apresó injustificadamente.

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En Cartagena, una joven de
En Cartagena, una joven de 19 años fue detenida por la policía sin justificación mientras participaba de una actividad en el marco de FICCI. En la foto: Estefanía Maldonado Vergara. (@_FICCI_)

Quienes presenciaron lo ocurrido esa madrugada aún conservan el frenesí del momento en el tono de sus voces. Cuentan todo como si se tratara de una película de crímenes en la que no se sabe realmente qué ocurre y por qué. “Pasó todo muy rápido”. Era la 1:25 de la mañana. La fiesta, que congregaba a un buen número de artistas, cineastas, productores y realizadores, se presentaba como el momento perfecto para cerrar lo que, hasta entonces, había sido una jornada maravillosa del Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias (FICCI). El hotel Selina de Calle Larga, en el centro de la ciudad, fue el sitio que acogió la misteriosa escena. “¿Por qué se la llevan? ¿Qué está pasando? ¡No se la lleven!”.

Una camioneta de la Policía se estacionó en frente del lugar. Bajaron dos o tres hombres y tras irrumpir en el hotel, ubicaron a una joven que se encontraba en medio de la fiesta. La tomaron por la fuerza y se dispusieron a llevársela a la camioneta. “¿Por qué se la están llevando?”. No hubo respuesta y, en cambio, sí hubo confrontación. “¡No se la lleven!”. gritaban las gentes agolpadas. “¿Qué le van a hacer?” La policía no decía palabra y comenzaba a mostrarse impaciente. Pasaban por delante de todos, a los empujones, a los tropiezos. El objetivo era uno: sacar a la joven y llevársela. La pregunta: ¿A causa de qué?

“A esa hora estaban ya desalojando la fiesta”, me cuenta Carol Ann Figueroa, que estaba presente cuando se dio todo. “Nos habían pedido que comenzáramos a salir. Yo bajé las escaleras y cuando llegué abajo vi que había un grupo de gente rodeando a una persona. No entendí muy bien la situación. Lo que pude ver era que se estaban llevando a alguien a la parte de atrás de una patrulla de Policía. Eran cerca de 6 hombres uniformados. Me acerqué a ver para entender por qué la gente se estaba mostrando molesta, por qué se resistían. Entonces, vi cómo metían a una pelada en la patrulla y ahí fue cuando todos empezaron a gritar, que por qué se la llevaban, que no era justo, que era una chica de 19 años y no querían que estuviera sola en esa patrulla. La gente le reclamaba a los oficiales, pero no decían nada. Todo se estaba poniendo muy agresivo. Pude ver a una mujer policía al margen de la situación. Ella no estaba haciendo nada. No se subió a la patrulla con la chica. Dejó que los hombres se hicieran cargo. Ellos no respondían ninguna de las preguntas y se dispusieron a poner en marcha la camioneta. En ese momento, todos los que estábamos intentando entender qué ocurría, nos fuimos a la parte de adelante de la camioneta para no dejarla avanzar, sin embargo, se seguía moviendo. Estábamos ahí, casi que pegados al motor de la camioneta. Cuando vimos que no se detenían, varias personas se sentaron en el suelo, justo al frente de la camioneta. Eran quizá 6 0 7. Los demás nos ubicamos en la parte de atrás. Éramos como 15 personas. La policía reaccionó mal ante esto y hubo una serie de gritos y jalones. La gente pedía explicaciones. Rápidamente, varios policías comenzaron a llegar. Cerca de 10 llegaron en un momento. Se ubicaron a un lado de la camioneta. Otros estaban detrás. Cada vez llegaban más. Ya eran muchísimos. La gente seguía resistiéndose. Empezamos a exigir que la soltaran. Todos estábamos de acuerdo en que era peligroso que ella estuviera en esa camioneta con solo hombres y sin ninguna razón de por qué se la estaban llevando. Los policías no tenían identificación. Muchas personas se las pidieron, pero ellos o no las tenían, o simplemente no las mostraban. Empezaron a mostrarse muy groseros. Se burlaban de la gente, y hubo confrontación. Básicamente, lo que se quería era una explicación de por qué se la estaban llevando. Todo se puso muy tenso. Fueron cerca de dos horas lo que duramos allí, parados, esperando a ver cómo se podía resolver la cosa. Muchos empezamos a compartir información en redes, buscando ayuda. Nadie acudía. Eran casi las 3 de la mañana. Buscamos ayuda con la gente del festival, con personas en Derechos Humanos, con gente que de alguna manera pudiera resolver el asunto. En un punto, hubo un anuncio de la policía informándonos que el ESMAD podía llegar. Ahí se incrementaron los esfuerzos para solucionar la situación. Se convino que la chica se fuera acompañada por una delegación. Se eligió a Elizabeth Castillo, que además de escritora es abogada. Ella se sumó a la situación para entender qué estaba pasando. Consuelo Castillo, que estaba a cargo del evento por parte de DOCCO, Elkin, de la Academia de Cine, y una persona que no sé quién era. Cuando se acordó eso, la gente se tranquilizó y se apartó. Se pueden ir con ella, entonces. Así pues, se fueron, pero como a los 40 minutos comenzó a decirse que la policía había incumplido el pacto. A los delegados los separaron de ella. Hasta ahí tuve información de primera mano. Sé que al otro día los organizadores de FICCI se pudieron al frente de la situación”.

