Exportaciones de esmeraldas colombianas: un negocio en furor

Según registros del DANE, desde 2021 la industria de las esmeraldas ha presentado un aumento en sus ventas internacionales. La alta demanda de las gemas y la legalización del sector posicionan a Colombia como un destino atractivo

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Colombia es el segundo exportador de esmeraldas en el mundo.
Colombia es el segundo exportador de esmeraldas en el mundo.

Dice la leyenda que una indígena muisca llamada Tura, al enterarse de la pérdida de Tena, su ser amado, lloró tanto que sus lágrimas penetraron la tierra y los bosques hasta convertirse en esmeraldas. La historia se complementa entonces con la leyenda de El Dorado, que no solo atrajo en su momento a buscadores de tesoros y españoles, sino que se suma a lo que hoy es una industria de lujo y la vanidad que se paga con millones de dólares.

Así lo reveló recientemente el DANE, al afirmar que la demanda internacional no solo ha permitido que se registre un alza del 35 % de las exportaciones de las esmeraldas colombianas, sino que significa una cantidad que es tres veces superior a la registrada durante 2020, año en el que las ventas se vieron afectadas por la pandemia.

En términos económicos esto representa ventas de más de 129 millones de dólares, una cifra bastante superior a los 42 millones reportados en 2020 que representaron, según Guillermo Galvis, presidente de la Asociación Colombiana de Exportadores de Esmeraldas (Acodes), una contracción en las exportaciones. En aquel entonces se registró el comportamiento más negativo de la historia en la industria, con una caída de más de la mitad en ventas del mineral en bruto y 69 % de reducción en las exportaciones del producto tallado.

Legalidad y competitividad

Su verde profundo, su resistencia, tonalidades puras y brillo, quizá hacen de la esmeralda colombiana una de las gemas más apetecidas del mercado internacional. Estas características, que se dan por la composición de los suelos de las que son extraídas, permiten que en el país no solo se encuentren gemas de verde incandescente, sino también esmeraldas de trapiche y de tono azulado. Tal variedad y calidad no solo ha permitido que Colombia se posicione como el segundo exportador de esmeraldas detrás de Zambia, sino que sea uno de los países más competitivos en una industria que hoy ofrece más garantías. En declaraciones para el diario la República, Oscar Baquero, presidente de Fedesmeraldas, aseguró que el sector se ha vuelto atractivo para la inversión extranjera, lo que ha significado una mejora, teniendo en cuenta que antes esta industria era asociada y percibida con rastros de ilegalidad.

Esto en parte se debe a los esfuerzos del Gobierno nacional por formalizar a más de 13.500 mineros, que a la fecha han accedido a los beneficios y a la bancarización, tras contar con un mecanismo autorizado para desarrollar la actividad en el marco de la ley y cumplir con lo exigido en materia técnica y ambiental.

Este contexto no solo representa mayor seguridad sino que da luces verdes a una industria que cada vez extrae más piedras preciosas. Por eso, aunque no hay registros consolidados de la producción de esmeraldas en 2021, el Ministerio de Minas y Energía (MME) estima que la extracción estuvo en el orden de los 1,7 millones de quilates, cifra superior a la de 2020 que fue de 1,5 millones de quilates.

“La creciente demanda de productos de lujo a nivel global que ha venido de la mano con la reapertura de las economías (como es el tema de las joyas), ha permitido en el último año que el sector esmeraldero atraviese un buen momento, que está siendo impulsado por altos niveles de consumo, donde han vuelto a verse subastas de estas piedras y el apetito por estas ha resurgido en los países asiáticos”, explicó Nicolás Arboleda, líder del área de minería y metales en Baker McKenzie para Portafolio.

Esta buena racha se corrobora con los registros del Dane en los cuales 10 países, entre Canadá, Estados Unidos y algunos de Asia, registraron la adquisición de esmeraldas nacionales en bruto en 2021, con ingresos por US$20 millones, mientras que 26 naciones compraron 26 gemas trabajadas que dejaron más de 109 millones de dólares.

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