Narcotráfico, ganadería y deforestación: el Amazonas, la gran víctima de los diálogos de paz en Colombia

No era lo esperado, pero desde 2016, la firma de la paz se convirtió en el verdugo de las selvas del sur del país, en las cuales cada minuto se escucha caer un árbol centenario, víctima de una sierra eléctrica

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Tala de arbóles en el
Tala de arbóles en el Amazonas colombiano para la siembra de coca en el Guaviare, Raúl Arboleda AFP.

Aunque parezca ilógico, la firma de los dialogos de paz, que se dio durante la presidencia del Nobel de Paz, Juan Manuel Santos, desató una ola de deforestación y narcotráfico al sur de Colombia, más exactamente en el departamento del Guaviare, zona en la que se encuentran uno de los tesoros arqueológicos reconocidos por la Unesco y donde viven unos 200 combatientes desmovilizados.

En diciembre de 2021, la agencia de noticias internacional AFP, llegó al lugar para informar de los hechos de los que fue testigo, pues un hombre, que cubría su rostro estaba con una sierra derribando los árboles de la zona.

“Lo hacemos por necesidad”, señaló a AFP el hombre, quien podría ser detenido por las autoridades, ya que la tala en el parque nacional Serranía de La Macarena es un delito, al igual que el cultivo de coca, sin embargo, está es la única labor que han encontrado para sobrevivir en el lugar.

Diciembre 6 de 2021- Hombre
Diciembre 6 de 2021- Hombre tala un árbol con una sierra eléctrica en el Guaviare, Colombia. Foto: Raúl Arboleda - AFP

De acuerdo con el informe, esta dinámica se dio cuando los rebeldes de las FARC se desarmaron y abandonaron la cubierta forestal, los acaparadores de tierras se mudaron a áreas que alguna vez fueron zonas prohibidas y ahora están talando árboles y cultivando en esta área protegida famosa por su biodiversidad única.

“La selva no es (para) tumbarla pero nos toca por obligación, porque si no nos quedamos sin comida”, se justificó el hombre a AFP.

La deforestación avanza paralela a la trocha ganadera, una carretera que construyó la exguerrilla FARC en la reserva del Parque Nacional Natural Serranía de La Macarena, para facilitar el movimiento de tropas y cocaína.

Por su parte, un enviado del medio internacional Bloomberg, informó el pasado 11 de diciembre, que cerca del corregimiento El Capricho, departamento del Guaviare, fue testigo de cómo las vacas pastan entre troncos de árboles en una franja de la selva tropical que poco a poco ha sido hecha pedazos, pues indicó que existe un gran terreno que denota que fueron sometidas al fuego.

Asimismo, informaron que durante el 2020, destruyeron 140.000 hectáreas de la Amazonía colombiana, lo que equivale a unos 20 campos de fútbol cada hora, según datos recopilados por la Universidad de Maryland. Eso es más del triple del nivel en 2015, el año antes de que las FARC acordaron dejar de lado medio siglo de combates.

Ante los hechos, en Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (IDEAM) sostuvo que el año del desarme de las Farc, en 2017, fue el de mayor deforestación del siglo: 219.000 hectáreas, 76% más que en 2015, antes de firmar el acuerdo de paz negociado en Cuba.

Cifras de deforestación del Amazonas
Cifras de deforestación del Amazonas en Colombia. Tomada de AFP

El amazonas colombiano pierde una hectárea al día

Se sabe que gran parte de la mirada del mundo, en cuanto a las selvas del Amazonas se concentra en Brasil, sin embargo, su vecina Colombia, en los últimos años se ha convertido en en escenario de selva intercaladas con amplias fincas ganaderas, tema que con respecto a Brasil, resulta de la aprobación tácita de las autoridades; mientras que en Colombia es la consecuencia involuntaria de un acuerdo de paz entre el Gobierno colombiano y la guerrillas.

Según datos del gobierno, 925.000 hectáreas de bosque colombiano han sido destruidas desde 2016, un área del tamaño de Chipre.

De acuerdo con Julián Gallo, excomandante de las FARC y negociador de los acuerdos de paz, señaló a Bloomberg que esta explotación que tiene como víctima a la amazonía colombiana se da cuando la guerrilla abandona las selvas.

“Lo de las Farc no fue simplemente impulsado por un deseo altruista de preservar el hábitat de jaguares, tapires y ranas arborícolas. La selva ocultaba al Ejército sus movimientos y la abundancia del bosque servía como banco de alimentos estratégico,” contó Gallo.

Agregó que lograron sobrevivir durante largos períodos de operaciones militares con bloqueos económicos gracias a las reservas de pescado y carne silvestre. Pero, precisa que luego de dejar las armas, el Gobierno no ejerció el mismo grado de autoridad sobre la región amazónica.

Ahora, pese a las promesas de proteger ambientalmente esta zona, esto no ha sido realidad, pues el estado no ha impedido que destruyan su cubierta forestal y la llenen de ganado.

La cantidad de ganado en ocho zonas clave donde la Amazonía está sufriendo altos niveles de deforestación casi se duplicó a 2,1 millones el año pasado desde 2016, según un estudio del grupo ambientalista de Rojas, la Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible.

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