El departamento de Bolívar ha tenido un importante desarrollo de su historia en donde ha primado el turismo, la cultura e claramente, esto se ha visto empañado por la desigualdad social, sin embargo, uno de los hechos históricos más álgidos que ha afrontado el departamento y la subregión de los Montes de María, pues en el año 2000 en el corregimiento de El Salado, una incursión paramilitar segó la vida de más de 50 personas tras una agonía de más tres días, pues durante el 16 y el 21 de febrero de ese año las AUC hicieron de este municipio, una película dantesca donde primó el horror y la muerte.
Según el Centro de Memoria Histórica y Semana Rural, Villa del Rosario – El Salado, es un corregimiento cercano a la cabecera municipal de Carmen de Bolívar, sin embargo, aquel tiempo en anhelo de ser municipio causaba furor en la región, pues el desarrollo que tenía El Salado, era importante en relación a los demás corregimientos de los Montes de María. A finales de los años 90 la violencia empezó a tocar la puerta de este lugar, la bonanza del tabaco y el cacao, hacían de El Salado un lugar atractivo para la mirada criminal, pues el cobro de extorsiones podría dar importante valor añadido a la labor delincuencial de la guerrilla de las FARC, pues los frentes 35 y 37, eran los que operaban en esta zona del caribe y su región de influencia.
De manera constante el corregimiento era sometido a hostigamientos, a pesar de contar con una estación de policía, el pie de fuerza no era suficiente para soportar los embates del terrorismo, razón por la cual, la fuerza pública fue extraída del municipio, dejando a sus pobladores a merced de la delincuencia. Esta situación, fue preocupante para los comerciantes y ganaderos de la zona, pues la presencia guerrillera dejaba expuesta la producción de los empresarios y era necesaria la intervención militar o de algún agente de control.
La masacre
En diciembre del año 1999, los pobladores departían de sus fiestas navideñas, cuando de repente desde una aeronave arrojaron una serie de panfletos que alertaba a sus pobladores para que “aprovecharan la época” pues pronto acabarían con todo. La zozobra se apoderó del lugar hasta que, en febrero del año 2000, más de 450 hombres bajo mando de los comandantes paramilitares ´Jorge 40´ y Salvatore Mancuso, realizaron una barrida por todas las vías que daban hacia El Salado, la sospecha de presencia guerrillera era el motivo por el cual los paramilitares buscaban impactar en la zona.
Carro que pasaba por las vías de salida del corregimiento, era detenido para realizar pesquisas y determinar si alguno de sus ocupantes era guerrillero, durante esa travesía rumbo a la cabecera del corregimiento, más de 15 personas fueron asesinadas con puñales y armas de fuego. A pesar que la barbarie aun no empezaba, las calles de la tierra tabacalera ya presentían la llegada del terror, tras los avisos de los caseríos colindantes, muchos habitantes del lugar huyeron hacia tierras desconocidas y regiones cercanas, en medio del inminente desplazamiento.
En la mañana del viernes 18, al llegar a la cabecera del corregimiento, hasta los guerrilleros huyeron, los paramilitares golpearon las puertas con tono intimidante, las derribaron a patadas y empezaron a sacar a los habitantes. La plaza central se convirtió en un festín de sangre para los indolentes paramilitares, que torturaron, amedrentaron y se mofaron constantemente de las víctimas. Los sollozos de las personas estaban acompañados de las ráfagas de fusil que poco a poco vaticinaban el final de quienes presenciaban el pasar de la muerte ante los ojos de niños, abuelos y padres de familia.
Frente a la iglesia del pueblo todo sucedió, pero en ningún momento la masacre cesaba, no se sabe si Dios estaba en el lugar, pues la piedad nunca fue una opción para los paramilitares. La complicidad de las fuerzas militares fue evidente, pues llegaron tres días después de lo sucedido. El comando de la Primera Brigada de Infantería de Marina, había hecho espacio para que sospechosamente los insurgentes pasaran, en el marco del hecho, muchas personas quisieron acceder al lugar para darse cuenta de lo sucedido pero las fuerzas militares lo impidieron. Al día de hoy hay cuentas pendientes en un hecho que todos recuerdan, pero pocos reparan.
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