Arauca se ha convertido en un epicentro de violencia en el país. En el 2021 se reportaron diferentes enfrentamiento, masacres, heridos, desplazados; y en los primeros días del 2022 se reportaron tiroteos que acabaron con la vida de al menos 27 personas. De acuerdo con el ministro de Defensa, Diego Molano, peritos forenses identificaron en los últimos días 21 de los 27 cuerpos, estableciendo que 14 de los cuerpos corresponden a ciudadanos colombianos y otros 7 son de nacionalidad venezolana. Además, varios de los cuerpos evidencian que más que muerte en combate, los asesinatos fueron ejecutados con tiros de gracia.
En medio de la masacre que ha sido atribuida a la guerrilla del Eln, hubo personas que se salvaron de ser ejecutados de forma violenta. Una de esas víctimas que aún sigue con vida es Pedro, un joven de 20 años que fue secuestrado por la guerrilla por pasar por el lugar equivocado.
De acuerdo con la Revista Semana, la mañana del 2 de enero Pedro madrugo para ir a reclamar la paga de sus servicios como empacador de plátano, así que se dispuso y salió en su moto. Sin embargo, cuando iba por el camino se encontró con la escena de varios hombres con el brazalete del Eln apuntándole en la cabeza a personas de la zona. Como este tipo de actos violentos en la zona es común, Pedro siguió derecho e hizo como si no hubiera visto nada pero de un momento a otro, escuchó su nombre y posteriormente lo sentenciaron: “Se va con nosotros por sapo”.
Ante su secuestro, personas de la zona salieron a su defensa y pidieron que lo soltaran, pero uno de los criminales acusó a Pedro de ser el segundo al mando de una estructura de disidentes de la zona. Con este argumento, se lo llevaron del lugar con los ojos vendados y lo hicieron caminar por varias zonas desconocidas hasta llegar a uno de los campamentos de la guerrilla.
Ante la situación Pedro solo pedía que lo soltaran y rogaba por su vida “Pensé que ese día me mataban. Lloré y les rogué que no lo hicieran. Pensaba en el dolor que eso le causaría a mi abuela de 85 años”, contó con un nudo en la garganta a la revista colombiana.
Pero sus súplicas no fueron escuchadas. El primer día, los guerrilleros le comenzaron a pedir información sobre los grupos de disidentes, insistían con que Pedro les entregaran las caletas que supuestamente tenía del frente 10; y lo amenazaban con que si no daba la información moriría junto con otras personas. Al insistir en que no sabía nada lo encerraron con otras personas y le amarraron las manos, luego le dieron un bocado de comida, pero casi no podía alimentarse. “Ese nailon me apretaba las manos cada vez que las intentaba mover”, anotó Pedro.
Al día siguiente le hicieron un nuevo recorrido y Pedro solo pensaba en que pronto moriría sin alguna razón, pero para su sorpresa, a las 5 p.m. lo dejaron abandonado en una carretera y por fortuna, funcionarios de la Personería de Arauca llegaron a rescatarlo.
Al contrario que Pedro, otras 27 personas han muerto, 23 de las cuales fueron asesinadas entre el 3 y 4 de enero en los municipios araucanos de Fortul, Tame, Arauquita y Saravena.
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