Si bien es cierto que dentro del Pacto Histórico el precandidato Gustavo Petro ha recogido la mayor intención de voto de acuerdo con los últimos sondeos realizados, hay otros aspirantes que llaman la atención no solo por su trayectoria a nivel social, sino por las comunidades que se identifican con sus propuestas. Tal es el caso de Francia Márquez, quien ha tomado fuerza en muchos sectores no solo desde el nombre de su movimiento ‘Soy porque somos’, sino porque representa la voz de muchas comunidades que han sido silenciadas por diferentes actores, armados, políticos y sociales.
En diálogo con Infobae Colombia, la precandidata habló sobre la necesidad de replantear los acuerdos de libre comercio con otros países, así como de fortalecer la producción interna a partir de la legalización de la droga y la construcción de paz mediante el diálogo con grupos armados como el ELN.
Infobae: Usted es vista como una representante de las minorías étnicas, la mujer y las regiones más alejadas del país en la campaña que adelanta el Pacto Histórico. ¿Cómo ha asumido este reto de representación de estas comunidades?
Francia Márquez: En primer lugar, yo no pertenezco a ninguna minoría, nosotros no somos minoría. Nosotros lo que somos es una mayoría que ha estado excluida. De hecho, esa palabra “minorías” sigue siendo impuesta por el colonialismo para decir que los negros e indígenas éramos menores; así que no acepto que digan que somos minorías. Minorías son las 47 familias que han gobernado en este país; pero nosotros, los excluidos, los empobrecidos y racializados, los violentados a quienes nunca se les ha garantizado sus derechos, somos las mayorías en este país.
Con respecto a lo que ha significado para mí esta campaña, creo que ha sido una oportunidad para dialogar y crear tejido social con la gente, la juventud y las mujeres, para entender también cómo funciona la política representativa y para encontrarse de frente con diferentes situaciones como la violencia y la exclusión que hemos vivido en la política.
Infobae: ¿Cuál ha sido la mayor dificultad con la que se ha enfrentado para representar a esas poblaciones invisibilizadas en Colombia?
F.M.: Tengamos en cuenta que yo no estoy aspirando a la presidencia para representar solo a un grupo poblacional; estoy aquí para representar al país, por tanto, mi apuesta en esta aspiración es de país. Sin embargo, yo creo que nos estamos enfrentando a situaciones de violencia permanente. Fue doloroso para mí ver imágenes de pueblos como Guapi -Cauca-, donde se infiltraron actores armados en medio de la población.
La gente siente que vive en un pueblo fantasma y esa violencia que se vive en los territorios es la misma que vivimos como líderes sociales todo el tiempo. Eso para mí es el mayor obstáculo: la violencia permanente, aquella que se expresa de distintas formas, sobre todo física y en los territorios como en aquellos donde yo he trabajado siempre, defendiendo y cuidando la vida. Por otro lado, también está la violencia verbal, la psicológica y estas también son difíciles de resarcir.
Infobae: Al tener como rival a un político de la talla y el reconocimiento de Gustavo Petro en su consulta, ¿ha sentido que la campaña ha sido desnivelada?
F.M.: Creo que estar haciendo campaña en un país donde no le dan voz a las mujeres en política, donde tampoco le dan valor a los valores que represento, pues obvio que de entrada ya hay una desventaja, ¿no? Incluso yo tengo desventajas, por ejemplo, a mí no me conocen en todo Colombia, mientras que otros candidatos son muy reconocidos en todo el país. Eso en términos de una campaña presidencial representa una gran desventaja y hay una buena parte de la sociedad colombiana que no sabe quién es Francia Márquez y eso para mí es una barrera, pero no me siento con menos capacidad que los otros.
Me siento con toda la capacidad para hacer una campaña de la misma forma en que la hacen los demás; de hecho, creo que se ha visto la diferencia en nuestra campaña con respecto a las hegemónicas de otros partidos. Por eso hemos ido creciendo, porque lo hacemos con generosidad, de manera colectiva, voluntaria, con alegría y con amor. Yo he visto muchos artistas que se unen de manera voluntaria y que antes decían ‘yo no me meto en política’ y ahora me están haciendo canciones, yendo conmigo a los lugares a donde me dirijo y le cantan a la gente y esta para mí es una oportunidad muy bonita para conocer el corazón de las colombianas y los colombianos.
