Isabel Benavides Hernández, conocida en las calles como Chavita duró 50 años de su vida vendiendo lotería en el centro de Bogotá. Sin embargo, después de que en marzo del 2020 el covid-19 llegará a la ciudad, al igual que otros ciudadanos tuvo que confinarse y no pudo volver a su puesto de trabajo pues en el rango de casi un año que duro el encierro fue diagnosticada con Alzheimer. Actualmente su hija la Mona, Carmen Rosa Benavides, que siguió los pasos de Chavita esta a cargo de su cuidado.
Chavita llegó a la capital cuando tenía apenas 13 años de la mano de su tía, que salió de Boyacá buscando un mejor futuro para las dos y alejándola de las creencia de la época donde la mujer en zona rural solo podía casarse y tener hijos, pero las posibilidades de trabajar o educarse era mínimas.
Al crecer, Chavita, tuvo varios trabajos fue mesera, ayudante en una pensión y vendedora de cigarrillos, donde conoció a muchos vendedores ambulantes y al gremio de loteros. Un día un amigo se fue a jugar billar, y la dejó encargada de su lotería y al llegar el sujeto descubrió el talento que tenía la mujer para vender billetes, pues Chavita había vendido mucho más de lo que el hombre lograba a diario.
Luego de esta experiencia, Chavita, entró en el negocio al que se dedicaría medio siglo. De acuerdo con El Tiempo, la mujer se instaló en su puesto de la carrera 7° con calle 12, que ella acomodó con una caja de manzanas, una tabla de triplex y una silla. Además, siempre trabajó para don Eliécer Murcia, distribuidor mayorista, que toda las tardes recogía el producido y le daba sus ganancias que le sirvieron para mantener a sus cuatro hijos, pues su esposo un día los abandonó y hasta el día de hoy no se sabe que pasó con él.
La Mona le contó al diario colombiano que llegó un momento donde Chavita ya no tenía que salir más a rebuscarse el pan diario pero que ella insistía en continuar con su trabajo pues la hacía feliz, además, tenía muchos amigos con los que compartía sus días de trabajo. Lo único que la hizo desistir forzadamente de la venta de lotería fue el Alzheimer, pero incluso, en algunos de sus momentos de lucidez sigue insistiendo en ir al centro.
Sin embargo, ahora su hija vela por ella debido a la enfermedad que padece y que avanzó rápidamente en pandemia “El Alzheimer le ha cambiado los hábitos y los horarios”, explicó la hija y agregó ”Dura en vela veinticuatro horas, y veinticuatro dormida. Yo duermo con ella, pero me sobresalta cuando a media noche comienza a gritar la lotería, como lo hacía en el puesto. Para bañarla, cambiarle el pañal y ‘cuchariarle’ los alimentos, me toca decirle que está en el hospital y que yo soy su enfermera. Hoy vivo por los ojos de mi viejita, porque ella vio por los míos cuando yo era niña. Y ella, ahora es mi niña”.
Por fortuna en el 2000 Carmen Rosa Benavides, se ganó cuarenta millones de pesos del Sorteo Extraordinario de Navidad y con eso compró una casa en Ciudad Berna, donde hoy Isabel puede descansar y ser atendida, pero además, le deja algunas ganancias pues una parte de la residencia la alquila.
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