Juan Fernando Cristo, excongresista y exministro del Interior durante el gobierno Santos, hoy convertido en miembro de la Coalición de la Esperanza, anunció en la mañana del miércoles 20 de octubre su precandidatura a la Presidencia de Colombia.
Como lo había hecho en 2017, el abogado cucuteño quiere llegar a la Casa de Nariño en un tono conciliador y con varias metas claras: fomentar un gobierno de reformas profundas a la política, la justicia y la economía, iniciar diálogos entre los colombianos y reactivar un proceso de paz que, a su juicio, está engavetado desde 2018.
Tras dejar atrás al Partido Liberal, que fue su casa política desde el inicio de su carrera, como lo fue la de su padre Jorge Cristo Sahium hasta su asesinato en 1997 a manos del ELN, el hoy aspirante a la Presidencia de la República ha pasado los últimos tres años afianzando el movimiento En Marcha y definiendo una plataforma programática que posteriormente vino a sumarse a la de la mencionada Coalición.
En diálogo con Infobae Colombia, Cristo habla sobre la llegada a dicho movimiento político, su postura frente al gobierno actual, para el que no se guardó ningún dardo, y esas reformas que impulsaría si llega a hacerse con el máximo puesto del administrativo colombiano.
¿Cómo funciona ese tren de pensamiento que lo lleva a lanzarse en 2017 y nuevamente este año?
Ese momento de 2017 se parece mucho al de hoy, en el que personalmente creo que tengo la proyección, la trayectoria y los resultados en mi administración pública, el conocimiento del Estado para liderar un proceso de transformación que necesita este país desde el punto de vista social, territorial e institucional, pero convocando a la unión de los colombianos.
Fundamentalmente lo que nos está animando ahora es construir un liderazgo colectivo en Colombia para enfrentar la crisis actual, tal vez la más grave que haya vivido el país en muchas décadas. Es que estamos viviendo una tragicomedia perfecta: la peor pandemia del ultimo siglo, las movilizaciones sociales y el descontento y la indignación más grande que haya vivido Colombia, tal vez desde el asesinato de Gaitán, en manos de un gobierno incompetente y con el presidente menos preparado para gobernar este país.
Lo haría desde la Coalición de la Esperanza. ¿Cómo se fragua esta y qué lo lleva a usted a participar en el grupo?
Esto es un proceso que lleva ya año y medio en donde nos juntamos un día convocados, hay que decirlo, por Iván Marulanda, a tomar un café. Nos juntamos y es una experiencia muy novedosa, porque en Colombia estábamos acostumbrados al esquema de los partidos, las competencias internas.
Aquí hemos construido, desde la diversidad de trayectorias y de diferencias que tenemos frente a muchos temas del país, un mensaje de que sí es posible hacer política sin insultos, sin descalificar y sin ofender. Que sí es posible sostener civilizadamente un debate y una controversia en las ideas por más radicales que sean de uno u otro lado y que podemos construir un proyecto colectivo, no solo para una campaña sino para un Gobierno reformista donde podamos apuntar las mejores mujeres y los mejores hombres para enfrentar una crisis que no se va a solucionar por un mesías caído del cielo.
La mención de Iván Marulanda nos obliga a hablar de la Alianza Verde. ¿Cómo ve la situación actual de ese partido frente a una eventual unión con la Coalición?
La Alianza Verde ha sido parte fundamental de la construcción de la Coalición desde sus mismos inicios. Muchos de sus dirigentes participaron activamente en la construcción de nuestros principios programáticos y éticos. Ellos han venido dando una discusión interna, anunciaron que este viernes tomarán una decisión final y nosotros esperaríamos que ratifiquen su posición de acompañar la Coalición de la Esperanza, de tener un candidato verde a la Presidencia de la República que participe en la consulta popular de marzo, y de acompañar la lista única al Senado.
Contar con ellos será un mensaje muy poderoso de fortaleza hacia el futuro. Para la Coalición la participación de la Alianza, o de la mayoría del partido, es de la mayor importancia. Aquí siempre serán muy bienvenidos.
Ahora bien, con o sin los verdes, la Coalición deberá seguir. ¿Cuáles son sus fortalezas de cara a la carrera del próximo año?
