Continua la alerta amarilla en el Volcán Nevado del Ruiz, declarada por el Servicio Geológico Colombiano (SGC) y, debido a los terribles antecedentes que han dejado su actividad, como la destrucción de Armero en 1985, expertos aseguran no dar por sentado esta advertencia y mantener la alerta.
Así lo manifestó el profesor Gonzalo Duque Escobar, de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Manizales, quien fue consultado por la institución y manifestó que, “si se llegara a presentar una emisión continua de gases y cenizas se podrían contaminar las aguas de las quebradas y los ríos, además de exacerbarse las enfermedades crónicas y cardiopulmonares existentes, entre otras”.
Cabe decir que hasta el momento, el impacto de las emisiones de ceniza es mayor en la salud de los habitantes de los alrededores del volcán, quienes de acuerdo con un reporte publicado por la UNAL, “pueden padecer bronquitis y molestias en los ojos, entre otros malestares”.
Importancia del monitoreo
El profesor Duque Escobar señala que “el actual Ruiz es un volcán activo en estado encendido que se caracteriza por presentar emisiones por décadas: es un estado característico que, a diferencia del Galeras, lo típico es que se demoren decenas de años en inactividad”.
Teniendo en cuenta que estas son las características especiales del Ruiz en los últimos 11.000, lo natural es que se presente una erupción de 1 km3 cada siglo aproximadamente.
“Este volcán está encendido y activo desde 1985, pero para que vuelva a suceder una erupción pueden pasar de 40 o 50 años, como ocurrió en 1595″, precisó el informe de la UNAL, que al mismo tiempo detalló un análisis del monitoreo del SGC (antes Ingeominas):
“Como el magma es de coeficiente explosivo bajo, si tuviera una erupción importante esta sería en forma de pluma eruptiva vertical y no de colapso como lo harían el Machín o Cerro Bravo; entonces el área amenazada se limitaría a los primeros 5, máximo 10 km, además de los flujos de lodo que llegarían al Cauca y Magdalena por su drenaje”.
A esto, el profesor Escobar agregó que, si esto llegara a pasar “los flujos piroclásticos podrían llegar a algunas localidades en el acceso al Parque Nacional de los Nevados, pero no a municipios como Murillo o Manizales”.
Cabe decir que, tanto en los últimos años como en las últimas semanas, su actividad volcánica ha estado caracterizada por pequeñas erupciones freáticas y no magmáticas, con emisiones de gases y ceniza, que afectan las áreas próximas del volcán y cuya mayor extensión depende de la dirección del viento en el momento en el que ocurra, y por lo cual además, se explicaría la ausencia de flujos de lodo.
Para hacer el monitoreo geoquímico de los fluidos volcánicos, la UNAL desarrolló en 1995 un sistema que vigila “la pluma eruptiva del volcán de los gases”, y con el que según el profesor Duque “se puede inferir si el magma está ascendiendo para poder avanzar a un proceso eruptivo efectivamente si está saliendo CO o CO2″.
Esto es importante ya que, según informó la institución educativa, en 1995 se analizó la erupción del 13 de noviembre de 1985, examinando las propiedades atmosféricas previas al paroxismo, y se encontró que los efectos que se ocasionaron en la humedad y acidez del aire por presencia de gases azufrados comenzaron desde el día anterior. “Esta información hubiera sido importante para un pronóstico anticipado del desastre de Armero”, precisó el docente de la UNAL.
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