Carol Ann Figueroa es guionista y es la creadora de contenido del canal de YouTube ‘La Píldora’. Ella accedió a hablar conmigo al ver el interés de Infobae por ampliar la noticia. Como ella, otras dos personas, asistentes tanto al festival como a la fiesta, aseguran que la policía no accedió en ningún momento a las peticiones de la gente y cuando acordaron lo de los delegados, solo fue para apartar al gentío. Las autoridades indicaron que si la joven era trasladada a la estación todo se resolvería rápidamente. Pero, según varias fuentes consultadas, una vez allí no se le permitió ver a nadie. Se informó después que había sido trasladada a la Fiscalía de Canapé.

“Yo me encontraba ya en la habitación del hotel al momento de la fiesta. Me asomé a la ventana y vi que estaba pasando algo. Me fui a ver qué ocurría y lo que veo es a esta patrulla y a un montón de gente sentada frente a la camioneta pidiendo que soltaran a la persona que se habían llevado. Esto qué es, pensé. Me encontré con varias personas que estaban en el evento en el que yo participaba, un laboratorio de creación de nombre DocULabs. Pregunté qué había pasado y me dijeron que la policía se había llevado a una chica, la habían subido a la patrulla, que el Mayor había dado la orden. Yo pregunté, entonces, qué en dónde estaba el Mayor. Me fui a ver dónde andaba el hombre, lo saludé, me presenté, le conté que yo estaba en el hotel y le dije que en qué le podía servir para ver cómo lográbamos resolver el asunto. El tipo estaba completamente hostil. Fue grosero, pedante, agresivo. La gente estaba molesta, sí, pero no había necesidad de ponerse en esa actitud tan violenta. Todo el tiempo estaba gritando y llamando por radio, pidiendo que le mandaran al ESMAD y no sé qué más cosas. Era una cosa absurda. Un despropósito de todo, una reacción completamente salida de proporciones. El tipo decía que la muchacha lo había agredido, lo había cacheteado y eso era un irrespeto a la autoridad. Yo estuve de acuerdo en que era una conducta inapropiada hasta que más adelante, la vi a ella. Mide 30 centímetros menos que ese señor. Ni saltando le alcanzaba a tocar la cara. Para mí fue clarísimo, más tarde, que todo eso era un típico caso de abuso de autoridad. Pero volviendo, nadie tenía idea de quién iba en el carro y a mí me pareció que debíamos seguir ahí para ver qué pasaba realmente. Después de varios minutos, la tensión fue subiendo. La actitud del Mayor no ayudaba y cada vez iba llegando más y más gente. Acordamos con tres personas que estábamos ahí, entre ellas Consuelo Castillo, en representación de DOCCO, que nos íbamos con el Mayor en la patrulla a acompañar a la persona que estaba ahí dentro y así tratar de resolver la situación para calmar un poco los ánimos que, para ese momento, ya estaban caldeadísimos. Y el Mayor pidiendo al ESMAD no estaba haciendo más que alborotar el avispero. Ahí, Consuelo dice que se van ella y Yesid. Yo le digo que los acompaño. Ninguno de los dos es abogado. Nos subimos al carro y llegamos al primer centro de Policía en la ciudad vieja. Nos bajamos y llegó el Mayor gritando que qué era lo que estaba pasando, que qué hacíamos ahí, que necesitaban llevarse rápido a esa muchacha a otro sitio. Ahí supe quién era la persona que estaba en el carro. Yo no tenía ni idea. La saludé y le dije que la íbamos a acompañar hasta donde la llevaran, le dije que no se preocupara. Yo soy abogada y te voy a representar en lo que necesites. De ahí, de esa primera estación, nos fuimos a una segunda. Yo me fui con la chica atrás. Ella estaba, obviamente, muy nerviosa. Nos fuimos hablando y le pregunté su versión de los hechos. Me la contó y yo le reconfirmé que iba a estar con ella, que no se preocupara. Cuando llegamos a la segunda estación, que finalmente terminó siendo la sede de la Fiscalía, el Mayor ya estaba ahí y ordenó que la chica tenía que entrar esposada. Yo no entendía porque ella no había hecho nada y así se lo dije al hombre. No tienen por qué esposarla para entrar. Empezó a gritar, pidiendo que la entraran rápido, los policías fueron a ejecutar la orden y en ese momento hay un forcejeo espantoso. A mí me empujan y me impiden estar con mi defendida y a ella la entran a la brava, aunque finalmente no la esposan. Hasta ese momento supe de ella, pero nosotros seguíamos allí y nadie daba razón de nada. La cosa termina en que ella sale a las 5 de la tarde del 21 de marzo”.

