El escritor Daniele Aristarco nació en Nápoles en el año 1977. Es autor de varios relatos informativos y ensayos dirigidos a niños, publicados tanto en Italia como en Francia. También ha dedicado parte de su vida a la docencia como profesor de literatura. Y actualmente se dedica a escribir libros para niños y guiones para cine y radio.
Sus más recientes publicaciones son Ellos dijeron sí y Ellos dijeron no, dos libros que nos cuentan sobre el relato de grandes personajes de la historia que no estuvieron a favor ideales o ciertas conductas que atacaban directamente al mismo ser humano, o lo contrario, es decir, que asimismo aceptaron y apoyaron corrientes para construir un mejor tiempo en el planeta que habitamos.
El escritor italiano habló con Infobae Colombia sobre cómo desde lo corto y sencillo de una respuesta como el ‘sí' y el ‘no’ se puede narrar la vida y la obra de dichas personas que ayudaron a cambiar el camino de la humanidad.
¿Por qué elegir el “sí” y el “no” como palabras sencillas, para contar grandes y complejas historias de estos personajes de la humanidad?
Se trata de palabras que aprendemos muy pronto y que en seguida queremos repetir, quizás porque representan el inicio de la elección, de la posibilidad de expresar una elección. Con el tiempo, añadimos a estas palabras la conciencia del rechazo o la adherencia a un determinado comportamiento o valor. Y también con el tiempo, corremos el riesgo de perder esa conciencia, cuando dejamos de preguntarnos sobre aquello que nos hace sentir bien, lo que pensamos que es justo, lo que hace que la vida sea un lugar amable para todo. A partir de estas dos sílabas, aparentemente tan banales, surgen a menudo elecciones profundas. En mi libro, de manera incluso lúdica, partí del sí y del no para contarle a los más jóvenes cuan bello y correcto es, cuánto cambia nuestra vida y la de otros, el saber tomar una posición y actuar.
Usted cita a Stefan Zweig sobre “momentos estelares”; ¿cómo hablar de esos momentos en la voz de los personajes que aparecen en el libro para que los niños los entiendan?
En toda existencia, incluso en la nuestra, logramos identificar un momento “estelar”, un instante en el que la vida nos coloca ante elecciones contundentes que no contemplan una segunda oportunidad ni un aplazamiento. En la vida de los desobedientes, aquel momento a menudo se revela de manera enfática, tal vez porque en el platillo de la balanza no pesa solamente el destino individual sino también el colectivo. Levantarse o no del sitio reservado a los blancos no cambia sólo la existencia de Rosa Parks sino que pesa sobre el destino de millones de seres humanos discriminados. Quizás los desobedientes sean precisamente aquellas personas que son capaces de detectar pronto la posibilidad de una elección, que reconocen el momento estelar y actúan con valentía, altruismo y clarividencia.
Cada personaje representa una ideología. ¿Cómo ha logrado evitar que el lector se relacione o crea en alguna ideología?
Si por “ideología” entendemos una visión del mundo vinculada a un determinado movimiento político o a un partido, una forma esquemática de interpretar el mundo, sometida constantemente a un control, aunque sólo sea la autocensura, en suma, una visión condicionada por esquemas, entonces en ese caso ha sido sencillo evitar este riesgo. De los protagonistas de mis historias he destacado la “libre elección de tomar elecciones” (también elegir no tomar elecciones, permanecer en silencio, el llamado “consentimiento pasivo”, es una elección política, tan útil para las dictaduras) y de actuar coherentemente. Mis personajes no siempre están afiliados o, se les puede atribuir, de alguna manera, una “ideología” específica; aquello que importa, en mi opinión, es la capacidad del ser humano de identificar soluciones creativas y cautivantes al confrontar problemas que desde siempre nos conciernen a todos. En lo que a mí respecta, nunca podría adherirme a una visión del mundo esquemática y rígida. Sobre todo, nunca quisiera privarme del gusto de cambiar de opinión ante argumentos sólidos, de prestar atención y aprender todos los días.
¿Qué es para usted un “héroe civil”? ¿Considera que todos los personajes de este libro asumen la posición del héroe?
Para mí un héroe civil es un hombre, una mujer, un niño o una comunidad que resuelve un problema en beneficio de todos, que detiene una injusticia y de esta manera modifica radicalmente una situación que concierne a todos, incluso a personas lejanas que no conocemos y que viven en las mismas condiciones que nosotros. Un héroe no sólo es valiente, sino que tiene una mirada poderosa, la capacidad de relatar su visión e involucrar a grandes masas en un proyecto, atento a escuchar las necesidades, aportando ideas, sin ningún beneficio personal. La acción de no violencia de Gandhi no sólo permitió que la India obtuviera la independencia del Reino Unido, sino que ha representado una solución para muchas realidades que rehúsan la rebelión violenta (en el libro, la historia de Mandela o la de Rosa Parks atestiguan hasta qué punto esa modalidad de lucha es también efectiva en contextos diferentes y distantes en el tiempo y en el espacio). En este sentido, he destacado más que los gestos “heroicos” (que muchas veces son mitificados, relegando a un segundo plano las razones complejas de una elección y todas las implicaciones que conlleva) la visión “civil”. Un heroísmo civil es un acto que un individuo o una comunidad llevan a cabo en beneficio de toda la humanidad. Por este motivo, en mi opinión, estos personajes están en condiciones de hablarle a nuestras niñas y niños incluso hoy en día.
