Colombia es el país con el índice más alto de criminalidad de todas las Américas y el segundo entre 193 países, solo después de El Congo, de acuerdo al Índice Global de Criminalidad. Este ranking especifica que el país es uno de los mayores centros de trata de personas del planeta y el mayor exportador de cocaína al mundo, hecho causante de la violencia y el conflicto en el país.
El puntaje se debe a los altos índices como la diversidad de actores criminales, los grupos mafiosos, las redes criminales, actores estatales complices y actores extranjeros que tienen injerencia en el país.
Entre los mercados criminales están el comercio de cocaína con un puntaje del 9.5, los crímenes contra los recursos no renovables, el tráfico de armas, la venta de marihuana, el tráfico y contrabando de personas, los delitos contra la fauna y la flora y el comercio de heroína y drogas sintética que, en total, le dan un 7.20 de 10 puntos a Colombia en mercado criminal en general.
“Si bien las redes trafican principalmente con mujeres hacia Asia para su explotación sexual, existen otras rutas que conducen al Caribe. Con la prostitución legalizada en Bogotá, Colombia tiene redes domésticas que alimentan a la capital con personas de todo el país. Colombia también tiene una prolífica industria de tráfico de personas en línea, que atiende principalmente a visitantes extranjeros”, especifica el estudio.
También se especifica que el mercado ilegal de armas en Colombia es el resultado de un gran número de grupos dentro del país compitiendo por ellas como las guerrillas, los paramilitares ‘pro-gobierno’ y diversas redes delictivas, además resalta que el Eln está creciendo por la importación de armas con la asistencia de redes internacionales.
“El colapso económico en Venezuela está teniendo un impacto en este mercado en Colombia, con un creciente volumen de armas desviadas del ejército venezolano a manos de actores criminales colombianos. A pesar de que el tráfico de armas ha disminuido hasta cierto punto desde las décadas de 1990 y 2000 debido a la desmovilización de ciertos grupos paramilitares, el mercado sigue siendo grande y muy activo”.
Uno de los grandes problemas de Colombia es la producción y tráfico de cocaína ya que el país produce el 75% de lo que se mueve en el mundo. “Colombia trafica a Norte América, Europa y Asia a través de puntos de tránsito en África, El Medio Oeste y el Sureste de Asia por parte de sofisticadas redes delictivas alrededor del mundo.
El estudio resalta que Brasil se ha convertido en uno de los principales mercados, además de ser históricamente una de las rutas más importantes para el tráfico ilegal. “La cocaína es la principal fuente de financiación de grupos criminales y una de las principales causas de conflicto y asesinatos y el consumo dentro del mismo país ha incrementado”.
La marihuana es otro de los flagelos en Colombia y la droga que más se consume dentro del país, explica el estudio que explica que los exmiembros de las Farc en la ilegalidad luchan por el control del mercado.
“El comercio está a cargo de grupos, que a menudo operan desde Cali, que abastecen al mercado de alta gama en los EE. UU. También existe un importante mercado de heroína en el país, con cultivo de amapola en Nariño y Cauca, administrado por grupos criminales, que sigue siendo una importante fuente de ingresos para las comunidades locales. Por último, parece haber un mercado de producción de drogas sintéticas a pequeña escala en Colombia y un consumo creciente vinculado al panorama de los clubes nocturnos”.
Por otro lado, frente a cómo se combate el flagelo del crimen en Colombia que se mide por el estándar de ‘resiliencia’, el país ocupa el número 40 de 193 países, el sexto entre las Américas y el cuarto en Sudamérica.
La ayuda más importante para combatir el crimen lo aporta la cooperación internacional, seguido de las políticas nacionales (leyes) y del liderazgo de los gobiernos. Luego están el cumplimiento de las leyes, los proyectos contra el lavado de dinero y el aporte de los actores no estatales. De los puntajes más bajos en este índice de resiliencia está el respaldo a las víctimas y a los testigos, la prevención y la integridad territorial.
El estudio hace una crítica a la justicia que se aplica resaltando la desconexión que hay entre la justicia y los actores estatales: “la comunicación entre las agencias de inteligencia y los órganos judiciales es a veces deficiente, y la corrupción generalizada sigue siendo uno de los mayores obstáculos para la aplicación efectiva de la ley. La reforma policial se ha convertido en un tema político importante en el país, en respuesta a los homicidios de civiles por parte de la policía”.
Por último, dice que a pesar de las iniciativas de ONGs y organizaciones religiosas que buscan apaciguar la violencia, los actores de la sociedad no evidencian la efectivdad de estas iniciativas y recuerdan que el periodismo investigativo que se centra en el medio ambiente, en el conflicto armado y en el crimen organizado suele recibir amenazas. “Colombia es uno de los países más peligrosos para los periodistas que cubren estos temas”.
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