2021 fue el año de la reactivación de los eventos presenciales, sobre todo los conciertos y presentaciones alejadas de la virtualidad. Luego del parón en 2020 por la pandemia, no fueron pocos los artistas que se vieron obligados a reanudar sus actividades tan pronto vieran el primer resquicio para hacerlo. Y mientras tanto, el tiempo siguió avanzando y el país conoció, a lo largo de este año, los músicos y compositores que partieron de este mundo.
“Si pa’ morir solo hace falta tener vida, y mientras haya vida queda la esperanza”, dijo Jorge Oñate en la canción ‘Volví a llorar’, una de las más importantes de su legado musical y que retumbó en gran parte del país luego de aquel 28 de febrero, día en que se conoció la muerte del ‘jilguero de América’ a causa de problemas respiratorios relacionados con el covid-19. Para el género vallenato fue la pérdida más importante de los últimos años sumada a las de Martín Elías y Diomedes Díaz.
Antes de la muerte del también conocido como el ‘Ruiseñor del Cesar’, la música colombiana lamentaría los decesos de otros representantes. Solamente a los 11 días de iniciarse el 2021, Anastasio Molina, acordeonero de familia cordobesa partió de este mundo en su vivienda ubicada en Veracruz, México; y tres días después los sonidos del pacífico lloraron el fin de la vida de Antún Castro, autor del reconocido éxito ‘Por cuánto me lo das’.
Un día después, el 15 de ese mismo mes, se conoció la muerte de Hernando Ruiz Caballero, director de la orquesta bogotana La Tribu Hispana también por coronavirus. Vale mencionar que esta agrupación es muy popular por las épocas decembrinas gracias a interpretaciones como ‘Cumbia negra’ y ‘Alumbra luna’, entre otras.
No pararon las tristes noticias en aquel enero, pues ese mismo día murió Carlos Julio Mosquera, cantante y tiplista oriundo de Neiva e integrante del dueto ‘Rojas y Mosquera’; dos días después corrió el mismo destino Carlos Arturo Marín, quien también tocaba el tiple pero para el dueto manizaleño ‘Estirpe y canción’. Aquel 17 también pereció la soprano lírica, María Pardo.
No había pasado el primer mes del año y muchos géneros lamentaron las muertes de varios de sus exponentes, incluyendo el joropo con la triste partida de un ícono: Joaquín Rico, conocido como ‘El rompesuelos del llano’ y también Los corraleros de Majagual perdieron a Abraham Núñez el 28 de enero, recordado por haber fundado el ‘Supercombo Los Núñez’, creadores de la canción emblema del Atlético Nacional, el ‘Pregón verde’.
Febrero también estuvo marcado por el luto en los sonidos nacionales: el 14 de ese mes, el ‘San valentín’ estuvo empañado con la partida de la cantadora Fernanda Peña, nacida en el departamento de Bolívar. Curiosamente, se fue a la tumba sin saber si realmente llegó a los 106 años o si se quedó en los 100; sin embargo, le alcanzó la vida para ser una referente del bullerengue, incluso una eminencia. Colombia también lloró, el 28 de ese mismo mes, la partida del intérprete de ‘Ruiseñor de mi valle’, ‘Mujer marchita’, ‘El cariño de mi pueblo’, ‘No voy a Patillal’ y ‘Lloraré’ entre otras. Tampoco pudo ganarle la batalla al covid, enviándolo por varias semanas a una Unidad de Cuidado Intensivo y con la incertidumbre entre el género vallenato sobre lo que pudiera pasar con su vida que, finalmente, se apagó.
Marzo estuvo marcado con la pérdida de Evaristo Mendoza a sus 100 años y siendo un referente de la gaita en su natal Tubará, Bolívar. Abril tampoco fue la excepción y el país lamentó la muerte de Luis Penagos, ícono del tango colombiano, y de Morgan Blanco, acordeonero y compositor nacido en Barranquilla y recordado por su intervención en la mítica ‘Very very well’ en 1958 y donde también participó Carlos Román, no el político santandereano sino el cumbiero.
