Oswaldo Ortiz: “Yo represento al cristianismo que no es religioso”

El influenciador cristiano y candidato al Senado considera que Duque no fue lo suficientemente uribista en su mandato. Propone dolarizar la economía colombiana, crear una policía universitaria y semiprivatizar el sistema carcelario

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El influenciador cristiano hará su
El influenciador cristiano hará su segundo intento por llegar al Congreso de la República.

A quienes conocen el nombre de Oswaldo Ortiz se les viene a la mente la imagen de un sujeto con gafas rojas que habla con dureza sobre colombianos en el exterior, uribismo y valores cristianos.

El influenciador, que hoy cuenta con más de 64 mil seguidores en su cuenta de Instagram, asegura que el color de su marco no fue elegido de forma deliberada —”pudieron ser verdes”, dice—, pero con ellas empezó a ganar recordación entre sus seguidores y detractores.

Él asegura que no es un cristiano religioso y que la política no debería mezclarse con la fe: “creo que la Iglesia debe debe ser tomada como un elemento para el fortalecimiento de la fe de las personas, de los hijos de los padres, de las parejas, para restaurar matrimonios, etcétera; pero me propuse nunca más tomar una invitación a una iglesia para hacer política”.

Además de esta postura separatista y sus gafas, que ya no usa, dos cosas más han cambiado desde su última aspiración al Congreso de Colombia en 2018. En primer lugar, está radicado en los Estados Unidos, desde donde viene seguido para atender sus negocios. Por otro lado, no apoya el gobierno del presidente Iván Duque pese a que Ortiz hizo campaña por él.

Nadie será orgullosamente duquista

La senadora María Fernanda Cabal, quien lo invitó al partido Centro Democrático, entró al centro del debate nacional en los últimos días por asegurar que “Duque es liberal de izquierda, Duque es mamerto”. A juzgar por la respuesta de Ortiz, las declaraciones de Cabal no son una opinión tabú entre las filas del Centro Democrático.

Aunque él insiste que habría elegido a Duque muchas veces por encima de Gustavo Petro, dice que el primer discurso de Duque como presidente electo le dio el primer aviso de lo que pasaría. “Aseguró que iba a gobernar sin espejo retrovisor; parte del uribismo nos distanciamos, nos hicimos preguntas: ¿cómo así que sin espejo retrovisor? Evidentemente, así pasó”, recuerda el influenciador.

Detalles como que se hubiera permitido la captura de Álvaro Uribe Vélez, mentor de Duque y líder natural del Centro Democrático, por el caso de manipulación de testigos que aún sigue en curso, llenaron de consternación al candidato al Senado sobre la verdadera posición del presidente que ayudó a elegir.

Ortiz se muestra preocupado porque el gobierno de Duque “es un legado de él solo; dentro de un año no vas a ver tú que estén diciendo ‘yo soy orgullosamente duquista’” y, según él, el presidente habría cimentado el camino para que Petro gane las elecciones de 2022 a manera de castigo al uribismo.

La vida en el exterior

La cláusula Petro es un apartado en contratos que se usa desde 2018 para disolver cualquier trato comercial en el caso eventual de que el candidato presidencial de izquierda resulte ganador. Para abogados como Ramiro Bejarano Guzmán, docente de prestigiosas universidades de Colombia, la cláusula es un buen ejemplo de coerción al elector y pánico financiero, ambos delitos en esta jurisdicción.

Para Oswaldo Ortiz, quien señala que por sus negocios tendrá que lidiar con las decisiones de cualquiera de los candidatos que resulte elegido, la cláusula Petro es consecuencia de un miedo razonable. “Está dejando en el empresariado ese temor de que, si Petro llega a ser presidente, el negocio se cierra, tenemos que cerrar la persiana. Eso va a ser muy duro”, dice.

Ortiz se ve a sí mismo como un representante de los colombianos que migraron al exterior —y, según él, migrarán si Petro gana—. “La vida del migrante es muy dura y para nosotros es el doble de duro, porque migramos con el estigma de ser colombianos”.

Él dice que ha usado su poder como influenciador para adelantar iniciativas en sus redes sociales con las cuales ha ayudado a colombianos a que se ubiquen en el exterior. Si resulta elegido senador en una eventual presidencia de Petro, parte de su gestión implicará ayudar a quienes, en sus palabras, construirán el arca.

Dólares y policías

La dolarización de economías del tercer mundo ha traído algunas consecuencias negativas a los países que las han implementado. Por un lado, se depende de la emisión de otro país soberano (Estados Unidos) para regular la economía, lo cual sale de las manos de terceros países. Además, estimula la importación de bienes en economías que ya tienen problemas para competir con sus industrias locales.

No obstante, el candidato uribista considera que dolarizar la economía de Colombia es una manera de protegerla del socialismo, porque el presidente no podrá dar la orden de emitir más, y por eso es una de sus principales propuestas de campaña.

Según él, el manejo del Banco de la República ha hecho un manejo espantoso del dinero, que la economía local tiene una base ficticia y que por ella los colombianos somos más pobres. “Nuestro peso es muy débil porque nuestra economía es ficticia, basada en el narcotráfico; entonces, necesitamos volver a ser más productivos y más competitivos”.

Asimismo, pese a las constantes denuncias de estudiantes por abusos policiales, más el antecedente de torturas dentro del campus de la sede Bogotá de la Universidad Nacional el 16 de mayo de 1984 —fecha desde la cual los estudiantes impiden el ingreso de la fuerza pública a las instalaciones—, el candidato propone la creación de una policía universitaria para desmantelar la presunta creación de movimientos subversivos entre sus muros.

Ortiz dice que, tras los acuerdos de paz, los insurgentes se escondieron “detrás de los libros, detrás de la nobleza del estudiante. Hay que tomar el control. Como fuerza pública no debe haber un lugar del país donde nuestros policías no puedan estar. Es imposible que no podamos estar en la universidad. Hay que entrar y hay que ir por ellos”.

Él reconoce que su propuesta es controversial. “El estudiante no lee la propuesta y cree que lo que queremos es coartar sus libertades y a crear paramilitarismo en la universidad; lo que queremos es garantizar la seguridad de los estudiantes que van a ir a estudiar, punto. No queremos que tomes la universidad que pagamos nosotros los contribuyentes como una trinchera ideológica guerrillera”, señala.

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