Pilar Quintana y Juan Gabriel Vásquez, los grandes ganadores del ‘boom’ de la literatura colombiana en 2021

Toda una bonanza literaria hubo en Colombia durante el año que terminó hace un par de días; el Premio Alfaguara de Novela otorgado a ‘Los abismos’ y la Bienal de Novela Vargas Llosa entregada a ‘Volver la vista atrás’, dan buen augurio del futuro de la cultura del libro en el país

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Pilar Quintana, ganadora del Premio
Pilar Quintana, ganadora del Premio Alfaguara de Novela 2021 y Juan Gabriel Vásquez, galardonado con el Premio bienal de novela Mario Vargas Llosa. FOTOS: Archivo

El encierro de 2020 obligó a muchas personas a buscar alternativas de ocio y la atracción hacia la literatura fue una de esas actividades que crecieron de manera exponencial y fue precisamente esa razón la que motivó a muchos lectores incipientes a estar pendientes de las novedades que podrían salir durante el 2021, y como era de esperarse, la producción literaria fue nutrida no solo en cantidad sino en calidad por parte de los autores colombianos.

Podría decirse que el año pasado fue uno de los más importantes para la literatura colombiana, no solamente por la gran cantidad de títulos que fueron publicados, sino por los reconocimientos que tuvieron varios de ellos, concretamente Pilar Quintana y Juan Gabriel Vásquez con ‘Los abismos’ y ‘Volver la vista atrás’. El género de la novela estuvo por encima de los libros de autosuperación y los relatos políticos -que no pasaron desapercibidos-, como ‘Los pecados de la paz- del general (r) Jorge Mora, y ‘Una vida, muchas vidas’ de Gustavo Petro.

Enero del año pasado comenzó de la mejor manera para los autores colombianos tras el Premio Alfaguara de Novela otorgado a Pilar Quintana por ‘Los abismos’, un relato íntimo que desenmascara las grietas existentes entre la familia de una niña que hace una crítica a la maternidad por imposición social.

“Mi mamá siempre estaba en la casa. Ella no quería ser como mi abuela. Me lo dijo muchas veces. Mi abuela dormía hasta la media mañana y mi mamá se iba al colegio sin verla. Por las tardes jugaba lulo con las amigas y cuando mi mamá volvía del colegio, de cinco días no estaba cuatro. El día que estaba era porque le correspondía atender el juego en la casa. Ocho señoras en la mesa del comedor fumando, riendo, tirando las cartas y comiendo pandebonos. Mi abuela ni miraba a mi mamá” es un fragmento del título que fue publicado en abril del mismo año, pero que desde antes ya había recibido muchos aplausos de parte de la crítica, llegando a ser uno de los ejemplares más vendidos del año en el país.

Septiembre también fue un mes importante para los autores nacionales tras conocerse la noticia de que el Premio Bienal de Novela Mario Vargas Llosa fue otorgado a Juan Gabriel Vásquez, por su libro ‘Volver la vista atrás’, el cual se centra en la vida del cineasta Sergio Cabrera y toda una vida llena de anécdotas y sucesos históricos que presenció con sus propios ojos y que, para fortuna de Vásquez, pudo contarle a través de una serie de relatos que quedaron consignados en la obra que también fue una de las más vendidas en Colombia.

Precisamente, una de las partes más llamativas del ejemplar es cuando Cabrera narra el accidente que tuvo su padre, Fausto, y que le costó la vida.

“Aunque Fausto había tenido siempre una salud envidiable y la fortaleza física de alguien veinte años más joven, también era cierto que acababa de cumplir noventa y dos años muy cargados, y a esa edad todo es más grave: las enfermedades son más amenazantes, los accidentes son más perniciosos. Seguía levantándose a las cinco de la mañana para sus sesiones de tai chi chuan, pero cada vez con menos energía, haciendo concesiones cada vez más notorias al desgaste de su propio cuerpo. Como no había perdido ni una pizca de lucidez, eso lo irritaba enormemente (…) Nadie nunca había convencido a Fausto Cabrera de no hacer algo que ya se le había metido en la cabeza. De manera que fue a China, recibió los homenajes y volvió a Colombia listo para celebrar su cumpleaños. Y ahora, pocas semanas después de regresar del otro lado del mundo, había sufrido un accidente en la distancia que va del sofá a la puerta de la casa, y estaba aferrándose a la vida” se lee en una de las páginas de la novela publicada por la editorial Alfaguara.

Otros títulos que tuvieron amplia acogida

Justamente la pandemia, el encierro, lo peor que salió de cada ser humano no solo a nivel físico sino emocional y espiritual fueron los detonantes para que el bogotano Mario Mendoza, ícono entre los lectores jóvenes, escribiera ‘Bitácora del naufragio’, una obra que reúne lo mejor de sus letras en torno al terror, las crisis internas y externas de cada persona en ese afán por ‘evolucionar’ hasta desmentir la teoría replicada por muchos y donde se afirmaba que la crítica situación que vive el mundo hará mejores a sus habitantes.

‘Zoológico humano’, de Ricardo Silva Romero, fue muy bien recibido por su audiencia después del éxito que tuvo ‘Río muerto’, desgarrador relato sobre la violencia en Colombia y publicado en 2020.

En su trabajo más reciente, el autor hace un breve recuento por la historia cultural a través de ocho relatos que afirman que la muerte no es el fin de la vida, sino una fase más que es más compleja y fascinante de vivir, que la misma vida terrenal.

La pluma de Piedad Bonnet se movió para crear ‘Qué hacer con estos pedazos’, un descarnado relato que tiene como protagonista a Emilia, una mujer que a sus 64 años, decide hacer un ejercicio retrospectivo sobre su vida y los diferentes tipos de maltrato que debió aguantar para satisfacer a su familia, sobre todo a su esposo, desde los más sutiles hasta aquellos insoslayables.

Finalmente, Santiago Gamboa nutrió la bonanza literaria colombiana en 2021 con ‘Colombian psycho-’, una novela negra que reúne elementos de ‘Será larga la noche’, como por ejemplo los personajes Julieta Lezama y Edilson Jutsiñamuy. Al igual que en la obra de 2019, la intriga, la especulación y muchas pistas sueltas hacen parte de la investigación que busca encontrar al responsable de un crimen cuyos restos fueron dejados en las montañas de La Calera.

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