Qué es el trenzado de caña flecha, declarado patrimonio inmaterial de la nación en Colombia

Objetos realizados con esta técnica ancestral de las comunidades caribeñas colombianas han llegado a las casas de colombianos en todo el país e incluso han servido como regalos para diferentes líderes mundiales

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Sombrero vueltiao de caña flecha (Colprensa)
Sombrero vueltiao de caña flecha (Colprensa)

Una prenda insignia del caribe colombiano es el sombrero vueltiao que es elaborado originalmente en el trenzado de caña de flecha, una técnica artesanal de cientos de años de tradición en las comunidades Zenú, que fue reconocida oficialmente como patrimonio inmaterial de Colombia.

El Consejo Nacional de Patrimonio Cultural del Ministerio de Cultura aprobó la inscripción del Trenzado en caña flecha, prácticas y conocimientos ancestrales artesanales de la identidad Zenú del Resguardo Indígena Zenú de San Andrés de Sotavento, ubicado en los departamentos de Córdoba y Sucre, en la Lista Representativa de Patrimonio Cultural Inmaterial del Ámbito Nacional.

La palma caña flecha crece principalmente en esos dos departamentos, en zonas húmedas y pantanosas. Allí se ubicaron las poblaciones indígenas Zenú, que centraron su producción en la utilización de esa planta. De ella construían sus casas y cañas de pescar, razón a la que se atribuye, en algunas investigaciones el nombre ‘flecha’ de acuerdo con Artesanías de Colombia.

El diseñador textil Camilo Ayala, de la Universidad de Los Andes, explicó en su proyecto de tesis que eran los finzenú los encargados de la comunidad indígena del tejido y la cestería, quienes con el paso del tiempo encontraron la forma de hacer flexible la caña flecha. Al quitarle los bordes y dejarla secar, podrían trenzarla.

Con el paso del tiempo, los indígenas Zenú perfeccionaron la técnica y se difundió por el resto del Caribe colombiano. Sin embargo, por requisitos de patrimonio se debe especificar un territorio definido donde se salvaguarde la práctica. Pero esta técnica se ha difundido y valorado nacional e internacionalmente, al punto de llegarse a encontrar réplicas plásticas.

Los colores tradicionales son el negro y el blanco o color natural de la fibra, aunque se han introducido tonalidades diferentes. Para lograr los dos primeros, según reconstruyó en un documento Artesanías de Colombia, se hace un extenso proceso artesanal.

Los artesanos cocinan la caña flecha por una hora en una olla con agua, jugo de limón y caña brava o bicarbonato de sodio, en el caso del blanco o color natural. Por otro lado, para el color negro, se cocina en una olla por dos horas con agua y hojas de plantas como la bija y luego se sumerge en barro y hojas de dividivi, catorrea, jagua, concha de palma verde, hoja de manzano o flor de totumo, entre otras.

La caña se debe dejar crecer por unos dos meses, y cuando las hojas alcanzan una extensión de aproximadamente un metro, se cortan. Se deja únicamente la parte dura o vena y el cultivador se pone una zapatilla el en muslo para con un cuchillo dejar tiras lisas. Se dejan secar al sol tendidas y luego se hace el proceso para darles color.

Existen tres variedades de caña flecha: martinera, criolla y costera. La criolla es la más adecuada por su textura, flexibilidad y color. Es utilizada para los sombreros “finos” de 21 y 19 vueltas especialmente. La martinera para el 15 y la costera para el 11, o los sombreros de muy baja calidad, según explicó la entidad.

La técnica ha presentado algunos riesgos en los últimos años debido a la falta de cultivo por priorizar los territorios para ganadería, la extensión del comercio en otras regiones no autóctonas así como los altos cotos de producción de los originales.

Por eso, junto con la declaratoria de patrimonio, las comunidades con el acompañamiento técnico del Ministerio de Cultura elaboraron el Plan Especial de Salvaguardia -PES-, proyectado a 10 años como un acuerdo social construido de manera participativa con los portadores de tradición y gestores de esta manifestación cultural.

Este tiene “el objetivo de salvaguardar la transmisión intergeneracional de estos conocimientos y promover su producción sostenible ambiental y socialmente, así como el reconocimiento público de estas técnicas artesanales como propiedad intelectual y cultural de los Zenú”, según explicó la ministra de Cultura Angélica Mayolo.

El programa incluye incentivos para el cultivo de caña flecha en todas sus variedades, la generación de bancos de semillas tradicionales, con enfoque familiar y comunitario, la promoción de prácticas productivas tradicionales Zenú; el fomento de la transmisión de saberes asociados a las técnicas en articulación con espacios de educación formal y no forma, así como fortalecimiento y creación de emprendimientos.

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