Más allá del resultado que tengamos en las elecciones, sembrar la esperanza en este país es muy importante para mí, sobre todo en niños y niñas. Yo todos los días recibo mensajes de niños y niñas diciéndome ‘Estamos orgullosos de usted, gracias por defendernos y por participar’. La semana pasada recibí el mensaje de una niña de La Guajira de 11 años, me dijo que su mamá está involucrada en política pero que este año ella creyó que no se iba a meter, pero desde que me vio se volvió a meter en la política, me dijo también ‘Yo sé que no puedo votar, pero estoy metida y solo quiero que usted haga que en nuestro país no haya tanta violencia; que los niños y niñas no tengamos que sufrir y que podamos salir a la calle tranquilos, sin miedo’.
Creo que la política hegemónica no la va a tener fácil, le va a tocar renovarse y, bueno, he visto a varios candidatos hablar de las cosas que nosotros proponemos. Ya hablan de economías para la vida, de justicia ecológica, de legalización de las drogas cuando antes estaban enfocados en la política antidrogas. Los escucho hablar y digo ‘Wow, están usando las mismas propuestas que nosotros estamos diciendo’ y eso lo pueden ver en los debates, qué planteaban antes y lo que proponen ahora con nuestra presencia en el escenario político. Eso ya es ganancia, que todos estén asumiendo las necesidades de un cambio real en este país.
Infobae: Es conocida la polémica dentro del Pacto Histórico sobre la candidatura vicepresidencial tras el 13 de marzo. ¿Cuál sería su posición en caso de que se incumpliera este acuerdo para dar apertura a otros espacios que se unan a su campaña?
Nosotros nos reunimos en estos días para hablar de ‘Soy porque somos’ y la situación actual, y nuestra conclusión fue que vamos a esperar hasta después del 13 de marzo, y dependiendo de los resultados que saquemos nos sentaremos a definir qué hacer, reconociendo y sabiendo que nuestra prioridad es que este país cambie. Y lo hemos dicho: si yo soy la candidata me aseguraré de que el segundo de la lista sea la fórmula vicepresidencial como se había afirmado antes; si no lo somos y hay otros candidatos que plantean otros caminos, pues nos sentaremos a pensarlo en términos desde ‘Soy porque somos’ y el Polo Democrático.
Infobae: Su propuesta se basa en un reconocimiento de la unidad, “soy porque somos”; “yo no soy si tú no eres”, y frases similares. ¿Cómo potenciar esta unidad en un país tan fragmentado como Colombia en sus posturas políticas, sus visiones regionales y sus dificultades sociales?
Yo creo que los jóvenes lo están haciendo. Esta es otra generación de jóvenes que no van a aguantar esas políticas hegemónicas que no les ha permitido vivir en dignidad, y para mí ver a tantos de ellos acompañándonos a diferentes partes, comprometidos y hasta llorando, diciendo ‘gracias por esto que están haciendo’ es todo un ejercicio de construcción colectiva, del Soy porque somos, de Ubuntu.
Ustedes saben que antes, las mujeres éramos las que menos participaban en política, y cuando lo hacíamos no nos apoyábamos entre nosotras; pero si hoy yo tengo un apoyo, en este país, ese es el de las mujeres, y eso quiere decir que cambió nuestra consciencia en términos de la representación política. Adonde voy no he recibido desprecio de las mujeres; en cambio, todas me dicen ‘Francia, somos mujeres y vamos con usted’. Antes no se veía eso: uno aspiraba a un cargo y muchas decían que estaban con el candidato y que una no tenía capacidad.
Ahora, muchas dicen que es tiempo de que haya una presidenta, y eso para mí es mucho porque evidencia la intención de una construcción colectiva. La gente quiere propuestas y cambio, y en el caso de nosotros, invitamos al pueblo a construir colectivamente, entonces distintos sectores ya nos han enviado sus proposiciones a través de documentos diciendo qué es lo que quieren hacer en caso de llegar a la presidencia; por ejemplo, colectivos de mujeres ya han construido sus mandatos feministas, los jóvenes también están en ese proceso de edificación. También nos han hecho propuestas enfocadas en la diversidad sexual y de género y lo propio también han realizado campesinos, indígenas y población afrodescendiente.
En un debate reciente dijo que ser madre cabeza de hogar le había dado la capacidad para ser presidenta. ¿Puede explicarnos esta afirmación?
