El regreso a las clases presenciales avanza en todo el territorio nacional, asegurando con los protocolos de bioseguridad, la vacunación de los maestros y de los niños de 12 años en adelante, que la posibilidad de contagio de los menores y sus familias con coronavirus sea mínima. Sin embargo, 350 estudiantes de un colegio en Medellín, se encontraron con que estar en las aulas era un riesgo, puesto que su colegio está a punto de derrumbarse.
Grietas gigantezcas en el techo y las paredes tienen en alerta a los funcionarios, estudiantes y padres de familia del Colegio Alfred Binet (CAB), ubicado en el barrio Buenos Aires, en Medellín. A pesar de cumplir con los protocolos de bioseguridad exigidos a las instituciones educativas para el regreso a clases presenciales, como el distanciamiento social, ventilación de las aulas y uso del tapabocas, el CAB no cuenta con una estructura estable para garantizar la seguridad de los niños.
Al evidenciarse esta situación, funcionarios de Gestión del Riesgo realizaron una visita al lugar y ordenaron la evacuación inmediata de los 350 estudiantes y los trabajadores del lugar, esto ante el peligro de colapso. Para que los menores no perdieran clases, fueron acogidos por un convento, la institución educativa religiosa Madre Laura, donde los acogieron mientras se busca una solución.
Los daños evidenciados en el colegio, que fue fundado hace más de 30 años en una casona de Medellín, construida hace más de 90 años, que también fue declarada por la Secretaría de Cultura como Patrimonio Arquitectónico, se deben a una excavación que se está realizando en un lote continuo a la institución. Por su parte, Alethia Arango, directora de Gestión del Riesgo de la ciudad, recalcó que otro construcción colindante también se ha visto afectada.
“El equipo técnico generó una recomendaciones y la evacuación temporal hasta tanto se surtan las reparaciones que correspondan en los dos predios y en la excavación”, señaló la funcionaria.
Por otro lado están los directamente afectados, Gloria Elena Puerta, fundadora y directora del CAB señaló a RCN Radio que “ha sido muy duro ver que por la negligencia de una constructora hayamos tenido que dejar esa hermosa casona que fue sede de nuestro colegio por 33 años y la cual alberga miles de recuerdos de todas las generaciones”. Sin embargo, también recalcó que el mal estado de la casa no afecta su labor, puesto que el colegio se ha caracterizado en la ciudad por tener proyectos educativos logados a la inclusión, aunque no es concebido como una institución para niños con necesidades educativas especiales.
Sobre la construcción que se lleva a cabo en el lote de al lado, la mujer aseguró que la empresa Fraguar S.A.S, “no se ha hecho responsable por los daños y perjuicios que le han causado”.
Por su parte, Viviana Alzate, la coordinadora académica del plantel educativo, explicó a El Colombiano, que la excavación que se está haciendo en el otro lote busca levantar un edificio de cinco pisos, lo que ha provocado las grietas en la casona. Ella afirmó que la constructora les prometió asumir los costos, pero desde la institución tienen dudas con esta promesa.
“La constructora no ha entendido la dimensión de lo que es un colegio. Ellos dicen que van a arreglar la sede y nos la entregan en tres meses, pero eso no es así de sencillo. Nosotros tenemos que certificar ante la Secretaría de Educación que estamos en un sitio seguro para los niños y eso no lo vamos a lograr en tres meses”, explicó la coordinadora académica al medio regional.
Además, aunque los menores ahora estén recibiendo sus clases en el convento que los acogió en la Institución Educativa Madre Laura, cabe resaltar que utilizar el espacio que les habilitaron no es gratis, pues deben pagar un arriendo de $2 millones de pesos, que es más costoso a lo que pagaban en la casona. “Nos hemos gastado 50 millones de pesos en arriendo y trasteos de cosas. El daño hecho no se ha compensado”, señaló Alzate.
El medio también habló con el ingeniero a cargo de la obra, Jhon Jaime Buriticá, quien les explicó que, a paesar de tener todos los estudios de suelos y seguir las indicaciones, el terreno sufrió una “asentamiento fuerte”. Desde Fraguar S.A.S señalaron que “asumimos el gasto de traslado hacia la nueva sede y el canon de arrendamiento”, pero la coordinadora señaló que no asumieron el costo del traslado y que les propusieron un acuerdo injusto para el pago del arriendo.
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