Eso fue lo que me contó Elizabeth Castillo, activista, política y abogada. Ella es incisiva en el hecho de que la policía no tenía argumentos para el arresto. Y como ella, otra de las fuentes consultadas, se mantiene firme al respecto. Casos como este, en el que la Policía abusa de su figura de autoridad, se dan más seguido de lo que pensamos en nuestro país. Todos lo sabemos. El error es hacer de cuenta que no pasa nada. Precisamente sobre eso, una de mis fuentes señaló: “Desde el primer momento todo fue demasiado violento. La Policía comenzó a comportarse como si todo lo que ocurría en la fiesta fuera ilegal. Lastimosamente, este tipo de cosas suceden constantemente. Mucha gente alrededor del hotel decía que era normal en los barrios, que cuando no era a los gritos entonces era a los tiros. Fuimos testigos de un caso de violencia policial fuerte y de lo que significa ponerse por delante de la autoridad para defender a una mujer”. Ella misma tiene una versión más completa sobre cómo inició todo y sus palabras dejan en evidencia que todo gira en torno a los egos de un oficial con anhelos de grandeza.

Con fino detalle, narra: “Yo bajo a la puerta del hotel y ya la fiesta está llena. Bajo a ver qué está pasando y si había alguien afuera que quería entrar. Ahí ya veo a un guardia completamente desbordado. Nadie entra. Hay mucha gente afuera. En ese momento, veo al frente a un hombre desnudo corriendo de un lado a otro. La policía le pide documentos y él comienza a quitarse la ropa y a decirles cosas. Termina tirándose al mar después de unos minutos, por los lados del muelle de los pegasos. Para este sujeto no hay ningún seguimiento de la policía. Más allá de que es lo más escandaloso que sucede en esos momentos en la calle, no sucede nada. Estoy en el lobby del hotel y justo cuando voy a regresar a la fiesta veo que la policía entra al hotel. Empiezan a pedir documentos y permisos, y se quejan sobre la fiesta. Lo que parece ser es que la persona que estaba a cargo no tenía las llaves del cuarto en el que reposaban estos documentos y la policía tomó la decisión de romper la puerta del cuarto para poder sacar esos papeles. Ahí todo empezó a alterarse. En ese momento, el oficial a cargo comienza a hablarle a la gente que está en la fiesta y a pedir documentos de identidad y demás, amenazando con que se va a desalojar el lugar, suponiendo que lo que sucede allí es ilegal. Justo ahí yo me voy hacia el fondo del salón y le aviso a las personas con las que estoy que no bajen, que llegó la policía y cerraron la puerta. No iban a dejar salir a nadie. Empiezan a bajar más personas y la policía, con una actitud muy acusatoria, los acorrala y les exige papeles. Para entonces, los policías estaban parados ahí, mostrándose imponentes, grabándole la cara a las personas que salían de la fiesta y parece ser que ahí es cuando esta chica le empuja el celular a uno de los oficiales que la graba sin su permiso. Entonces, la someten, la apartan y luego todo se pone complejo”.

Estefanía, o Stephanía, Maldonado Vergara, en las diferentes publicaciones oficiales su nombre aparece escrito de maneras distintas, ha sido la más reciente víctima de abuso policial en nuestro país. Si bien, su liberación se dio en un plazo relativamente corto, el proceso en sí no fue el correcto. En redes sociales, varios de los asistentes al FICCI aún continúan cuestionando a las autoridades y los organizadores de los diferentes colectivos participantes se muestran consternados, aterrados ante una realidad que, aunque difícil, no puede ser más cierta. No es posible sentirse seguro en ningún lugar. Así mismo, hay varias personas que solicitan revisar de manera urgente los procedimientos aplicados por la policía para la detención de las mujeres, no solo en Cartagena, sino en todo el país.

Los organizadores del Festival de Cine y ANAFE Colombia se han pronunciado al respecto y agradecen a todas las personas que se opusieron al abuso, dando a entender que no están de acuerdo con estos comportamientos. No está de más anotar, como ya lo hemos mencionado en una nota publicada en Infobae, que durante el mes de enero la organización internacional Human Rights Watch (HRW) presentó un informe anual en el cual denunció la falta de compromiso del gobierno del presidente Iván Duque para acatar las recomendaciones sobre reformar a la Policía Nacional, de modo que se eviten más abusos de su parte. En el documento se recuerda el desolador panorama que vivió el país entre finales de abril y junio del 2021, cuando se registraron 25 muertos a manos de la acción policial.

Colombia no puede seguir transitando por esta senda. Ojalá se tomen cartas sobre el asunto. Los oficiales implicados en el caso de Maldonado no revelaron sus nombres y seguro se regocijan en medio de sus abusos. No se conocen detalles sobre lo que sucedió con la chica mientras estuvo en una celda ocupada únicamente por hombres. No sabemos qué acciones tomó la policía frente a su caso, qué le dijeron, o cómo lograron salir bien librados. Lo cierto es que no podemos seguir haciéndonos los de la vista gorda, nuestro sistema policial no funciona como debe ser y ya es momento de que se considere un total y exhaustivo proceso de reformación. Ojalá se haga de la manera correcta. Habrá que ver.

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