Expolicía relató ante la JEP los crueles tratos a los que lo sometieron las Farc durante su secuestro: “ahora trabajo como reciclador”

En medio de lágrimas y con la voz entrecortada, Juan Miguel dijo que les apuntaban mientras iban al baño y que lo pusieron a caminar durante 15 días con unas botas rotas porque no le cabían los pies

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Juan Miguel Rodríguez (JEP)
Juan Miguel Rodríguez (JEP)

El expolicía Juan Miguel Rodríguez, secuestrado en 1987 por las Farc rindió testimonio ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) sobre lo sucedido durante y después de su cautiverio y denunció que la Policía no lo ayudó en su regreso a la libertad confesando que actualmente se dedica a reciclar ya que no puede conseguir trabajo.

El exoficial recordó que su secuestro se dio en San Adolfo (Huila) cuando miembros de la guerrilla entraron a la zona donde se ubicaban y se lo llevaron junto a otros tres compañeros. “Nos metieron a unas trincheras y nos gritaban que nos entregáramos y nosotros asustados porque un compañero y yo habíamos acabado de llegar, llevábamos dos horas cuando la guerrilla se metió”.

Dijo que se lo llevaron a una montaña donde los pusieron a caminar y que le suministraron unas botas ya que se lo habían llevado descalzo, pero esas botas eran dos tallas menor que las que usaba por lo que tuvo que cortarles la punta para poder calzarlas. “Nos botaron (dejaron) en Villalobos, Cauca, y ya llevábamos como 16 días y los dedos míos ya tenían espinas”.

Rodríguez les dijo en ese momento que no iba a caminar más y que lo mataran, pero finalmente otro secuestrado lo motivó a seguir. En medio de lágrimas dijo lo que más le dolió fue la actitud de la Policía: “me suelta la guerrilla y no me dan nada, nada psicológico. Yo siento que tengo una enfermedad psicológica. Cuando me soltaron, me iban a mandar [la Policía] a un pueblo más guerrillero y yo dije ‘no, yo prefiero pedir el retiro’”.

Luego contó que lo trasladaron para Bogotá y que en una reunión a los cuatro secuestrados los llamaron “infelices cobardes” y que allí tuvo que explicar que no lo eran y que ese día ni siquiera tenían armamento para defenderse y “me echaron de la Policía como cuando echa uno a un perro. Yo salí a buscar trabajo y que por haber sido policía no me daban trabajo en ningún lado”.

En su llanto, confesó que empezó a consumir drogas y a volverse “drogadicto” a causa del trato de los altos mandos. “A mi general Mendieta [secuestrado] y a los señores políticos, para ellos sí ha habido cosas, para mí no. Ni para muchos policías ni del Ejército, que son soldados profesionales, para esos secuestrados no hay nada”, relató.

Se reconoció como reciclador de oficio porque es lo único en lo que se ha podido desempeñar ya que por la edad tampoco le dan oportunidades. “Que nos miren a todos los que hemos vivido del secuestro” y detalló que incluso cuando debían ir al baño un guerrillero les apuntaba con un arma.

“Es muy triste ver morir a mi madre en un hospital de caridad porque yo como Policía no tuve para darle algo a mi madre. Eso es triste, nosotros somos los que lo vivimos y (...) nuestra institución por el hecho, nos echa”.

Frente a la magistrada Julieta Lemaitre, Rodríguez dijo que le preguntó a la dirección general por qué lo sacaron y le dijeron que fue por disposición de la misma dependencia. Por su parte, la togada explicó que no es el primer testimonio que conocen de esa actitud de la Policía y del Estado tras la liberación en la que no les responden.

“Esperamos poder también darles voz a esos reclamos. Son muchos”.

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