En ese mismo mes, fallecieron -15 y 16 de abril, respectivamente-, Gabriel Raymon y Miguel Ángel Nova, ambos representantes de la música popular. Los sonidos andinos entonaron notas tristes tras la muerte de Rufino Duque Naranjo y la salsa perdió a dos grandes exponentes: Pete Vicentini y Víctor ‘Nene’ del Real, creador de la orquesta ‘El Nene y sus traviesos’.
Llegó mayo y con él, más pérdidas para la música: Tato Nunciara -3 de ese mes-, hijo del percusionista, Jesús Nuncira Machado; y el 12, la música de acordeón entristeció con el deceso de Praxísteles Agamenón Rodríguez, ícono del pueblo de San Jacinto. El viernes 21 murió, de covid-19, Alberto Aljure Lis, exponente de los sonidos andinos, reconocido por hacer parte de ‘Jorge Velosa y los carrangueros de Ráquira’. Este mismo género perdió el día 25 a Samuel Malagón Bravo por cuenta de la pandemia. También por coronavirus murió Lucy Peñaloza, cantante e hija del compositor Antonio María Peñaloza, el pasado 13 de junio.
Junior Jein y el crimen que enlutó a todo el país
Todos los ojos de Colombia estaban puestos en Cali por el Paro Nacional y la violencia que allí se generó, y mientras se conocían a través de redes sociales las agresiones por parte de la Fuerza Pública, los casos de civiles armados con armas de fuego y los daños a la infraestructura, se supo de la muerte del artista urbano -cuyo nombre de pila era Harold Angulo Vencé- a manos de sicarios justo antes de presentar su nuevo trabajo discográfico en una discoteca del sur de Cali.
Junio y julio estuvieron marcados por las trágicas muertes de Álvaro Villalba -17 de junio-, único integrante vivo del quimérico dueto ‘Silva y Villalba’, Jaime Galé -15 de julio a los 83 años-, músico adscrito a la casa Discos Fuentes. Gaber Castañeda también murió en el séptimo mes del año y es avocado por componer éxitos para La Sonora Dinamita; y Juan ‘Cuchita’ Hernández -julio 29-, último representante de la última generación de Los gaiteros de San Jacinto.
En agosto fueron registrados los fallecimientos de ‘Poncho’ Molina -día 10-, quien perdió la vida en un accidente de tránsito, y el 25 se produjo el deceso del barranquillero Mario Gareña, en Salt Lake City, Utah y quien fue compositor de ‘Yo me llamo cumbia’, canción con la que Colombia es recordada ante el mundo. Por otra parte, el 9 de septiembre la música andina lloró la pérdida de Sor Virginia Lahidalga, cofundadora del Festival de Música Andina Colombiana Mono Núñez, y finalmente el 18 de ese mes ocurrió el deceso de Christian Vega, famoso por ser el director de la orquesta del programa de Fernando González Pacheco, ‘Compre la orquesta’.
En octubre la champeta estuvo de luto por la muerte de Abelardo Carbonó por cuenta del covid-19, y también la música de acordeón por la pérdida de Luis Eduardo ‘Lucho’ Campillo. El 26 de ese mes, la salsa tuvo uno de sus golpes más duros tras el fallecimiento de uno de sus pioneros en Colombia, Blas ‘Michi’ Sarmiento, ícono por haber trabajado al lado de grandes como el Joe Arroyo y Los corraleros de Majagual.
Por último, El vallenato protesta enlutó por la muerte de su referente cumbre, Máximo Jiménez y no fue sino hasta el 28 de diciembre cuando el país se estremeció por el asesinato de Javier Esnaider Castillo, joven gestor cultural quien había participado de la Feria de Cali con su agrupación, Changó de Tumaco. 2021 fue uno de los años más tristes para la música nacional; sin embargo, sus legados serán rememorados por miles de personas en cada palmo del país.
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