Murió el propietario del único tren turístico de pasajeros de Colombia

Eduardo Rodríguez, el fundador de la empresa Turistren y dueño del Tren Turístico de la Sabana, murió este sábado a los 85 años

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El propietario del único tren de pasajeros de Colombia falleció a los 85 años.
El propietario del único tren de pasajeros de Colombia falleció a los 85 años.

Durante la mañana de este sábado, la afición ferroviaria de Colombia perdió a una de sus cabezas visibles: el señor Eduardo Rodríguez, propietario del Tren Turístico de la Sabana y fundador de la empresa que lo administraba (Turistren), murió a los 85 años en Bogotá.

El santandereano, ingeniero mecánico de la Universidad Industrial de Santander, tuvo la oportunidad de aprender más sobre trenes en universidades de Inglaterra, Japón y Francia. También ocupó varios puestos gerenciales en la hoy extinta empresa estatal Ferrocarriles Nacionales.

Durante treinta años, Eduardo Rodríguez se familiarizó con cada locomotora que funcionó en Ferrocarriles Nacionales: su estado, su funcionamiento y sus propósitos. Él vivió la época durante la cual los más de tres mil kilómetros de vía férrea en Colombia empezaron a caer en desuso, ante la promoción incisiva de los transportes por carretera para pasajeros y mercancías, y sus hermosas estaciones comenzaron a convertirse en museos vivos.

Durante los años 80, Rodríguez —para entonces, gerente comercial de la empresa estatal de trenes— tuvo a bien seducir al presidente Belisario Betancur con la idea de abrir una ruta turística entre Bogotá y Zipaquirá. Como lo reportó el diario El Tiempo, los Ferrocarriles Nacionales manejaron esta ruta cada domingo durante seis años, con unas locomotoras de vapor próximas a jubilarse y exhalaban nostalgia llena de hollín.

En 1991, la empresa estatal de trenes fue liquidada de forma definitiva porque estaba trabajando a pérdida. Sus máquinas y rutas férreas decimonónicas no estaban en capacidad en capacidad de competir con los camiones en las complejas condiciones que impone la geografía colombiana. Si bien en otros países montañosos ha prosperado la red ferroviaria, en Colombia no hubo la voluntad política para invertir en la actualización de las vías férreas. Los problemas del país eran otros: quienes invertían en formas de viajar rápido no trabajaban en cosas legales.

El proyecto sabanero de Eduardo Rodríguez había quedado en el aire tras la liquidación de Ferrocarriles Nacionales, porque la Empresa Colombiana de Vías Férreas (Ferrovías) —la que entró a suceder a la empresa recientemente extinta— anunció que las vías férreas del país solo se dedicarían a los transportes de carga.

Rodríguez, nostálgico de los trenes de pasajeros en los que viajó desde niño y a los que dedicó toda su vida, no quiso dejar morir el Tren de la Sabana. Con tres socios más abrió la empresa Turistren, con el propósito de seguir operando esa ruta y rescatar las viejas máquinas de los Ferrocarriles Nacionales.

Por ejemplo, la empresa rehabilitó cuatro viejas locomotoras de vapor del taller de Flandes (Tolima) que ya habían sido vendidas para hacer uso de sus latas. Hoy en día, estas son las únicas máquinas de este tipo que funcionan en toda América Latina.

Con el tiempo, la ruta turística de Turistren se convirtió en la vieja confiable para estudiantes de universidades como la Militar Nueva Granada, la del Bosque y la de la Sabana: varias horas de embotellamiento, intermunicipales y madrugadas en vano pasaron a ser 41 minutos en tren.

Estas viejas locomotoras también han sacado a relucir su poder en tiempos de crisis social. En la alcaldía de Samuel Moreno, en 2010, hubo un paro de transportadores que reclamaban por la eventual llegada del Sistema Integrado de Transporte Público de Bogotá (SITP), que relegaría sus buses a chatarra. Tras unos días de caos vial, el tren se puso en funcionamiento para quienes necesitaran moverse desde la Estación de la Sabana hasta las estaciones del norte.

Rodríguez se fue sin ver concretados proyectos como el del Tren de Cercanías. El Gobierno nacional ha anunciado que tiene interés en restaurar el servicio ferroviario, pero el propósito se ha quedado en palabras.

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