Hace varios días que se dieron a conocer los nominados a los Premios Dorfman 2022, entregados por la Academia de Artes Royal del Reino Unido como reconocimiento a los nuevos talentos de la arquitectura en todo el mundo.
“El galardón se otorga a un arquitecto, práctica o colectivo que esté volviendo a imaginar el futuro de la arquitectura y tenga en cuenta los desafíos geográficos y sociopolíticos”, informó la organización, que destacó también la presencia de dos colombianos entre los candidatos: Alejandro Saldarriaga y Germán Bahamón, creadores del taller colombiano de arquitectura Colab-19.
Creada en 2020 como una necesidad de plantear estrategias para la reactivación en las poblaciones más afectadas por el covid-19, esta iniciativa formó parte del programa ‘A cielo abierto’, llevado a cabo por la Alcaldía de Bogotá, en el que sus propuestas fueron tan bien recibidas que sus colegas los motivaron a planear una idea para reactivar la plaza de mercado La Perseverancia.
Así entonces, el resultado del proyecto fue la instalación temporal de andamios reciclados en los que las personas podían sentarse a comer al aire libre, lo cual permitió que durante el primer mes se presentara un incremento del 280 % en el número de visitantes de la plaza, lo cual demostró que este tipo de proyectos urbanísticos son estrategias prácticas para los retos contemporáneos.
Luego de su intervención en La Perseverancia, continuaron con otros proyectos como el Anfiteatro La Concordia, una instalación similar a la primera, pero en otra plaza de mercado de la ciudad y con la intención de reactivar, además, sectores como el del entretenimiento, a través de la presentación de obras de teatro.
De ese modo, el proyecto de Saldarriaga y Bahamón ha sido reconocido como uno de los 25 mejores en la categoría Diseño de Instalación de los Premios Deezen 2021, y quedó como finalista en la categoría Instalaciones Experimentales y Temporales de los Premios AZ 2021.
Además, lejos de su preocupación por los retos que trajo consigo la pandemia, Colab-19 también se preocupó por atender la crisis social y política que vivió Colombia a principios de este año, y que resultó en marchas pacíficas multitudinarias y reacciones violentas en diferentes partes del país. Por eso, al considerar los espacios de diálogo como catalizadores para lograr acuerdos fundamentales en torno a las desigualdades expuestas durante las protestas, el laboratorio decidió plantear una propuesta arquitectónica para promover estos encuentros.
Fue entonces cuando Germán Bahamón y Alejandro Saldarriaga llegaron al Centro Local de Atención a Víctimas del Conflicto (CLAV), en la localidad de Bosa, donde la comunidad hizo manifiestas sus necesidades y optaron por instalar un muro circular hecho de módulos con estanterías metálicas de tiendas de barrio, a los cuales les montaron un textil de yute en el que las personas podían poner y quitar flores.
De igual manera, añadieron velos blancos y largos que se movían con el viento para simbolizar la paz. En este espacio, tanto las víctimas como las otras personas que transitaban por allí, podían reunirse y conversar en torno al pequeño pero significativo acto de poner una flor.
Y aunque todavía no se ha cumplido su deseo, la idea es que, en diferentes puntos de la ciudad, los grupos de personas que necesiten un espacio para el diálogo de la comunidad puedan replicar este proyecto.
SEGUIR LEYENDO