Uno de los conceptos constantes en el libro es la “libertad”. Cierto profesor de filosofía decía que la libertad de una persona llega hasta donde empieza la libertad de la otra. Entonces, ¿cómo cree usted que uno puede disfrutar de la libertad propia sin vulnerar la libertad de otro? Personalmente, ¿cómo gestiona su libertad?
Creo que esta frase, certera en algunos casos, en abstracto puede resultar esquiva, especialmente para los jóvenes. El límite entre las libertades a veces resulta difuso, mudable en el tiempo y en el espacio, según el momento y la latitud, por así decirlo. La antropología nos ha enseñado a hacernos preguntas fundamentales sobre los demás y sobre nosotros mismos, a no asumir que nuestro sistema de valores es infalible y que nuestra idea de libertad es fija e inmutable. Debemos estar prestos a escuchar a lo “humano”, sin juzgar ni imponer reglas. ¿Quién establece la frontera, quién la marca? ¿Qué sucede al interior del espacio “lícito” de la libertad?; ¿qué podemos hacer por nosotros mismos en ese espacio que se reconoce como “libre”? ¿Cuántas cosas interesantes y misteriosas suceden a lo largo de esa frontera?; ¿por qué no investigarlas? En mi opinión, el estudio, los viajes, la literatura nos ayudan a transitar por ese límite misterioso a lo largo del cual nacen las novedades. Citando a un filósofo francés, diría que la libertad es la condición necesaria para el disfrute de cualquier otro bien. Si me encanta leer, para poder expresar plenamente lo que más placer me causa, debo ser libre de leer sin censura. Si me enamoro, debo ser libre para amar, si me encanta viajar, debo ser libre para poder llegar a cualquier rincón del planeta, etc. En este sentido, me parece que el ejercicio de la libertad está íntimamente ligado a la protección de los derechos. Nosotros los adultos estamos llamados, de manera personal, y todos los días, a esforzarnos por proteger los derechos de los más jóvenes.
En los dos libros se encuentran las ideas del “bien” y el “mal”, y de qué manera estos dos personajes han asumido una posición decidida para cambiar el mundo. ¿Cómo concibe usted estos dos conceptos?
No como valores absolutos, sino como elecciones gozosas que una comunidad se concede a sí misma y que puede reformular con el tiempo. En ocasiones hay hombres y mujeres que tienen una visión más lúcida y clarividente, que saben relatar y casi dejan entrever el futuro. Estas voces muchas veces se quedan sin ser escuchadas, a veces se silencian a punta de sangre, pero con el tiempo saben iluminar los pasos, dar palabras al deseo, estructurar caminos. La poesía de Nazim Hikmet o la lucha de Chico Mendes son sumamente actuales y vigentes.
¿Cómo se puede hablar de la rebeldía y la desobediencia sin implicar el discurso político que etiqueta a aquellos que las han seguido como prosélitos de la ideología de la izquierda?
La desobediencia es un instinto inherente al hombre. En muchas religiones, las primeras historias tienen como protagonista a alguien que ha desobedecido a Dios. No creo, por lo tanto, que sea un instinto exclusivo de uno u otro partido político. En esencia, se trata de vincular este instinto a una conciencia, a una visión madura, que está atenta a los demás y que sitúa como punto primordial la salvaguarda y la difusión de los derechos. Es un desafío, en mi opinión, que involucra a la humanidad entera y que debería empujar a todas y todos a unirse y actuar.
¿Por qué eligió estos personajes y no otros? ¿Cómo fue hecha esa elección? Los historiadores consideran que la literatura no forma parte ni contribuye a la construcción de la historia del mundo. ¿Hasta qué punto la literatura forma parte de los relatos históricos?
Desde hace algún tiempo, los historiadores comienzan a mirar la producción literaria, cinematográfica y musical con mayor interés y respeto; estoy seguro de que éste es un enfoque útil para entender nuestros tiempos. Para escribir este libro no partí de los personajes sino de las injusticias. Junto con lectoras y lectores entre 8 y 18 años, he recopilado a lo largo de los años una larga lista de injusticias y me he preguntado quién intentó combatirlas y de qué manera. He descubierto que desde siempre ha habido hombres y mujeres que han sabido hacerlo, con valentía y determinación. Lamentablemente ninguna conquista es eterna; cíclicamente es necesario volver a empezar a combatir con el fin de proteger los derechos y mejorar la vida de los seres humanos. Estoy convencido de que conocer estas historias representa una posibilidad útil para los lectores jóvenes. Y no sólo para ellos. Saber que no estamos solos en este largo y agotador camino, comprender que otros antes que nosotros han luchado y han encontrado soluciones que podemos experimentar, tal vez mejorar, todo esto nos ayuda a decir no, con mayor determinación. Y a construir los sí, junto a los otros, con mayor confianza. O al menos eso espero vehementemente.
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