Las dificultades económicas fueron las que desde el 2010, utilizó el sacerdote William Eduardo Alfonso Gómez, quien en este momento estaba encargado de la parroquia San Martín de Tours, en la localidad de San Cristóbal, para abusar de un menor de 13 años, que era hijo de la mujer que había contratado para los servicios de aseo en la casa cural.
La víctima, que actualmente tiene más de 20 años, reveló su drama al diario El Tiempo a inicios del 2021, detallando todos los abusos que vivió por culpa de este hombre, que sin pensar en el dolor del menor, lo humilló y sometió a sus vejámenes. La declaración llevó a la captura del presbítero, pero en casi un año los avances han sido pocos.
Todo empezó cuando su mamá se quedó sin trabajo, por lo que ella acudió a la ayuda del religioso, quien le ofreció trabajo en las instalaciones de la iglesia y la casa cural, en este entonces el joven tenía 13 años, lugar al que asistía luego de terminar el colegio para acompañar a su madre y colaborarle en algunos oficios, evento que el abusador sexual aprovechó.
El joven le contó al medio que todo se empezó a poner extraño cuando el sacerdote le comenzó a imponer oficios en los lugares más apartados de la casa cura. “Por ejemplo, me ponía a limpiar objetos en la biblioteca, libros o porcelanas de su habitación personal”.
Meses después, este hombre se empezó a tornar pesado con comentarios morbosos, a cambiarse de ropa en su presencia, a mostrarle los tatuajes que tenía en su cuerpo.
“Se cambiaba delante de mí, se quedaba en bóxer y me mostraba los tatuajes que tenía”, contó el joven al medio.
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Luego de empezar dichos actos, le empezó a preguntar por su ropa interior y a cuestionarse por temas de tendencia obscena, pero en medio de su inocencia, el menor no dimensionaba las intenciones de lo que estaba a punto de sucederle.
Luego de 5 meses, de estar en la tónica de morbo y exhibiéndose al menor, llegó la noche en la que según el joven, este hombre le destrozó su vida.
“Vino el primer abuso. Ocurrió en la habitación de la casa cural. Me engañó diciéndome que subiera. Luego de eso, y a pesar de que me dijo que fuera a la misa, yo me fui de una vez para mi casa. No quería estar ahí, estaba confundido, tenía miedo, no sabía qué hacer”, reveló el joven al diario bogotano.
El segundo acceso carnal violento, se dio porque él le pidió a su mamá que lo dejara ir solo a una serie de actividades de oración que Goméz tenía al norte de Bogotá. Al llegar de estas labores, en la madrugada volvió a abusar de él.
“Yo quería irme para otro cuarto, pero él me insistía. Luego yo me empecé a quedar dormido y cuando menos me di cuenta estaba encima mío. “Pasé casi toda la noche en el baño, tenía dolor, sangraba”, contó el joven al recordar los sometimientos que vivió esos 10 años.
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Durante todo ese tiempo, algunas veces trató de negarse a las aberraciones del sacardote a lo que le respondía con golpes y le amenazaba con que su madre perdería el trabajo, Asimismo, le indicaba que tenía que aceptar que en realidad eso era lo que él quería, yque el abuso sexual no existía.
Contó que hubo una época que empezó refugiarse en la marihuana para poder soportar los sometimientos de este hombre, empezó a tener una relación difícil con su madre, pero a él solo lo veían como un joven rebelde, hasta que un día le contó a sus prima, quienes lo convencieron de denunciarlo, por lo que empezó a pensar en cómo tener información para demostrar su difícil situación.
Todo se dio gracias a un celular que el sacerdote le regaló, el cual este hombre resultó utilizando para ver con quién hablaba y de paso también para empezar a buscar en redes sociales otras posibles víctimas. Con esto fue que logró demostrar que, por medio de perfiles falsos, este religioso tenía la mente retorcida.
De acuerdo con lo informado por El Tiempo, la denuncia fue interpuesta el 17 de febrero de 2020, lo que procedió a la captura de Gómez el 14 de febrero de 2021 en el barrio San Benito. En la legalización ese mismo día el sacerdote aceptó los cargos, lo que actualmente lo tiene en la cárcel Modelo de Bogotá, pagando una condena de 25 años.
Tanto el abogado defensor del sacerdote como el representante de las víctimas apelaron la condena, por lo que el proceso sigue en trámite.
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