En 2018 Matador vio un meme del puerco porky con los crespos de Iván Duque. Por aquel entonces, el hoy presidente de la República andaba de campaña electoral y cuenta el caricaturista que tras cargar la maleta de Álvaro Uribe Vélez, pasó a ser la mejor opción del Centro Democrático para enfrentarse a un país dividido de cara a unas elecciones en las que la derecha se enfrentaba con una izquierda cada vez más fuerte.
La cereza del pastel que finiquitó los trazos que definirían la caricatura del mandatario fue cuando en alguna entrevista Duque reveló que en el colegio tenía una banda de rock que se llamaba Pig Nose, lo que se traduce en español como “nariz de cerdo”. Desde ese momento, cuenta, la caricatura dejó de ser su propia propuesta y pasó a convertirse en un reflejo fiel del presidente.
“Que haya dibujado al presidente como un cerdo me trajo muchos problemas, incluso amenazas de muerte, porque el cerdo en el ideario judeo cristiano es un animal repudiable. Es muy rico para comer, pero incluso algunas culturas no lo comen. Me acuerdo mucho de una señora que me escribió ‘al menos colócale ropa, gran hijueputa’. Yo me vine a dar cuenta que se trataba de una mujer uribista porque escribió ‘hijueputa’ sin hache”, afirma Matador.
Entonces, así como Dios hizo al hombre, con el tiempo Matador vistió al cerdo, un animal que según Daniel Samper Ospina en el prólogo del libro, está rodeado de prejuicios que vale la pena desmitificar, porque “este animal glorioso, cuya vocación de sacrificio y servicio por los demás es exactamente contraria al líder político con el que suelen compararlo”.
Por eso, Matador sostiene que, “la diferencia es que un chancho está bien, un puerquito está bien un cochino está bien, ya sea en la mesa o de mascota. Pero ni un chancho, ni un cerdito, ni un cochino pueden ser presidentes, porque mire el chiquero que forman, la cochinada de país que tenemos. Regresamos 20 años atrás en temas de violencia y pobreza”.
Con esto el caricaturista no solo se refiere a las criticas que ha recibido el gobierno de Iván Duque, señalamientos que hoy, en plena contienda electoral, parecen adquirir mayor protagonismo. Lleva criticándolo cuatro años y en su libro lo demuestra con un recuento de los dibujos más impactantes que fueron publicados en el diario El Tiempo, desde el momento de su candidatura, hasta faltando seis meses para su partida.
Por eso, su critica no solo se fundamenta en los últimos escándalos, como una Ley de Garantías pisoteada, sobre la cual el Dari (Dirección de Información, Análisis y Reacción Inmediata) hizo una serie de denuncias tras verificar la suscripción de 645.495 contratos por más de 52 billones de pesos, sino que traslada la mirada a un país que, afirma, ha sido saqueado por una clase dirigente que no solo se adueña del presupuesto, sino que lo deja endeudado en todos los frentes.
“Iván Duque, como todos los marranitos es una persona inteligente. Yo creo que la curva de aprendizaje de él, es la curva de la corrupción. A él nos lo vendieron como una persona correcta y mire que ha sido un corrupto extremo. Ahora, si no es corrupto porque no sepa (cosa que no creo), es corrupto porque no ve, porque le hace mandados al uribismo. Esta señora Abudinen se robó 70 mil millones de pesos y hace dos días capturaron a una señora porque se robó unas arepas. Entonces, ¿en qué clase de país vivimos?
A parte de los 70 mil millones, los bancos están cobrando una póliza, entonces el gobierno de Duque es un gobierno ladrón, un gobierno corrupto, un gobierno asesino por omisión porque ayer mataron a dos líderes sociales del Cesar y no pasa nada. Los entes de control como la Fiscalía, la Procuraduría, la Defensoría del Pueblo, la Contraloría, son del gobierno, entonces esto es muy parecido a una dictadura con ropaje de democracia”.
Del humor negro al temor
Dario Fo, el actor, escritor y ganador del Premio Nobel de Literatura, afirmó alguna vez que, “la sátira es el arma más eficaz contra el poder: el poder no soporta el humor, ni siquiera los gobernantes que se llaman democráticos, porque la risa libera al hombre de sus miedos”.
La frase continúa igual de vigente, más aún cuando Matador relata sus encuentros con Iván Duque, Álvaro Uribe y Gustavo Petro. En lo que concierne a Álvaro Uribe, cuenta que antes tenía contacto por él a través del interno de Twitter, pero después, afirma, el expresidente lo bloqueó. Con Gustavo Petro, dice, tuvo alguna vez oportunidad de entrevistarlo para la revista Soho, pero con Iván Duque la relación ha sido gélida, tal cual como lo referencia en su obra Cerdocracia.
Sucedió en la JEP, “doné una obra, una caricatura, para la celebración de los cinco años del Acuerdo Final de Paz. Yo tenía un tapabocas y estaba vestido como un conductor de bus. Iván Duque se acercó a saludarnos, pero cuando me saludó, él no sabía que era yo porque tenía mi tapabocas. Yo solo tenía un prendedor de una paloma de paz. Me miró a los ojos y miró mi prendedor, me quitó la mano. Era una mano fría, como una pequeña pezuña”.
Una vez emprendió la retirada, cuenta Matador, Duque no siguió saludando, “se fue cagado del miedo, literalmente”, sostiene en tono de burla, pues a diferencia de muchos, hay un humor que definitivamente no hace gracia, mucho menos cuando se aferra la verdad.
En tal sentido, hay una realidad que para Matador es contundente. “El pueblo se puede dividir en dos. En vivos y muertos. La pandemia nos dejó casi 149 mil muertos. Las masacres volvieron, los líderes sociales asesinados, los feminicidios, etc. También está la división entre quienes pueden comer tres veces al día y quienes pueden comer dos. Es un pueblo hambreado, con un serio problema de seguridad. El mal manejo que se le dio al inmigrante venezolano, es un torpeza total. Estamos muy divididos, pero yo creo que en general estamos emputados y ese empute es lo que nos puede unir estas elecciones, es lo que yo creo que es voto de castigo. No sé si las encuestadoras lo están midiendo, pero tanto uribista quebrado, aguantando hambre, no va a votar por Uribe. Yo creo incluso que muchos uribistas van a votar por Petro en castigo de todo lo que ha pasado. Lo único que hay que esperar es que si Petro llega a la presidencia, sea buen presidente”.
Pese a eso, agrega, es importante que la ciudadanía deje a un lado los ideales de ‘mesías’, pues lo que se necesita es que cada uno se comprometa con el país y haga las cosas bien. Sin embargo, aunque con humor pareciera comunicar lo suficiente, sabe que su labor es una rueda sin freno, ya que en el caso hipotético en el que la violencia, la corrupción y el narcotráfico se acabaran, siempre existiría una razón para dibujar “porque la mordacidad del humor, se alimenta de la mordaza del tirano. Somos la única especie que se ríe”, cuenta con certeza.
Así las cosas, con su libro en las entradas de las principales librerías del país y con Cerdocracia, una obra diseñada para sacarle el lado divertido a una parte de la historia de la política colombiana, esa que por momentos parece repetir sus tragedias, Matador sigue exhortando a no olvidarse de lo que pasa, no voltear la mirada ante la realidad del país y la imagen de un presidente, que desde sus inicios no ha dejado de ser lo que él califica como “una caricatura”.
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