El caso de Liliana Segovia en Barranquilla, continúa revelando datos escabrosos de un hecho que consterna a toda la costa atlántica, pues las condiciones en que se realizó el crimen generan todo tipo de especulaciones, acerca de la implicación de otros actores en este lamentable suceso que acabó con la vida de la mujer de 36 años, que desapareció el pasado 28 de febrero en las horas de la mañana y fue encontrada muerta el 2 de marzo en una vía secundaria del municipio de Tubará en el Atlántico.
Tras conocerse la captura de Jairo Medina Vega, surgieron hipótesis respecto a quiénes acompañaron al capturado en la realización del crimen, Medina relató cómo de manera individual, acabó con la vida de Liliana Segovia, sin embargo, la Policía aún tiene dudas, pues afirman que es difícil que un hecho como estos lo conduzca una persona únicamente, debido a la serie de movimientos que tuvo el cuerpo y las condiciones en que se halló, además de la planeación el crimen.
Jairo Medina aparentemente se encontraba en búsqueda de la camioneta que le pertenecía a Liliana Segovia, un automotor de alta gama que era apetecido por varios compradores que desde el ámbito ilegal realizan distintas tareas para conseguir nuevos papeles y enviarlos vehículos a Venezuela, según estableció Zona Cero, en donde no pueden ser rastreados. Medina habría acordado con un comprador en Valledupar, la adquisición del vehículo, pero este tendría que llevarlo a la capital del César para realizar la transacción.
El capturado ya habría planeado su objetivo principal, pues sería la camioneta de la víctima la que sería vendida, por lo tanto, desde ahí inició la ejecución de este plan. Según conoció el diario El Heraldo, Medina y Segovia se habían conocido meses atrás en un compartir de un edificio, en ese lugar se supo sobre el buen momento económico que vivía la mujer, situación que generó distintas especulaciones, además de provocar malas intenciones en el presunto delincuente, quién citó a la víctima para hablarle sobre un negocio de cripto monedas y la posibilidad de multiplicar ganancias con ella.
La estabilidad económica que tenía Liliana Segovia, tenía relación con una doble pensión que manejaba por cuidar a su esposo, un hombre de 90 años de doble nacionalidad que no afrontaba un buen momento de salud, por lo tanto, estos dineros sumados a los beneficios del negocio digital, le daban a la víctima una importante seguridad financiera.
Tanto a Liliana Segovia como Jairo Medina, pactaron una cita en las horas de la mañana del pasado lunes 28 de febrero, en esta oportunidad el sindicado agresor espero detrás de un parque en Barranquilla a la víctima, se reunieron en la parte de atrás de un vehículo para dialogar sobre el supuesto negocio que iban a realizar, Segovia le mostró una billetera virtual al presunto asesino, tras esto empezaron a forcejear por el teléfono al punto en que la mujer terminó asfixiada y sin signos vitales, posterior a esto fue el cadáver fue puesto en el baúl del vehículo y escondido en un edificio hasta el día siguiente.
Al otro día, Jairo Medina habría depositado el cuerpo en un recipiente plástico de gran tamaño y terminó llevándolo a una zona aledaña del municipio de Tubará, para dejarlo en inmediaciones de esta vía. Días después, vecinos de este sector alertaron a las autoridades por la presencia de aves carroñeras en este sector, pues se presentía que podría tratarse de un cadáver que había sido abandonado y claramente, se trataba del cuerpo de la mujer. La investigación continúa y pretende esclarecer si hay más implicados en este asesinato, o si Medina operó de manera individual.
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