Hace cinco años, en el Teatro Colón, se firmó uno de los acuerdos más importantes en el país, pues, con este, se le pondría fin a la guerrilla más antigua de la región y a cincuenta años de conflicto armado que dejó miles de victimas. Ese 24 de noviembre del 2016, pese a la pérdida del plebiscito y a las múltiples oposiciones al proceso, Juan Manuel Santos, el entonces presidente de Colombia, y el líder máximo de las extintas Farc-EP, Rodrigo Londoño, firmaron el documento de más de 300 páginas que dio inició al desarme, a la creación de instituciones transicionales, al reconocimiento y perdón de las víctimas y a la lucha por mantener el proceso en pie.
Con este no dejó de existir el narcotráfico, ni tampoco otros grupos se desarmaron, pero sí se logró que un promedio de 13.000 combatientes se desarmaran y comenzaran una vida nueva; que la lucha armada pasara a ser política, en el Senado; que se reconocieran miles de víctimas del conflicto, no solo de las Farc, sino del Estado y otros grupos como los paramilitares; que se conocieran las distintas versiones de los hechos de violencia perpetrados mayoritariamente en zonas rurales y que las cooperaciones internacionales dieran su mano para que el proceso se pusiera en marcha.
El acuerdo ha pasado a la historia mundial como un ejemplo, según declaración de la ONU, pues en el documento se trataron de abarcar todos los frentes políticos y sociales que influyeron tanto en la creación de la guerrilla como en la perpetración de la guerra.
Pese a que se han dado grandes pasos, lo cierto es que no se han cumplido las expectativas y como en su momento los expertos lo advirtieron, si en el posacuerdo no se lograban concretar unos mínimos, la violencia se exacerbaría. Actualmente, la preocupación de las comunidades ha aumentado, pues los territorios que fueron abandonados por las Farc han sido motivo de disputa entre otros grupos como el Eln, el Clan de Golfo (que esta presente en el 75 % de áreas de incidencia y en efectivos armados) y otras estructuras criminales que se crearon con los disidentes encabezados por Iván Márquez y otros exjefes guerrilleros que le dieron al espalda a lo pactado en la Habana.
“El incumplimiento de los acuerdos de paz, la continuidad de políticas antidemocráticas y de inequidad, de estrategias autoritarias y de guerra a la protesta social ayudarían a la reproducción y ampliación de estos grupos y a la pretendida refundación de las FARC EP, lo que conduciría a graves confrontaciones, sin que ello signifique una amenaza estratégica para el Estado y el actual régimen”, señaló Indepaz en su último informe.
Esa ONG calcula que, a la fecha, existen 22 estructuras posdesmovilización de las Auc, y 27 bandas emergentes que en los territorios son reconocidas por parte de los pobladores como “paramilitares” y que actúan en 291 municipios; existen 30 estructuras de disidentes, que actúan en 123 municipios, y son cerca de 2.500 las personas que integran hoy las estructuras del Eln y que actúan en 211 municipios.
Por otro lado, hay que hablar del incremento de masacre y asesinatos en los últimos años. De acuerdo con El Espectador en este 2021 van cerca de 90 masacres y 75 mil víctimas de desplazamientos. Según Codhes, más de 1.200 asesinatos de líderes sociales desde la firma del Acuerdo y de excombatientes de las Farc cerca de 300.
Además, si se habla de sustitución de cultivo de uso ilícitos, las medidas no han tenido gran acogida pues el Gobierno de Iván Duque ha insistido en volver al uso de glifosato, y se han aumentado las siembras de coca de la mano de la pobreza en los territorios, incluso, el Ministerio de Defensa advirtió que de la meta de erradicar 130.000 hectáreas en el 2021, solo se ha logrado el 60%.
Sin embargo, todavía existe la posibilidad de que el acuerdo se pueda implementar, pues existe voluntad por parte del Estado y los firmantes. Con las elecciones electorales 2022, se abre la posibilidad de que territorios históricamente olvidados por el Estado puedan tener representantes mediante los PDET’s, las Farc volverán a medirse en las urnas y el documento firmado ofrece alternativas para poder cultivar la paz que los colombianos quieren para el país.
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