El pasado 2 de agosto, se conoció por parte del periodista Sigilfredo Franco que Jaime Echenique, oriundo de Barranquilla, jugaría la NBA Summer League con los Washington Wizards, siendo su primer partido el 8 del mismo mes, y a pesar que solo se trataba de un pequeño torneo, estaba organizado por la liga de baloncesto más importante del mundo y abría la puerta para pensar en la posibilidad de ver, por primera vez, a un colombiano en la élite de este deporte.
Finalmente, el sueño se cumplió para Echenique, aunque de una manera inesperada pero que era probable: se convierte en el primer basquetbolista nacional en llegar a la NBA, luego que recientemente firmara un contrato de 10 días con el primer equipo.
¿Por qué solamente de 10 días? Debido a la gran cantidad de bajas que el equipo tiene con contagios de covid-19, el barranquillero, que juega como pivote, fue llamado para cubrir uno de esos espacios, concretamente el de Montrezl Harrell, quien juega en esa misma posición. Podría decirse que, gracias al covid-19, se convertirá en el primer colombiano en llegar a la cima de la liga de basket más seguida del mundo.
Y como es costumbre, detrás de un deportista colombiano que roza la gloria, hay una historia cargada de curiosidades y entereza. La de Echenique no es la excepción, pues antes de dedicarse a esta disciplina, confesó que era malo para el baloncesto; pero todo cambió cuando en unas vacaciones, la ropa le empezó a quedar pequeña porque había crecido diez centímetros en tres meses.
Su madre, una cocinera de Crepes y Waffles, fue de las primeras personas en darse cuenta del inesperado cambio que no solo transformaría el cuerpo de Echenique, sino su vida en general; y contrario a lo que se pudiera pensar, su debut como deportista lo hizo en el béisbol.
Hasta los 11 años jugó como primera base en el Once de Noviembre, pero emprendió un viaje sin retorno cuando decidió inscribirse a una selección de baloncesto, y de manera paralela, terminaba sus estudios en el colegio sin dejar de lado la idea de irse a Estados Unidos y jugar allí.
Con tan solo 15 años, Jaime, recién graduado como bachiller académico, compró un tiquete a Medellín para integrarse al club Academia de la Montaña, y a pesar que se inclinaría por seguir su sueño, no dejaría de cumplirle la promesa a su padre, quien no lo acompañó al aeropuerto: continuar sus estudios.
Pese al dolor de verlo partir, tanto él como su madre siguen en contacto con Jaime, de hecho, lo llaman muy seguido a “imponerle reglas” como afirmó el mismo joven en diálogo con El Espectador. Finalmente, el joven llegó a tierras norteamericanas y a duras penas con el inglés que aprendió en el colegio, estudió Artes liberales por dos años.
Gracias al basquetbol llegó a Kansas, donde hizo su carrera como psicólogo y sociología. Por otro lado, fue figura en el equipo universitario logrando cifras innumerables: 11,3 puntos promedio y 23 minutos de juego durante la última temporada; además, logró recuperar forma y fuerza física y también la atención de las aproximadamente 10 mil personas que asistían al coliseo de Wichita a verlo jugar.
Ahora, Jaime hace historia al ser el primer colombiano dentro de la élite mundial de esta disciplina, y por esa misma razón hace un llamado a las directivas colombianas de este deporte.
“No hay cantidad de torneos para formar a jugadores, las escuelas de formación son muy importantes, pero hay que buscar como foguearlos (…) No hay muchos partidos que fomenten a los jugadores a formar una trayectoria. Lo otro es que después de las escuelas de formación, muchos jugadores se pierden en el camino, la liga es inestable, en la selección uno ve a los mismos con los mismos”, afirmó al mismo diario Echenique, que, a partir del 30 de diciembre, fecha en que los Wasington Wizards anunciaron su contratación por 10 días, será motivo de inspiración para muchos jóvenes que quieren llegar a donde está el barranquillero.
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