Yo dije que ser madre cabeza de familia me ha dado el coraje para afrontar las situaciones que me han tocado vivir en este país, ¿sí? Si me he enfrentado en este país a la política de muerte y al extractivismo, ha sido siempre pensando en mis hijos. Si me he enfrentado a decirle a actores armados en medio del conflicto que no destruyan nuestros hogares, es pensando en ellos. Si en mi comunidad les he dicho a grupos armados que no siembren coca en nuestros territorios, sabiendo el riesgo que eso significa, lo hemos hecho pensando en mis hijos y en nuestras familias. Si en medio del conflicto armado hemos generado acciones de paz, fue pensando en ellos y en los hijos de todas las madres de este país, sobre todo aquellas que son cabezas de hogar.
Entonces mi camino de liderazgo social y la férrea defensa de los derechos humanos y de cuidar la vida, ha sido incluso una inspiración que me ha dado el hecho de haber afrontado sola el proceso de maternidad y el tener que echar mis hijos hacia adelante. Eso me ha dado coraje, amor y valentía para decir ‘sí podemos’. Lo que hoy me permite decir que quiero ser presidenta de este país es ver a mi gente sumergida en el dolor, en el sufrimiento; ver niños y niñas muriéndose sin esperanzas porque la vida de ellos no importa.
Hace poco me puse a ver el noticiero y todo lo que está pasando en Ucrania, y hablaron más de 40 minutos sobre el tema, entonces yo decía ‘Bueno, ¿y qué ha pasado con la gente de acá?’ Es decir, Guapi, Timbiquí y la costa caucana está confinada por actores armados amenazando a la población; asesinaron a un hombre que salió en una lancha cuando le dijeron que tenía prohibido hacerlo, pero de eso no hablan en este país. La violencia la tenemos a la vuelta de la esquina, pero de eso sí no hablamos, y esas injusticias me han puesto acá, en la política. El cambio no lo hacen los de arriba, sino que lo construimos desde abajo, a través del pueblo haciendo el cambio.
Infobae: ¿Cómo percibe la entrada de sectores de la política tradicional como el Partido Liberal de César Gaviria al Pacto Histórico? ¿Cree que hay límites para el ingreso de estos sectores en la campaña?
F.M.: Entiendo que están en diálogos pero no han entrado al Pacto, pero sí puedo decir que Colombia cambia si hacemos un esfuerzo por articular, incluso, con aquellos que nos han hecho la vida miserable, porque también son parte de esta sociedad. Al final del día lograr la paz implica transar con todos los actores armados y también con sectores políticos que han profundizado y mantenido la violencia que desencadena en la guerra y hacer de ella su fortín político.
Si esta gente no está de acuerdo en transformar las situaciones de justicia social y de violencias históricas y sistemáticas, pues ahí no habría nada. Pero si ellos coinciden en la necesidad de un cambio, en reconocer que este país está mal y que ellos han contribuido a que esté así, pues yo creo que hay posibilidades de una construcción colectiva.
Infobae: Uno de sus elementos más importantes de campaña es el cambio del sistema económico para que el dinero no prime sobre la vida y la dignidad. ¿Cuál es su propuesta para modificar este sistema económico?
F.M.: Nosotros llevamos un buen tiempo hablando de economías para la vida, no solamente colocando en el centro al ser humano, sino reflexionando sobre el desafío que hoy tenemos como humanidad, que esas economías no se hagan a partir de la destrucción de la casa grande, que es el planeta. Esa es la mayor preocupación que debe tener la humanidad. Lo dice la ONU: tenemos 30 años para revertir los efectos del cambio climático y eso tiene que ver con una transformación del modelo económico de desarrollo y la transformación de las matrices energéticas, y es en este punto donde tenemos que pensar que aquí dependemos del petróleo, de la energía eléctrica que viene de las represas, y con base en eso, hay que replantear cuál debe ser nuestra matriz energética más sustentable y que permita seguir sosteniendo la vida. Ese es el mayor desafío.
Por supuesto, eso también tiene que ver con la economía porque ella depende en gran medida del extractivismo; nosotros no tenemos una economía productiva, sino que nos dedicamos a sacar lo que había debajo de la tierra y los U’wa dicen que el petróleo es la sangre de la tierra y que al sacarla se está liberando un veneno para la humanidad, y lo hemos visto a través de las emisiones de efecto invernadero. Además, este país tiene un potencial muy grande en materia de biodiversidad; lo tenemos todo para vivir dignamente en regiones como el Pacífico, pero nos falta disposición y voluntad política. Podríamos vivir dignamente en este país con lo que tenemos, conservando y cuidando la naturaleza se podría generar empleo e ingresos.
También se trata de tener una fuente turística aprovechando todas las riquezas naturales de este país. Yo he visto la manera en que hacen turismo en Estados Unidos, y los lugares de allá no son más bonitos como los que tenemos acá. ¿Por qué no hacer un turismo a partir de la sabiduría de la gente?
