Ni la ceguera que padece desde que nació, la pandemia que dificultó el acercamiento físico y mucho menos su corta edad, han sido impedimentos para que Tatiana Molina, de apenas 15 años, sea un prodigio en el taekwondo, un arte marcial en el que ya acumula varias preseas de oro.
Infobae Colombia conoció la emotiva e inspiradora historia de Tatiana, que es oriunda de Fonquetá, una de las veredas más humildes del municipio de Chía, en Cundinamarca, quien a tan solo un año de iniciar a practicar este deporte ya le lleva a su departamento cuatro medallas del preciado metal.
“Me siento como una persona triunfadora. A veces ni yo misma me creo hasta donde he llegado, porque yo nunca me imaginé llegar tan lejos en un deporte por mi discapacidad. Me siento una triunfadora y quiero cada día llegar más lejos”, le contó la joven estudiante de grado noveno a este portal.
La taekwondista cundinamarquesa nació con un noventa por ciento de ceguera. Sin embargo, cuando tenía 11 años de edad, sus padres decidieron someterla a una serie de procedimientos quirúrgicos para tratar de que volviera a ver; lamentablemente, no rindieron los efectos esperados y Tatiana quedó completamente sin visión.
Su familia entró en angustia y, de alguna forma, se dio por rendida. No obstante, como una luz al final del túnel, llegó doña Miriam García, su abuela, quien quiso potenciar las capacidades de su nieta y la inscribió al programa de taekwondo del Instituto Municipal de Recreación y Deporte (IMRD) de Chía; allí, comenzó a saltar de triunfo en triunfo en medio de gritos, patadas, uniformes blancos y cinturones.
“A mi mamá al principio le daba algo de miedo porque decía que ese deporte tan peligroso, que probablemente a uno le pueden pegar, pero luego le gustó y se siente orgullosa. Y en cuanto a mi abuelita, ella es la que más esmero le pone así que cada día está más orgullosa”, contó Tatiana, quien ya se consagra como campeona de esa práctica asiática tanto en Cundinamarca.
“Me falta trabajar mucho para llegar a cinturón negro, pero pues yo quiero y si se quiere se puede”. En el taekwondo se avanza de categoría dependiendo del color de la franja que envuelve la cintura del deportista. En el caso de esta joven de Fonquetá, se encuentra en cinturón verde y, aunque reconoce que le faltan varios años para ser cinturón negro -de los máximos escalafones-, da a conocer, orgullosa, los trofeos que se ha ganado.
“He asistido a cuatro campeonatos dos de Copa Colombia y dos de Copa Regional Departamental y en los cuatro campeonatos he ganado cuatro medallas de oro”, señala la joven deportista, quien dice que trabajará fuertemente hasta poder competir en una de las ediciones de los Juegos Paralímpicos.
Cómo es ser taekwondista siendo ciego
Como ella misma lo contó, el mayor miedo de sus padres era que saliera lastimada mientras se enfrentaba en el campo de pelea con sus contrincantes, aún más, por su condición de invidencia. Sin embargo, ella misma aseguró que la experiencia y el instinto le han permitido desarrollar nuevas habilidades en el taekwondo.
“Uno por los sonidos, por la percepción de la energía del compañero, uno sabe cuándo atacar y cuándo defender”, añadió Tatiana.
La joven viene de una familia humilde, sin embargo, ha contado con el apoyo no solo de sus seres queridos, sino también de la Alcaldía de Chía, de algunas de sus dependencias y de “mi entrenadora, que siempre está ahí para apoyarme”, agregó.
Tatiana, además, reconoce que sus compañeros de salón de clases también la elogian porque, a pesar de su discapacidad, es “una dura” en todo lo que realiza. Incluso, ella misma explicó los beneficios que el taekwondo le trae para su desarrollo académico.
“El taekwondo me ha ayudado mucho más en el estudio, porque en el colegio me dicen que si hago algo en el tiempo libre me suben puntos en educación física. Entonces, pues claro, me ayuda. Aparte estoy representando al colegio y a ellos les gusta la idea. Tampoco es que por el deporte este descuidando lo académico, porque no, voy muy bien también”, subrayó.
El éxito de Tatiana, en el año que lleva en esta disciplina, ha sido gracias a las extenuantes jornadas de entrenamiento, que ella misma dio a conocer: “Yo entreno los lunes, miércoles, viernes y sábados de 5 a 6 u 8 p.m. Y los sábados, de 2 a 4 p.m.”, comentó.
En el Día de la Mujer, Tatiana no perdió oportunidad para exhortar a otras niñas como ella para que no se dejen vencer por las vicisitudes de la vida, sino que luchen a diario para cumplir sus sueños. “Yo les diría a las niñas que busquen apoyo en sus entrenadores, en sus padres. Si hay ese apoyo y ellas quieren, lo pueden hacer. Si tienen esa disciplina, lo pueden hacer, que se animen, no hay límites. Los límites se los pone uno mismo”, destacó.
Ahora, Tatiana seguirá trabajado arduamente por alcanzar el máximo cinturón de esta disciplina, que es el 9º Dan, y que se obtiene mediante exámenes, años de práctica, entre otros. Sin embargo, no descarta que, una vez salga del colegio, se incline por la psicología u otras artistas del conocimiento.
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