Este 27 de septiembre se conoció que algunos miembros del gabinete del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, estarán en Colombia y otros países latinoamericanos donde buscan hablar sobre proyectos de infraestructura que serían de gran interés para Estados Unidos.
Según Caracol Radio, Daleep Singh, quien es asesor adjunto de Seguridad para la Economía Internacional de la Casa Blanca, estará en Colombia la próxima semana para hacer reuniones con el presidente, Iván Duque, miembros del gobierno Nacional y otros líderes empresariales para ver los proyectos más viables en las obras públicas.
El medio asegura que Estados Unidos tiene como objetivo competir con la Ruta y la Seda de China, que pretender financiar proyectos de infraestructura en América Latina. El viaje también pasará por Ecuador y Panamá, donde los miembros del gabinete de Biden se reunirá con el ministro de obras públicas de ambos países.
El asesor Singh contará con la compañía de David Marchick, director de operaciones de la Corporación Financiera Internacional para el Desarrollo de Estados Unidos.
Bloomberg, importante medio económico de Estados Unidos, dice que el país “quiere participar en proyectos con estándares ambientales y laborales más altos que los que China está financiando, con total transparencia en los términos financieros’'.
Para China, “los países de América Latina y el Caribe forman parte de la extensión natural de la Ruta de la Seda Marítima y son participantes indispensables de la cooperación internacional de la Franja y la Ruta”. Así quedó reflejado en la declaración final de la segunda reunión ministerial del Foro que reunió al gigante asiático y a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) en Santiago de Chile.
Aunque el proyecto original hacía referencia a la conectividad entre los continentes asiático, europeo y africano, y sus mares adyacentes, en esta última Cumbre se abrió a los países de la región su ambiciosa iniciativa conocida como La Ruta de la Seda del siglo XXI.
La iniciativa One Belt, One Road (“Una Franja, una Ruta”) –conocida por su sigla en inglés OBOR– constituye el mayor y potencialmente más dinámico corredor económico del planeta, representa alrededor del 55 % del PBI global, alberga el 70 % de la población mundial y concentra el 75 % de las reservas de energía conocidas. A fines de 2014, el gobierno de Pekín lanzó el Fondo de la Ruta de la Seda, una contribución de 40.000 millones de dólares, que se suma a los cerca de 30.000 millones de dólares aportados al capital inicial del Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (AIIB), del que China es el socio mayoritario con el 32 % de las acciones.
Este programa de inversiones tiene “la potencialidad para modificar el mapa económico mundial y proyectar un nuevo modelo de globalización” según afirma el analista español, Xulio Ríos, director del Observatorio de Política China. Se trata, a juicio de este especialista, de la propuesta de “un nuevo modelo de globalización centrado no tanto en el comercio como en las infraestructuras y en un desarrollo inclusivo”. Ríos no duda en definir a OBOR como “el proyecto más ambicioso que promueve el actual liderazgo chino”, con el presidente Xi Jinping a la cabeza.
Desde una particular óptica geopolítica, el analista uruguayo Raúl Zibechi, colaborador del portal Sputnik Mundo, asegura que la nueva Ruta de la Seda es “probablemente el mejor camino para que la transición de la decadente hegemonía estadounidense hacia una asiática se realice sin una guerra nuclear”. Destaca que, en el plano financiero, uno de los aspectos centrales de la estrategia china es la internacionalización de su moneda, el renminbi, un punto considerado” clave en su ascenso al rango de potencia global”.
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