En las últimas horas, se entregó el Premio Cafam a la Mujer, en su versión número 33, a Claudia Yurley Quintero, quien representaba al departamento del Putumayo y fue elegida, entre las otras 29 nominadas, por su entrega y compromiso en las obras sociales del país y, especialmente, por ayudar a las mujeres que trabajan en la prostitución con la fundación Empodérame.
Al recibir el galardón, Quintero expresó “se lo quiero dedicar a las mujeres sobrevivientes de la trata de personas y la explotación sexual para la prostitución y especialmente a aquellas que hoy están en un prostíbulo, en un estudio webcam o en una casa de citas creyendo, quizás, que están salvando su vida de esa manera”.
La historia de Claudia Yurley Quintero es muy reconocida en el Putumayo y en el resto de Colombia, pues se ha convertido en una luchadora en contra de la prostitución en el país, entrando muchas veces incluso en conflictos con quienes se desempeñan en este tipo de trabajo, el cual no es considera como tal por Quintero. La razón es que ella misma fue víctima de la explotación sexual y ha luchado porque otras mujeres no vivan lo mismo que ella.
A través de su trabajo con la fundación Empodérame, Quintero se ha mantenido en su posición de que la prostitución debe ser abolida en el país y no considerada como una profesión. Como lo ha señalado múltiples veces y lo resaltó al recibir el premio, son muchas las mujeres que como consecuencia de la pobreza, violencia y falta de oportunidades terminan vinculadas en una red de trata de personas en las que, además, terminan siendo víctimas de violencia física y sexual.
Desde muy pequeña, en Cúcuta, Quintero fue víctima del desplazamiento forzado en la década de los 90 a causa de los grupos al margen de la ley. En una entrevista con el portal KienyKe la mujer reveló que la capital del Norte de Santander ella se convirtió en un ‘problema’ para los líderes de las Autodefensas, quienes la amenazaron y la convirtieron en objetivo militar.
Tras eso se trasladó junto a su familia a Bogotá, en donde tuvo a su primer hijo, pero la desesperación ante la falta de dinero la obligó a aceptar dinero a cambio de sexo en la capital del país. Pensando principalmente en que debía velar por los suyos y llevar dinero a casa, Quintero ingresó a su “época oscura”, en el centro de la ciudad.
Fue víctima de proxenetas que la hacían trabajar con su cuerpo y esto la llevó a caer también en problemas relacionados con el alcool y las drogas. “Estuve con hombres que no deseaba para poder comer y dar de comer a mis hijos. Esto es una realidad que me duele muchísimo, porque hoy en día entiendo que no fue una elección mía, que fui llevada a la prostitución por una guerra que yo no decidí”, le dijo al portal anteriormente mencionado.
Luego de varios años y temiendo a las amenazas de los proxenetas, Quintero huyó a Argentina con su familia, en donde estudió y conoció las historias de otros migrantes, así que se enfocó en el estudio de los derechos humanos y, especialmente, en la trata de personas y explotación sexual.
Tras su regreso al país, Claudia Quintero recibió el apoyo de otras mujeres para sanar sus heridas, y ella misma emprendió su sueño de ayudar a otras víctimas de la explotación sexual. Su labor a través de la Fundación Empodérame le han generado amenazas y atentados de los que ha salido victoriosa, pero todavía continúa apoyando a más de 550 personas al año, entre hombres y mujeres.
Junto al Premio de Mujer Cafam, Quitnero recibió 40 millones de pesos para seguir financiando su causa.
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