Anthony de Ávila, ídolo del fútbol, enemigo del diablo y admirador de los Rodríguez Orejuela

El Pitufo fue capturado en Italia por vínculos con el narcotráfico, una tema que ha empañado su vida en las últimas décadas

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Colprensa
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Antony ‘el pitufo’ de Ávila es uno de los ídolos del América de Cali porque llevó al equipo a una de sus más recordadas épocas doradas. Aunque se alejó del ‘diablo’ que representaba al equipo caleño, no hizo lo mismo con el contexto de conflicto que vivía el país y resultó envuelto en relaciones con el narcotráfico que ahora lo mantienen detenido en Italia.

Por su paso en el América de Cali le concedieron el sobrenombre de ‘el pitufo’. Para la década de 1980, su estatura de 161 centímetros y un peso de 52 kilos, no parecían las condiciones físicas para un jugador de fútbol, pero él logró demostrar que podía ser uno de los líderes del equipo y un genio para las gambetas.

Con el América, su equipo por devoción, se convirtió en uno de los goleadores del fútbol nacional. Disputó cuatro finales de la Copa Libertadores en 1985, 1986, 1987 y 1996. Aunque nunca alzó la copa sudamericana, en esa última fue reconocido como el mayor goleador.

De acuerdo con el portal FutbolRed, en la final marcó el primer gol del partido frente a River Plate, que llevó a la afición a pensar en el fin de la racha de subcampeones para Anthony de Ávila. Con ese gol sumó 11 en total durante el torneo. Así concluyó su carrera internacional, convirtiéndose, además en el mayor artillero colombiano con 29 goles en la Copa América y el sexto en la tabla de la historia.

Por ese destacado papel, la afición le perdonó haber cubierto alguna vez la imagen del diablo rojo que representa el escudo del América de Cali y jugar así sus diferentes temporadas con el club. Lo hizo por su fiel religiosidad católica y en una especie de agüero frente a la capacidad de ganar en la Copa, pues la maldición del ‘cuernudo’ ha rondado la historia del combinado escarlata desde mediados del siglo XX, como recordó Pino Calad en el diario Publimetro.

Como dice Calad, El Pitufo de Ávila ganó ocho ligas con el América, marcó 208 goles, pero no logró la osadía en los torneos continentales, que lo llevaron a convertirse en el jugador que más copas libertadores ha perdido, pues incluso disputó una con el Barcelona de Ecuador en 1998 y perdió.

La historia de Anthony de Ávila, en el fútbol, está llena de récords por el estilo. Está inscrito en el libro del Guinness World Records de 2009 por ser el jugador más viejo del mundo, luego de que regresara al América de Cali, con 45 años de edad, para conformar la nómina del equipo. Jugó cuatro partidos, marcó dos goles, pero su principal labor era convocar a la afición para apoyar al equipo escarlata a revivir.

En la Selección Colombia empezó con un partido de repechaje ante Paraguay en 1986. Aunque en esa ocasión no clasificaron, logró asistir a la cita mundial en dos ocasiones, para 1994 en Estados Unidos y en 1998 en Francia. Jugó 54 partidos y marcó 13 goles.

Sin embargo, uno de esos goles es recordado por quienes recibieron la dedicatoria. Ocurrió en las eliminatorias al Mundial de Francia, mientras el país afrontaba uno de los escándalos políticos que más afectaron al Estado, el proceso 8.000 por la presunta financiación del Cartel de Cali a la campaña presidencial de Ernesto Samper.

La Selección Colombia enfrentó en julio de 1997 a Ecuador, después de una racha de derrotas. Anthony El Pitufo de Ávila marcó el único gol del encuentro y le dio la victoria al país, pero la celebración se opacó con sus declaraciones.

Después de marcar el tanto, dijo: “La verdad que me siento contento. Este triunfo se lo quiero dedicar a unas personas que están privadas de la libertad. Yo creo que no hay necesidad de dar nombres, pero con mucho amor y con mucha humildad se lo dedico a ellos, que son Gilberto y Miguel”, según citó en su momento el diario El Tiempo.

La polémica fue tal que la canciller María Emma Mejía pidió mayor prudencia y condenó celebrar triunfos junto a capos del narcotráfico, y la entonces Difútbol se desmarcó de las declaraciones. De Ávila, pese a que dijo no estar arrepentido y que solo podía juzgarlo Dios por sus palabras, tuvo que pedir disculpas desde el club MetroStars, donde se encontraba.

Según dijo, se acordó de los hermanos Miguel y Gilberto Rodríguez Orejuela, quienes habían sido enviados a prisión, por un consejo que le dieron cuando tenía 19 años y quiso enviarles un mensaje en medio del “mal momento” que estaban pasando.

El nombre del ‘pitufo’ aparece ahora en una investigación de 2001 que condujo a la desintegración de un grupo delictivo que importaba grandes cantidades de drogas de Holanda y luego las revende a organizaciones criminales. Fue capturado este 21 de septiembre en Italia cuando salía de un bar, por nuevas pruebas en su contra.

Aquella vez el futbolista permaneció algunas semanas en prisión, pero ante la falta de pruebas que lo vincularan fue dejado en libertad por lo que el exjugador decidió regresar al país. Tres años después, nuevas pruebas permitieron a las autoridades dictar medidas cautelares en su contra.

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