“La vida es la ficción de la muerte”: Ricardo Silva Romero sobre su último libro

‘Zoológico humano’, editado y publicado por Penguin Random House, es el más reciente libro del autor colombiano, quien en entrevista con Infobae habló sobre la muerte, el arte, la creación y el encierro

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El escritor colombiano Ricardo Silva Romero acaba de publicar Zoológico humano, su más reciente libro, editado por Penguin Random House. Este texto nos habla de ocho personajes que tuvieron una experiencia con la muerte y regresan a este plano, al terrenal, quienes empiezan a percibir de manera diferente la vida.

En entrevista para Infobae Colombia Silva Romero habló de cómo plasmó la idea de muerte en su libro, por qué escogió 8 personajes, cómo el encierro lleva al ser humano a fomentar la ficción, la oportunidad que tienen las personas de crear nuevas historias y relato tras la pandemia del COVID-19 y su visión de la inteligencia artificial versus la naturaleza y lo místico.

Infobae: Podría explicarme, en sus palabras, ¿qué es la muerte y cómo la ha experimentado?

Ricardo Silva Romero: Por supuesto, no lo sé. Pero sospecho, con Zoológico humano, que no es el fin de la vida: venimos de la muerte y vamos a la muerte, y dejamos constancia por el camino. ¿De qué? De esta experiencia tan extraña. De este cuerpo, el cuerpo que nos ha tocado en suerte, que es y que mide el paso del tiempo. La muerte es, también, un recordatorio de que somos lo que vemos, pero también lo que no vemos: una prueba de que adentro y afuera existe lo invisible. La muerte es, como en el tarot, una manera de decir que lo humano es transformarse. Y en ese sentido, el del cambio, el del revés, el del accidente, el de la evolución, el del embellecimiento y el envilecimiento, la experimentamos muchas veces. Todo el tiempo estamos muriendo. Todo el tiempo estamos diciendo adiós y diciendo hola. Todo el tiempo estamos derrotándonos y redimiéndonos.

Infobae: En su libro, los conceptos de vida y muerte se muestran como algo repetitivo, cíclico, ¿hay alguna relación con la idea del ‘eterno retorno’ de Nietzsche?

R.S.R.: Sí, en Zoológico humano sucede algo semejante al “eterno retorno” que Nietzsche recrea en Así habló Zaratustra: una misma consciencia de que se viene a la tierra no sólo a interpretar un personaje hasta perfeccionarlo, sino, además, a amar la experiencia. En efecto, se viene de la muerte y se regresa a ella en Zoológico humano, como se creyó desde la antigüedad, pero se viene justamente a experimentar la transformación de un cuerpo, a encarnar a una persona con las herramientas que tengamos. En la novela la vida se vive en el escenario. Y morir es romper la cuarta pared: recordar que venimos y volvemos a una tras escena, que vivir es hacer ficción.

Infobae: En relación con lo anterior, ¿por qué ocho personajes y qué significa para usted este número?

R.S.R.: En Zoológico humano el ocho es, precisamente, la representación de lo cíclico, de lo que resucita, de lo que vuelve, del pulso de la vida con la muerte, de lo que no se crea ni se destruye sino que se transforma. En la Biblia el ocho es tanto el número del día siguiente al final de la creación como el día en el que volvió Jesucristo a su cuerpo. Tiendo a tenerlo en mente. Y, pensándolo más, basta con verlo, basta con notar que el ocho no termina, sino que da vueltas sobre sí mismo, para imaginarse todo lo que puede simbolizar. Pero hay algo más: hay ciertos testimonios, entre los que recopilé, que hablan de encuentros con siete almas más, como en la imagen famosa de la película de Bergman El séptimo sello. Siempre partí, durante la escritura, de esos testimonios.

Infobae: A lo largo de su libro se habla de que la muerte es la tras escena y es algo totalmente humano: ¿por qué a lo largo de la historia y desde las diferentes sociedades y culturas se ha visto la muerte como un acto mágico?

