Los crímenes en el país son muchos, sobre todo si se tiene en cuenta la historia de violencia y conflicto armado que tiene Colombia. Desde la consolidación del Estado y lo social se han producido enfrentamiento importantes por las diferencias ideológicas que hasta el día de hoy no se han podido conciliar.
En la noche del 2 de diciembre de 1873, ocurrió un crimen en lo que hoy día se conoce como Medellín y la historia fue tan impactante y aterradora que en el Museo de Antioquia, aún conservan el arma homicida como parte de los relatos de lo que ha ocurrido. El arma que fue usada para ejecutar un crimen contra una familia hoy día posa en el mismo espacio que obras de arte de Fernando Botero, Francisco Antonio Cano y otras obras de arte de la región.
Según cuenta la historia y como mencionó El Tiempo, el crimen fue ejecutado en la noche en la cada de los Escovar, las víctimas fatídicas fueron reconocidas como: Virginia Álvarez, de 36 años; su esposo, Melitón Escovar, de 48; Sinforiano Escovar, de 22 años e hijo de la pareja; Juana Echeverri, de 63 años y madre de Virginia; Teresa Ramírez, de unos 15 años, y María Ana Marulanda, de unos 36 años, quien era la sirvienta.
Sin embargo, en medio del rio de sangre que dejo la escena hubo dos sobrevivientes: Manuel Antonio, de un poco más de un año e hijo de María Ana, y Manuel Salvador, hijo menor de los Escovar, quien tenía cuatro años.
Esa noche el vecino de los Escovar, Manuel Antonio Botero escucho algunos reídos y quejidos, pero no se aleto porque su vecina Virginia en la tarde había estado quejándose de un dolor de muela que la hacía gritar. Por lo que Manuel Antonio procedió a dormir y no se alertó.
A la mañana siguiente al salir de su casa, decidió ir donde sus vecino pero como era de madrugada al llegar a la casa, por medio de la ventana vio algunas personas acostadas en el piso, por lo que pensó que lo mejor sería volver después ya que la familia se encontraba descansando. Lo único extraño fue una mancha de sangre en la entrada de la casa, pero su única explicación fue el dolor de muela de Virginia.
Sin embargo, horas más tarde un trabajador que tenía cita con la familia llegó a la casa y al notar un profundo silencio, miró por la ventana y vio los cuerpos de dos mujeres en el piso y dos niños llorando. Por lo que rápidamente alertó a los vecinos.
Posterior al asombro y temor que creo la dramática escena del crimen a la comunidad, se llamó a las autoridades quiénes encontraron una caso atípico para la época y comenzaron una investigación. En la recolección de pruebas encontraron el arma usada para el crimen debajo de la cama de una de las víctimas y por primera vez en Colombia se utilizó la fotografía en las labores judiciales.
Finalmente se determinó que el crimen había sido perpetrado por uno de los integrantes de la familia Escovar, pero nunca se logró saber quién era el o la culpable.
SEGUIR LEYENDO