Manuel Hernández regresa a Bogotá con una retrospectiva en la galería El Museo

Esta exposición resume 50 años del trabajo de Hernández con obras que datan desde 1958 hasta 2008, que serán exhibidas en los dos espacios de la galería

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Tomada de @galeriaelmuseo Instagram.
Tomada de @galeriaelmuseo Instagram.

Este sábado 5 de febrero la galería El Museo inaugura la muestra ‘Manuel Hernández, El Regreso’, de, tal vez, el pintor abstracto colombiano más importante del siglo XX. Con la exposición la galería le hace un homenaje al artista bogotano fallecido en 2014.

Esta exposición resume 50 años del trabajo de Hernández con obras que datan desde 1958 hasta 2008 y que serán exhibidas en los dos espacios de la galería.

“Hemos llamado a esta muestra El Regreso ya que después de muchos años sin que se exhibiera su obra tras su muerte, el legado de Hernández regresa a la escena plástica colombiana e internacional”, recoge la galería El Museo, que también anunció que así inicia la representación del legado del pintor.

‘El Regreso’, retrospectiva 1958 - 2008

La galería advierte que como la gran mayoría de los artistas abstractos, Manuel Hernández se inició con una figuración académica influenciada por el muralismo mexicano con su figuración realista de carácter social, que aprendió en la Universidad Nacional, donde estudió de 1946 a 1949.

Ya en 1956, la crítica de arte Marta Traba ponderó en El Tiempo el trabajo de Hernández diciendo que el artista “abstrae, selecciona con igual participación de inteligencia y sentimiento, los elementos esenciales de la naturaleza; reconstruye bellamente lo que ve; tiene fuerza, gracia y buen gusto. A través de estas tres cualidades, la alusión a la realidad se convierte fácilmente en obra de arte. Un color mágico, o inventado, o como quiera llamársele para expresar que no sale de la realidad sino del artista, ilumina los cuadros”.

Desde los años 60, su obra gira hacia la abstracción, buscando la espiritualidad en el arte a través de las formas. Su lenguaje se consolidó a través de una indagación pictórica en la que el color juega un papel definitivo, y desde la década del 70 ahondó en el signo que caracteriza su trabajo y que fue desarrollando durante 40 años.

Dos artistas fundamentales en el desarrollo de su obra fueron Vasili Kandinski y Paul Klee, por el interés espiritual, por la imagen y por la necesidad de la abstracción como fundamento comunicativo que tiene dos aspectos básicos: el color y la forma.

El color como un elemento que transmite sensaciones al espíritu; como una experiencia que abarca otros niveles que van más allá de las posibilidades sensoriales.

La galería resalta que en la obra de Hernández es muy importante la forma como ilusión, como resultado creativo, como medio con el cual se expresan energías interiores y exteriores, como tributos a una imagen que no tiene referencia real.

Para Hernández una de sus principales preocupaciones dentro del campo de la abstracción fue la vibración y la posibilidad de una forma ‘estática en movimiento interno’, como él mismo la definía. Esa irradiación de los bordes implica una amplia reflexión sobre la luz, la materialidad de los objetos y el carácter de los colores, ubicándolo en el trópico, donde persiste un gran nivel de contrastes simultáneos.

El lenguaje pictórico de Hernández es contenido, austero, determinante. Se basta a sí mismo sin necesidad de descripciones.

Signo pardo - azul, Acrílico sobre tela, 
183 x 244 cm. Tomada de banrepcultural.org
Signo pardo - azul, Acrílico sobre tela, 183 x 244 cm. Tomada de banrepcultural.org

Desde sus años de estudiante, primero en Bogotá y luego en Santiago de Chile, Hernández se encaminó a la búsqueda de una expresión única, de un lenguaje singular, de un alfabeto propio que condense y explique por sí mismo su pintura.

Sobre esto último, en 1977 Antonio Montaña escribió en El Tiempo que, “Manuel Hernández permanece, persevera en el mundo suyo, sin conceder más que a sí mismo dentro de esta tarea que es organizar las formas para darles significado y trabaja para resolver un compromiso absolutamente suyo”.

Al artista le interesaba un encuentro sensible con el arte, y ese fue siempre su empeño. Por su carácter tímido e introvertido estuvo lejos de practicar su propia difusión. Nunca quiso que su pintura fuera polémica ni hiciera ruido. Sin tener ningún compromiso social ni conceptual, se hizo silenciosa en el taller, con el solo diálogo entre creador y obra.

La inauguración será este sábado a las 11 de la mañana en la galería El Museo, ubicada en la calle 81 No. 11-41 y en su segundo espacio en la calle 80 No. 11-42.

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