La señora Faciolince de Abad fue escritora, ejecutiva, propietaria de una agencia inmobiliaria, académica, pero sobre todo una figura tutelar para el escritor antioqueño, quien la retrató de cuerpo entero en la novela seminal El olvido que seremos que narró la vida del esposo y padre, Héctor Abad Gómez, asesinado en Medellín en el año de 1987.
Doña Cecilia, quien dejó su empresa inmobiliaria en 2008, publicó un libro de culinaria, Recetas de mis amigas, compuesto por 675 recetas que compiló con amor, curiosidad y pasión, durante cuarenta años. El libro, reeditado en 2020 por Penguin para Hispanoamérica, contó con una presentación en la que ella estuvo acompañada de su hijo.
Abad Faciolince recordó de esta manera el placer de leer la prosa de doña Cecilia y el gozo de probar las viandas que ella preparó en su hogar:
Algunos de mis más remotos recuerdos de infancia son en la cocina: mi mamá acaba de hacer crema inglesa, merengues o bizcocho de naranja y me deja limpiar la olla con el dedo índice, que yo me chupo minuciosamente. Después la veo dando clases de cocina a un grupo de amigas en unos mesones pulidos que ponía al borde del patio. No exagero si digo que vengo comiéndome su comida desde el día en que nací
La confección de su recetario nació durante la relación que sostuvo con el médico Abad Gómez, con quien tuvo seis hijos y convivió cuarenta y tres años: las historias nacieron cerca al fogón así como en las mesas de Medellín, Lima, Washington, Ciudad de México y Manila, algunas de ellas de las más exóticas recopiladas nunca en la lengua castellana.
En entrevista de 2011 con el escritor Fernando Quiroz, doña Cecilia sentenció que “cocinar para otros es un acto de amor”, lo que a fe se percibe en la novela de su hijo: el ritual de reunirse en la mesa entre los cercanos para degustar los platos mientras se opinaba de política y del acontecer mundano es uno de los paisajes vívidos que Abad Faciolince transportó en palabras.
En la presentación de su libro para los nuevos lectores, doña Cecilia confesó que dudó en emprender la tarea de revisar los originales de su recetario pero gracias al concurso de sus seres cercanos no solo revisitó las recetas publicadas diez años atrás, algunas de ellas inconseguibles, sino que también añadió nuevo material al documento.
Gracias a la ayuda de Clarita y de Marta Restrepo encontré el ánimo necesario para hacerlo. Cuando veía a mis amigas siempre se quejaban de la dificultad de encontrar las recetas en la versión original. Tenían toda la razón y lo hemos resuelto. También me animé a hacer nuevas recetas, probarlas y ofrecerlas en reuniones familiares y las he incluido en este libro. Con todo cariño les ofrezco esta nueva edición
Con la aparición de la película dirigida por Fernando Trueba, doña Cecilia vivió una segunda primavera: la fidelidad al material original de Abad Faciolince, reflejada en la minuciosa recreación del ambiente y los hechos cruciales de la novela, deparó reconocimiento crítico y un premio Goya a mejor película.
Este homenaje que se le rinde a Héctor para mí es muy emocionante, muy satisfactorio, pero doloroso, así es la vida
Doña Cecilia amó al médico desde el momento en que ambos se encontraron, pero confesó que él, obnubilado por su belleza, llegó a sugerirle “que era mejor que me buscara otro que tuviera más platica” cuando ella quiso formalizar su amor en el matrimonio que dio felicidad a sus hijos y a su vida, que concluyó horas atrás a los noventa y seis años.
Paz en su tumba.
SEGUIR LEYENDO: