La historia del policía colombiano que se infiltró en Malí para liberar a la monja secuestrada por Al Qaeda

Víctor Salgado, capitán del Gaula, experto en estrategias antisecuestro, estuvo durante casi cinco años en el país africano buscando la liberad de la religiosa colombiana Gloria Cecilia Narváez de las garras de la estructura yihadista

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El policía colombiano que se infiltró en Mali para liberar a la monja secuestrada por Al Qaeda. Foto: Gaula
El policía colombiano que se infiltró en Mali para liberar a la monja secuestrada por Al Qaeda. Foto: Gaula

El domingo pasado, el general Jorge Luis Vargas, director de la Policía Nacional, dio la noticia de la liberación de la monja Gloria Cecilia Narváez, quien fue secuestrada por el grupo criminal yihadista Al Qaeda mientras llevaba a cabo misiones religiosas en 2017. Entre los detalles que reveló el uniformado, se destaca la colaboración entre la institución colombiana y el gobierno de Malí, país africano en el que se encontraba cautiva y en el que se desplegaron agentes colombianos.

“Enviamos a varios oficiales para que de manera permanente estuvieran atendiendo el secuestro de nuestra compatriota en Malí”, indicó el director de la institución, quien destacó que se coordinaron estrategias con países europeos, africanos y demás organizaciones internacionales.

Ahora, se conoció que quien lideró el esfuerzo fue un capitán del Gaula de la Policía llamado Víctor Salgado, de 48 años de edad y costeño con alma de caleño. Según conoció El Tiempo, el oficial, que inició como patrullero, era la ficha clave de la Policía Nacional para los trabajos más exigentes.

El esposo y padre de dos hijas cuenta con 28 años de experiencia y se especializó en labores antisecuestro en su rol de psicólogo forense. En su carrera, logró obtener tres maestrías y dominar los idiomas inglés, italiano y su lengua madre, el español.

Por eso, según Blu Radio, 20 días después de que la monja Gloria Cecilia Narváez fuera secuestrada, el general Fernando Murillo, entonces director Antisecuestro de la Policía, decidió que esta era una misión para el capitán Salgado. Los factores adversos del país africano hicieron que esto no resultara tarea fácil, incluso si se trataba de un experimentado agente.

Primera etapa de la misión: establecer redes de contactos

Como profesor de una organización humanitaria, el agente se infiltró entre los ciudadanos de Malí y, según le contó a Caracol Radio, la primera parte de su misión consistió en establecer contactos en el continente. “No los conocíamos y no nos conocían”, expresó el uniformado, quien también indicó que las autoridades locales ni siquiera identificaban a la religiosa cautiva.

Sin embargo, ese no sería el único factor demandante en Malí. La temperatura que ascendía hasta los 60 grados centígrados, la barrera del idioma Bambara, costumbres opuestas, las altas temperaturas y el peligro de los yihadistas que secuestraron a la monja eran preocupaciones que obstaculizaban la ya compleja misión.

El capitán Salgado se acercó tanto como pudo al lugar en el que se encontraba secuestrada la religiosa y se comunicó con las comunidades aledañas. Fue así como, después de los primeros 15 días de la misión, pudo corroborar que la mujer se encontraba viva.

A la vez, mientras esperaba un rechazo de la comunidad por su condición extranjera, encontró apoyo en las personas nativas de Malí. “El pueblo de Malí, como tal, es gente maravillosa. Gente que sin conocerme me ayudó muchísimo. Les agradezco muchísimo”, indicó el uniformado a Caracol Radio.

El reconocimiento de la religiosa y el apoyo del gobierno local

Fue ahí, por medio de la labor del uniformado, que el pueblo del país africano sintió el secuestro de la religiosa colombiana como propio “por toda la labor humanitaria que venía realizando”, contó, para El Tiempo.

Además, la Policía Nacional encontró una mano amiga en el gobierno de Malí. “Siempre apoyaron a la institución, siempre mantuvieron contacto directo con el general Vargas y con el general Fernando Murillo también. Siempre fue un gran apoyo, siempre supieron la verdad y se dedicaron a guiarnos en ciertas zonas”, contó para el medio radial.

Incluso, para entrar a las comunidades étnicas y para comunicación en idiomas oficiales, también recibió apoyo de los grupos de religiosas, tal como el que llevó a la monja colombiana a territorio de Malí. “Con la comunidad religiosa, que me ayudaron muchísimo. Hablaban francés y Bambará, me ayudaban a entrar, ya que son etnias marcadas y cerradas. Ellas ayudaron a abrir esta puerta también”, contó.

La liberación

Tal como lo dijo el general Vargas, fue una colaboración entre varios países, el gobierno local y el capitán Salgado, como representante de la Policía Nacional de Colombia. Sin embargo, para preservar la vida, se tuvo que realizar una negociación con el grupo criminal.

La religiosa Gloria Cecilia Narváez, de 57 años, secuestrada junto a cinco extranjeros más.
La religiosa Gloria Cecilia Narváez, de 57 años, secuestrada junto a cinco extranjeros más.

“Nos encontramos con muchos países, muchas personas y muchas organizaciones”, contó el uniformado, quien detalló que el gobierno de Malí fue quien lideró las conversaciones para que se liberara a la monja.

“Era una negociación que se venía haciendo en busca de paz con Al Qaeda. En busca de actos de paz, para dar cuenta al pueblo de que hay voluntad de paz”, dijo, en entrevista con Caracol Radio.

Sin conversaciones, según el capitán Salgado, la hermana pudo haber perdido la vida, tal como una misionera suiza ejecutada el año pasado. Sin embargo, en esfuerzos para preservar su vida, Narváez utilizaba sus conocimientos en enfermería para ser útil para los yihadistas.

Lo que sigue para el capitán Salgado

Después de 28 años de carrera y tras completar la misión más compleja de su vida como policía, Salgado siente satisfacción por cumplir la promesa que le hizo a la Policía Nacional y a la familia de la religiosa colombiana.

“Una satisfacción inmensa del deber cumplido. Policía un día, policía toda la vida. Es una carrera maravillosa llena de miles de hombres y mujeres que sacrifican su vida para eso. Haberle dado la noticia al hermano de sor Gloria y escucharlo llorar al otro lado. Por más curtido que sea uno, se me escapan las lágrimas. Fue una emoción muy grande”, dijo para la emisora.

Sin embargo, esta es su última misión y, con su experiencia y maestrías, espera ser profesor universitario para enseñar un poco de lo que aprendió en Malí y otras misiones que tuvo que adelantar para la Policía Nacional.

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