Es normal que las cosas cambien de nombre entre un país y otro. Casi siempre es un fenómeno accidental, porque la distancia geográfica entre un país y otro establece una barrera cultural lo suficientemente grande para que no se pongan de acuerdo con el nombre de algo o alguien. Por ejemplo, las crispetas pasan a llamarse cotufas (un término de las Canarias) cuando se pasa de Cúcuta a San Antonio, Venezuela.
En otras ocasiones, las cosas cambian de nombre para afirmar una posición institucional. En este punto aparece una palabra que suena como a nombre de fábrica de caucho o cemento: tancol. Sin embargo, al buscar la palabra en Google, lo que aparece son reportajes del orden público en el estado Apure, provenientes de sitios de noticias como Russia Today, Sputnik o Telesur.
El estado Apure es vecino de los departamentos colombianos de Vichada y Arauca, el cual por estos momentos pasa una grave situación de orden público. En lo que va del 2022, los enfrentamientos entre grupos insurgentes pertenecientes al ELN y grupos residuales de las FARC han generado una crisis que no solamente alarma a Colombia, sino, al mundo.
Con respecto al carro bomba instalado en Saravena, el ministro de Defensa, Diego Molano, dijo que la responsabilidad caería sobre el grupo de las disidencias de las FARC comandado por alias ´Antonio Medina´. Además, aseguró que el atentado fue orquestado desde Venezuela.
Sin embargo, cuando se cruza la línea entre Arauca y Apure, el problema cambia de nombre y -aparentemente- de lógica. Ahí aparece la palabra tancol.
Enviados para desestabilizar
El Gobierno de Colombia asegura que los cabecillas de los grupos armados encuentran refugio y libertad de operaciones en Venezuela, donde el Ejército de Colombia no puede entrar porque se incurriría en invasión de soberanía y se iniciaría una guerra.
La teoría que el gobierno de Nicolás Maduro le presenta a los venezolanos es distinta. Según él, la oligarquía colombiana ha decidido desestabilizar a Venezuela mediante el envío de grupos terroristas armados narcotraficantes de Colombia. De esas palabras surge el acrónimo tancol.
El término blanquea las afiliaciones políticas de los insurgentes:
No son ni guerrillas, ni seudoguerrillas, ni paracos, son los TANCOL, terroristas, armados, narcotraficantes de Colombia. Y esos grupos TANCOL han venido infiltrándose en territorio venezolano. Son grupos de hasta cien entrenados en Colombia, financiados en Colombia, que los meten en la frontera para diezmar la seguridad interna, atacar al pueblo, traficar la cocaína colombiana, y para prepararse para ataques a objetivos militares, policiales, políticos, populares.
La presunta instrucción de Maduro a los ciudadanos venezolanos y a sus fuerzas militares es, entonces,
identificar a estos grupos terroristas armados, narcotraficantes de Colombia, estén donde estén, para que vayan nuestras fuerzas militares y los extirpen como un tumor, los saquen del territorio nacional.
El comandante estratégico operacional de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, Domingo Hernández Lárez, trinó recientemente usando el término:
Cumpliendo órdenes de nuestro Comandante en Jefe @NicolasMaduro y el Ministro del PP para la Defensa GJ @vladimirpadrino la #FANB luchará contra los grupos TANCOL en cualquiera de sus formas! Llámese como se llamen! Independencia o nada!
Entonces, como se puede apreciar, el concepto de tancol es un brazo político. Sin embargo, la periodista Sebastiana Barráez, de Infobae, consiguió una declaración anónima de un militar sobre el concepto:
No existe ese grupo Tancol, pero la información que recibimos para que las detengamos es que esas personas tienen relación con las FARC del Décimo Frente, que han dado refugio a los guerrilleros, incluso alimentos.
Tancol versus GAO
El caso de los tancol puede resultar extraño, pero la forma en que se manejó este problema lingüístico y político en Colombia no es muy diferente.
el Gobierno de Colombia encerró en un solo término a grupos insurgentes y bandas criminales. El Ejército de Liberación Nacional (ELN), los frentes de las disidencias de las FARC y las bandas de corte paramilitar (como el Clan del Golfo) fueron todas blanqueadas de su pasado y afiliaciones. Así como en Venezuela se creó una categoría por país, en Colombia se definieron por sus actividades delictivas.
Todos esos grupos pasaron a llamarse Grupos Armados Organizados (GAO) y, bajo esa lógica, contra todos aplican las mismas políticas: sus integrantes deben ser neutralizados, capturados o reinsertados a la vida civil de forma individual y voluntaria.
La postura oficial es que no hay espacio para el diálogo mientras haya evidencia de que los GAO siguen involucrados en acciones delictivas. Es una postura que tiene sentido, si se tiene en cuenta que el partido de gobierno ganó las últimas elecciones al hacer oposición a los acuerdos de paz adelantados en La Habana.
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