Primero el liderazgo colectivo: yo creo que la gente está cansada de los caudillos y los mesías. Segundo, la apuesta por una agenda social enfocada en la generación de empleo y de oportunidades de educación para los jóvenes; y una vocación reformista desde el punto de vista institucional. Este país necesita salir adelante con unas reformas institucionales porque hoy el Estado le está fallando al ciudadano, porque hay un sistema político y hay un sistema de justicia que no está funcionando.
La otra gran fortaleza son los resultados y las trayectorias de sus integrantes. Después de la calamidad del pésimo gobierno uribista, la gente en el 2022 va a exigir trayectoria, experiencia y resultados en la administración pública; un gobierno en equipo con cero improvisaciones. También está el ADN de la Coalición, que está alejada de los extremos.
Hablando de extremos, una de las críticas recurrentes al centro es que existe una tibieza inherente que no lleva a ningún lado. ¿Cómo responde a eso?
Yo creo que los críticos se están respondiendo ellos solos. Ahora todos se quieren volver tibios y todos quieren estar en el centro. Hasta el presidente Duque, que ha hecho un gobierno de derecha pura y dura, pretende disfrazarse de centro, igual que muchos candidatos por ahí en los dos extremos están en la misma línea. Eso lo que demuestra es que nosotros estamos del lado correcto. Y claro que hay una agenda, hay una apuesta por la democracia liberal, enfrentada al populismo y al autoritarismo de la extrema izquierda y de la extrema derecha.
Sin embargo, tanto ustedes como el Pacto Histórico se presentan como oposición, ¿No es eso una vulnerabilidad ante la derecha en términos de votos?
Creo que es el debate político. En mayo, en la primera vuelta presidencial, los colombianos van a tener que votar por dos opciones de cambio, por dos proyectos distintos de cambio. Nosotros planteamos uno alrededor de reformar las instituciones sin destruirlas. Queremos darle la tranquilidad a la ciudadanía de que se tiene que mantener un capitalismo emprendedor y solidario, replanteando los modelos económicos y políticos para no quedarnos en el status quo.
Me parece que esas invitaciones permanentes que se hacen a tratar de establecer un solo proyecto de cambio con el único propósito entre comillas de sacar al uribismo del poder no es lo que le conviene al país. No obstante, estoy seguro de que el uribismo terminará su ciclo en la historia de Colombia en mayo del 2022.
Pero han insistido en que el centro se tiene que unir en un solo equipo, invitando a personas como Alejandro Gaviria...
Tenemos muchas coincidencias, varios de nosotros, con los planteamientos de Alejandro Gaviria. También hay diferencias. Él tomó el camino de la recolección de firmas, está en ese proceso y nosotros lo respetamos. Lo que hicimos fue una invitación pública a él y a muchos otros sectores progresistas e independientes a que miren los principios programáticos y éticos de la Coalición y si coinciden con nosotros, apostemos a un proceso de convergencia sobre la base de que haya una lista única al Congreso, que se ha convertido en el principal obstáculo para el progreso y las reformas del país.
Hicimos la invitación sobre la base de que esta es una coalición de oposición, que no va a hacer alianzas ni acuerdos con los partidos tradicionales que acompañan el desastroso gobierno de Iván Duque.
¿Es decir que no ve posibilidad de dialogar con los liberales?
Con el pueblo liberal de Colombia sí. Con la base sin lugar a dudas, porque va a estar representada en la Coalición de la Esperanza por Humberto de la Calle, Juan Manuel Galán y las ideas que defendemos nosotros desde En Marcha. A ese pueblo liberal lo estamos convocando. Pero creemos que en el ADN de la Coalición está la independencia frente a los partidos que acompañaron la agenda de Duque durante estos tres años.
Dicho esto, ¿Cuáles son esos cambios de fondo a la política y a la justicia de los que habla?
El planteamiento que hemos llevado desde En Marcha a la Coalición de la Esperanza es que mientras tengamos el sistema político actual no vamos a ser capaces de luchar con eficacia contra la pobreza y la desigualdad y de tener un Estado al servicio de los ciudadanos y especialmente de los más débiles.
Esa reforma política debe contener la eliminación del voto preferente, financiación estatal y control de los gastos de las campañas y una institución electoral autónoma, independiente, con dientes, que sea capaz de combatir la corrupción electoral en Colombia; así como un sistema judicial que garantice cero impunidad para los bandidos que llegan al Estado invirtiendo miles de millones de pesos en sus campañas. Nosotros aspiramos que estas se puedan sacar adelante convocando a acuerdos y no simplemente imponiéndolas.