Lo otro tiene que ver con fortalecer la producción agroecológica, recuperando la soberanía alimentaria. Este país se está muriendo de hambre, no todos comen 3 veces al día y eso es una vergüenza para Colombia, porque deberíamos, por lo mínimo hacer que cada uno tenga su mínimo de alimentación saludable. Acá nuestros territorios son productivos, tenemos con qué producir nuestra comida, pero en lugar de eso la estamos importando a precio de dólar y eso significa hambre e incertidumbre y de alguna manera también representa la expropiación de la dignidad humana.
Infobae: ¿Esto incluye a la industria?
F.M.: Por supuesto, la industria nacional tiene que recuperarse, y como énfasis adicional yo ubicaría a la legalización de las drogas como un camino para generar economía en el país. Hemos hablado de por lo menos tres enfoques en términos de transformación; de hecho la principal economía de este país no es el petróleo, es el tráfico de drogas, actividad que genera millones de dólares, ¿y cómo se contrarresta esa economía? Legalizando. No hay ningún otro producto que compita con la coca, y si se legaliza, baja el incentivo; seguramente al principio se va a disparar porque todo el mundo la va a adquirir, pero después el precio bajará y eso permite generar una actividad económica sólida.
En regiones como el Cauca, el pueblo Nasa ha hecho productos a base de la hoja de coca, y podríamos hacer lo mismo con la marihuana: crear una industria local, apoyada por los saberes tradicionales de las comunidades y de la ciencia, y regulada por el Estado. Sería un camino que frenaría la violencia y contribuye a crear economías para la gente que ha sido víctima del narcotráfico y la política antidrogas.
Infobae: Como parte de esa propuesta de apoyo a los campesinos, ¿aumentaría los aranceles a las importaciones para fortalecer la producción interna? ¿Cómo contrarrestaría el posible impacto de estas decisiones en una inflación que ya está afectando el poder adquisitivo de los colombianos?
Esto implicaría renegociar los TLC, lo cual no será fácil, pero yo creo que será necesario a la luz de la crisis ambiental. Hoy el comercio mundial tiene que, según la COP26, readaptar sus reglas del comercio basándose en la crisis ambiental, y yo creo que esa es una oportunidad para renegociar esos tratados que tienen cláusulas de explotación aseguradas y que no permiten que la actividad colombiana tenga un impacto importante en materia de exportaciones; en cambio, los campesinos quiebran porque el precio del dólar es imposible sostener.
También tiene que ver con el conflicto entre Colombia y Venezuela: había una empresa en Barranquilla (n. de la r.: Monómeros) que generaba el 50% de los insumos agrícolas en este país, y a raíz de la situación entre Maduro y el gobierno actual, esa compañía se quebró; generaba dos mil empleos y ahora tras el cierre, los insumos son importados.
Infobae: Como activista y lideresa social, que ha compartido los riesgos de los cientos de líderes asesinados desde la firma del acuerdo del Teatro Colón, ¿cómo aseguraría que sus derechos se mantengan y puedan ejercer sus liderazgos sin riesgo de muerte o desplazamiento?
F.M.: En primer lugar, la garantía de los derechos de los líderes depende de el cumplimiento de sus derechos en general. ¿Por qué un líder comunal levanta la voz? Pues porque este Estado no le garantiza sus derechos, ni participación en la toma de decisiones que lo van a afectar. Yo creo que se trata de establecer un plan que busque garantías de derechos fundamentales y la toma de decisiones, lo cual está en la Constitución. Si garantizamos parar el conflicto armado, eso disminuirá el riesgo de los líderes sociales en este país.
Infobae: Usted ha planteado la necesidad de diálogos con el ELN. ¿Acudiría a líderes como el expresidente y premio Nobel Juan Manuel Santos para ayudarle en estos diálogos?
Acudiríamos a muchas experiencias de procesos de paz en el mundo y que contribuya a lograr el camino, incluyendo el hecho de acudir a las formas en que la gente construye paz en los territorios en medio del conflicto. Hay experiencias sobre cómo a la gente le ha tocado impulsar, por cuenta propia, acuerdos humanitarios y eso es establecer también reglas de diálogo con los actores armados para evitar violaciones a los derechos humanos. Se trata de tener en cuenta estas experiencias y también las del Acuerdo de Paz con las Farc en términos de lecciones aprendidas, sobre qué hacer y qué no; eso hace parte del camino para llegar a un diálogo con otros actores armados y que, efectivamente, alcancemos la paz.
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