R.S.R.: Es que a pesar de los testimonios de gente que va y vuelve de la muerte, que se han reunido desde la Antigüedad hasta hoy en poemas épicos, en evangelios, en novelas, la muerte sigue siendo un misterio porque nadie la vive al tiempo con uno. Entiendo aquello de “un acto mágico” como una manera de decir que es algo que sucede más allá de la materia, más allá del mundo material, y entonces no se da según las reglas de –por ejemplo– la física. Tengo amigos brillantes, apegados a la ciencia, apegados a la investigación de lo concreto, que agregarían además que la idea de la muerte en Zoológico humano pertenece al pensamiento mágico porque es imaginada, porque es, según lo que ellos estudian, fabricada por el cerebro. Yo, repito, no lo sé, pero sí sospecho que la muerte es el lugar que el mundo trata de emular.

Infobae: Si la muerte es algo mágico, ¿cómo podríamos describir la vida?

R.S.R.: Si siguiéramos esa lógica, la vida sería lo natural, lo vulgar, pero quizás sea más preciso, en el terreno de Zoológico humano, decir que la vida es la ficción de la muerte, que la vida es la recreación de una realidad que es difícil de comprender desde el limitado cuerpo que dormimos y despertamos día a día. Más allá de estas comparaciones, creo, en la novela la vida es una celebración de lo humano, una ceremonia de lo humano. Y cada capítulo es un retrato de lo que el pensamiento épico ha conseguido y destruido, tanto ir a la luna como ir a la guerra, y también es un retrato de lo que el pensamiento dramático, el que nos lleva a la democracia y a la ficción y a la terapia, ha cuidado y redimido.

Infobae: En el libro se expone que “los encierros convierten a los seres humanos en expertos en ficción”: ¿esto no sería volver a la niñez cuando la imaginación es la materia prima?

R.S.R.: Podría ser. Podría entenderse así. De cierto modo, los niños aprenden muy pronto a darle forma a la realidad: a darle ritmo, música, figura, drama a la realidad. Bailan, pintan, juegan, cuentan historias porque pronto entienden que son modos de que la experiencia de todos los días no se escape para siempre. Los encierros, por otro lado, de la infancia a la vejez, suelen servir para recobrar lo humano. Es el principio, más bien fallido, detrás de las celdas. Pero cuando se vive de puertas para adentro se entiende que somos una ficción –no una mentira: una ficción- porque montamos un personaje, porque le damos forma a la realidad, porque hallamos nuestra propia clase de belleza.

Infobae: Relacionado con lo anterior, el mundo viene de vivir un encierro casi total, pero la gran mayoría de personas con acceso a la información y al entretenimiento, ¿esto no limita el acto creador, la imaginación?

R.S.R.: No creería. Porque ver una película o leer un libro o meterse en las redes requiere de creatividad, de criterio. Toda ficción necesita dos creadores que además son dos iguales: el autor y el lector. Y en ese orden de ideas el encierro a escuchar música, a ver televisión, a pasar perfiles de Instagram no tendría por qué truncar la imaginación, sino llamar a recobrar lo humano. Es famosa una frase de Pascal: “Todas las desgracias del hombre se derivan del hecho de no ser capaz de estar tranquilamente sentado y solo en una habitación”. Al principio, en las primeras cuarentenas, se hablaba de volver mejores del encierro porque se estaba repensando la realidad y recobrando la compasión y reanimando la creatividad, pero por estos días se siente un clima terrible de “sálvese quien pueda”, un clima de fracaso de la especie.

Infobae: Con el avance de la tecnología y la llegada de la inteligencia artificial, ¿cree que lo humano se aleje, aún más, de lo natural y lo místico?

R.S.R.: Creo que esta especie es la que hace ficción pero también es la que va a la muerte. Pienso que no hay manera de despojarla de esos dos gestos: el de recrear y el de pensar –y dar testimonio- sobre el más allá. La inteligencia artificial, que ya nos domina, puede alienarnos, puede imitarnos, puede sabotearnos, puede arrinconarnos, pero buena parte de nuestras vidas suceden por dentro, buena parte de nuestras vidas es invisible. Quizás haya que creer en ello, como Zoológico humano, para creer que lo humano –que no sólo es la piedad sino la crueldad– va a seguir en pie.

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