¿Y en el frente económico?
Necesitamos unas reformas sociales para equilibrar la cancha, de forma que se permita que el Estado, manteniendo el modelo de un capitalismo emprendedor, solidario y que defienda la propiedad privada, pueda intervenir más eficazmente en la lucha contra la pobreza y la desigualdad con políticas medibles, con un plan de empleo de emergencia apenas comience el Gobierno, que incluya una inversión del Estado en obras públicas menores en todos los municipios de Colombia.
Esto implica que hay que meterse a fondo en una reforma tributaria progresiva que ataque esa desigualdad en Colombia: y en la reforma pensional y laboral que se está esperando desde hace tiempo. Una estrategia puntual sería unificar todos programas de transferencias monetarias de la Nación en uno solo que sea más eficaz, equitativo y solidario.
¿Cómo planea enfrentar los amiguismos que tanto le han criticado al gobierno actual?
Yo diría que el más grave daño que le ha hecho Iván Duque al país es el daño institucional. Hoy en día la gente en las calles está indignada contra todo lo que signifique el Estado y la institucionalidad y eso es gravísimo para una democracia. Eso si es un peligro de ‘venezolanización’ del país, porque es la mediocrización del servicio público. Desde el punto de vista personal creo que el primer compromiso y un principio ético de un presidente de un gobierno de la Coalición de la Esperanza, tiene que ser no postular funcionarios del gobierno para los organismos de control.
Usted estuvo en el gobierno que logró el acuerdo de paz y asegura que el mismo viene siendo atropellado desde 2018. ¿Cuál será el enfoque de implementación para esta en una posible presidencia de la Coalición?
Duque perdió una oportunidad histórica de unir a los colombianos a partir del 7 de agosto de 2018. Prefirió quedarse estacionado en la historia en el 2 de octubre de 2016. Nosotros no vamos a pensar en ninguna de esas fechas, sino en el futuro del país, en superar esta radicalización de la sociedad colombiana. Esperamos hacerlo más allá de las simpatías o antipatías políticas recuperando el tiempo perdido.
La mala noticia es que Duque engavetó la implementación; la buena es que no pudo hacer trizas el acuerdo, no porque no haya querido, sino porque no pudo. Tenemos que implementarlo, pero no pensando solamente como el gobierno lo pretende hacer, reduciéndolo a los 13.000 excombatientes de las Farc y los fallos de la JEP. Nos vamos a concentrar es en la implementación para los 50.000.000 colombianos. Esto es, la reforma rural integral, de la que no se ha hecho absolutamente nada; la reforma política que amplié la democracia en los territorios y el cambio de enfoque en la lucha contra los cultivos ilícitos.
Otro acuerdo quedado es el que se buscó con el ELN. ¿Qué relación buscaría tener un gobierno suyo con esta guerrilla, dada su historia personal?
En este gobierno, como decimos coloquialmente en Cúcuta, se juntaron el hambre con las ganas de comer. Un gobierno que nunca tuvo real voluntad de una negociación con el ELN y una guerrilla que tampoco ha demostrado ninguna voluntad, que ha sido torpe, que está fraccionada y que no tiene realmente voluntad de paz. Pasaron los cuatro años lamentablemente con un crecimiento de la violencia, donde estamos volviendo al pasado en Arauca, Chocó y en Norte de Santander.
Nosotros somos una opción política comprometida a fondo con la búsqueda de una salida negociada al conflicto y en eso vamos a insistir, pero esperamos tener del otro lado una actitud muy distinta a la que ha tenido hasta el momento, con voluntad de diálogo y claridad en la decisión interna de abandonar las armas y la violencia como mecanismo de lucha política.
Así las cosas, y sean cuales sean los resultados a futuro, ¿Cuál considera que es y que va a ser su papel con la Coalición en los próximos cuatro años?
Espero ser el líder, ganar la consulta y alrededor de estos compañeros con quienes hemos construido un proyecto político muy sólido, hacer una agenda de transformaciones sociales para Colombia, que las necesita con urgencia, para unir a los ciudadanos. En cualquier caso, participar en un proceso que sirva para liderar unos cambios y unas transformaciones que este país requiere.
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