Este jueves 27 de enero se dará inicio al Hay Festival de Cartagena, el cual regresa a la presencialidad tras la pandemia del COVID-19, e irá hasta el 30 del mismo mes. Dentro de los invitados especiales estará el escritor y periodista mexicano Juan Villoro, quien cerró el año pasado con el lanzamiento de su novela La tierra de la gran promesa, editado por Penguin Random House, y que estará presentando el próximo fin de semana en la capital del departamento de Bolívar.
Villoro cumplió casi 10 años sin publicar una novela, pero este 2021 entregó un manuscrito que empieza contando el incendio de la Cineteca de la Ciudad de México en el 82. Además, este texto cuenta con una serie de reflexiones sobre los diferentes tipos de relaciones, como pasa entre el protagonista, Diego, quien es cineasta, y su padre, que se desempeña como notario. Pues en esta relación se discute cuáles son los hechos oficiales, vistos desde la óptica del notario y, así mismo, narrados a través del lente de una cámara.
Además, en La tierra de la gran promesa se expone de la mejor manera la cultura mexicana, la cual está entre el arte y el narcotráfico, pues Diego termina contando historias de los carteles de narcotráfico que habitan su país, así como el papel que tiene la Cineteca en el desarrollo cultural de Ciudad de México, centro de relatos callejeros, juveniles y, claramente, audiovisuales.
En entrevista con Infobae, el también autor de Balón dividido y Dios es redondo contó que es fiel seguidor de las culturas indígenas, especialmente las de su país. Frente a esto, Villoro considera que el mexicano desconoce los verdaderos saberes que las comunidades aborígenes de su país tienen, pues se les ve como artesanos, autores de telares, mochilas y accesorios, más no como herederos de la tradición del hongo y del peyote, plantas sagradas que han ayudado a la construcción de la sociedad mexicana.
Por otro lado, él es hijo de los escritores que hicieron parte del Boom Latinoamericano. Creció leyendo a García Márquez, Juan Rulfo, Mario Vargas Llosa, y también a los que estaban antes que ellos como Jorge Luis Borges. Ahora, es amigo y fiel lector de los colombianos Héctor Abad Faciolince y Juan Gabriel Vásquez, autores de El olvido que seremos y Volver a vista atrás, respectivamente.
Así como es hijo de los escritores que le dieron otro norte a la literatura en el continente, es hijo de una tierra bendita que se está desangrando hace años, pues México, al igual que Colombia, cuenta con una muy buena posición geográfica, característica que ha causado que los país potencia se fijen en este paraíso natural, pero que así mismo ha sufrido de colonizaciones y maltrato a los mexicanos a lo largo de la historia.
El 2021 estuvo marcado por las múltiples protestas que se llevaron a cabo en los diferentes país del continente. Desde México las feministas lucharon por los feminicidios, la igualdad y la legalización del aborto. Mientras que en Puerto Rico, Colombia y Chile, las manifestaciones se dieron por un inconformismo popular frente a los diferentes gobiernos que estaban ejerciendo.
Uno de los llamados que se hizo en el marco del Paro nacional en el país fue que los artistas tomaran una posición política frente a la situación que atravesaba Colombia. Para Villoro, en países donde hay una alto nivel de analfabetismo, los ciudadanos no tienen un fácil acceso a la cultura y a la educación general que se les solicite a los escritores, en este caso, ser voceros de dicha lucha.
“Cuando alguien domina alguna tarea que tiene cierto grado de dificultad como lo es la escritura, esto hace suponer que es alguien parecido a un profeta, de alguien que conoce la solución para todos los problemas del país, y con excesiva frecuencia se le pregunta a los escritores qué opinan de la reforma fiscal, de los derechos del mar, de la política exterior. Y lo grave es que muchas veces ellos responden. Entonces hablan de cosas que no necesariamente saben y se convierten en intérpretes de la realidad”.
Por último, una de las granes pasiones que tiene Juan Villoro es el fútbol. Es hincha del Necaxa. Su postura frente a este deporte se divide en dos. La primera, como seguidor, a quién solo le interesa que su equipo gane, sin importar las condiciones en que esta se dé. Y, segundo, como narrador de mitologías. Por ejemplo, de cómo se conectó Maradona con la cultura de la gente argentina.
En su libro Dios es redondo Villoro escribió que “el fútbol es, entre otras maravillas, un gran disparate físico. Maradona mide 1.62; en sus tiempos como profesional dormía hasta las once, corría sin ganas y digería con calma chicha (una ración más del espagueti del sábado se le notaba en el juego del domingo). Sin embargo, una tensión extraña le recorría el cuerpo. Aunque estuviera vestido de frac, parecía a punto de matar un balón con el pecho. Fue el mayor artista del capricho que ha conocido el fútbol, el más dramático y el que más ha influido en su equipo. Ni siquiera Pelé ejerció un liderazgo tan unánime. En el Mundial de 1986, Diego logró hacernos creer que cualquier selección hubiera sido campeona con él en punta. Durante la Eurocopa 2000, Platini comparó al 10 argentino con el monarca actual del fútbol. ‘Zidane hace con la pelota lo que Diego hacía con una naranja’”.
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