El colombiano Simón Mesa Soto viene de ganar el Palma de Oro de Cannes con el cortometraje “Leidi” (2014). Para este año lanzó su primer largometraje, Amparo, filme con el que representará al país en el festival de cine San Sebastián, en España.
En una entrevista para la Agencia EFE tras presentar su película en dicho festival, la cual estuvo en la sección Horizontes Latinos, Mesa confesó que: “Pensé mucho en qué quería hacer para mi primera película, estaba buceando en los años 90 en Medellín, donde viví parte de mi infancia y adolescencia y la imagen de mi madre me venía de forma recurrente”.
Esta película se basa en el testimonio de una madre colombiana que se encuentra desesperada, como la de Mesa Soto, que tuvo que luchar y pagar para que su hijo se librara de un servicio militar que llevaba a casi adolescentes sin experiencia a luchar contra la guerrilla o el narcotráfico.
Los jóvenes eran reclutados forzosamente por el Ejército Nacional de Colombia en las llamadas ‘batidas’ que realizaban por las calles. Eso es lo que se cuenta en Amparo, que es el nombre de la madre que busca la manera de conseguir 3 millones de pesos que le piden para poder liberar a su hijo del servicio.
Estas batidas se realizaron de forma habitual hasta que el Tribunal Constitucional colombiano las declaró ilegales en 2015.
El recuerdo de los esfuerzos de su madre por lograr que no hiciera el servicio militar fue el punto de partida para armar la historia de este largometraje. Mesa Soto quería que el peso de la historia recayera en su totalidad en el personaje de Amparo y por eso el del hijo queda desdibujado en el filme.
Uno de los problemas de las batidas es que afectaba especialmente a las clases más bajas, ya que estas se realizaban en las zonas más humildes de las principales ciudades y, asimismo, en cuanto al tema económico, es que los ricos podían pagar el dinero necesario para que sus hijos no prestaran servicio militar.
Mesa agregó, para EFE, que: “Eso generó un mercado negro, con personas con conexiones militares o directamente exmilitares, que sabían con quién hablar” para así sacar a los jóvenes del reclutamiento forzoso.
Para Mesa, estas batidas son secuestros que se daban también por una red corrupta que se montó a su alrededor eran efectos colaterales del conflicto del Estado contra la guerrilla y el narcotráfico que dominó Colombia durante años. Y que tenía a Medellín como centro de una violencia que se normalizó, como muestra el largometraje.
Por otro lado, Mesa no quiso centrarse en los aspectos políticos de la historia, puestos pasan a un segundo plano, ya que optó por un drama intimista sobre una sola persona. Por eso, la elección de la actriz para encarnar a Amparo fue una decisión complicada.
“Toda la carga de la película estaba en ella, así que pensé mucho esa decisión”. Un largo casting dejó a cinco actrices como finalistas y la elegida fue Sandra Melissa Torres, que no tenía experiencia como actriz y que presta su rostro serio y duro a la historia.
Aunque en realidad, el director le confesó a la agencia de comunicaciones, que la actriz es todo lo contrario, es extrovertida y risueña. Así que tuvo que contenerse y rebajar su expresividad para construir un personaje que estaba muy definido en el guion, pero que se fue desarrollando en el proceso de ensayos.
Una película, que para Simón Mesa, la mayor complicación fue encontrar los fondos para financiarla en un momento en el que la pandemia redujo los fondos gubernamentales destinados a la producción de cine en Colombia. Y cuyo paso por festivales como el de San Sebastián o el de Cannes -donde participó en la Semana de la Crítica- es imprescindible para lograr distribución.
“Para el cine pequeño, de arte, como Amparo, las ventanas que ofrecen los festivales son necesarias para venderse”, finalizó Simón Mesa Soto, quien reconoció que estas películas no viven normalmente de la taquilla y menos aún ahora, cuando la gente ha perdido el hábito de ir al cine.
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