Robinson Crusoe es una de las obras más famosas del célebre escritor inglés Daniel Defoe, publicada en 1719 y considerada la primera novela inglesa. Es una autobiografía ficticia del protagonista, un náufrago inglés que pasa 28 años en una remota isla desierta en la desembocadura del Orinoco. Muchos creen que fue inspirada en la experiencia de Pedro Serrano, un capitán español que, en 1520, tuvo que sobrevivir en una pequeña isla, que posteriormente fue llamada Cayo Serrana en su honor, durante unos 8 años.
La historia del capitán Pedro Serrano quedó documentada en el Archivo General de Indias que aún se conserva en España, y guarda varias memorias de la ocupación europea de los territorios americanos. Pero también llegó a la literatura, gracias al inca, Garcilaso de la Vega, en su libro ‘Comentarios reales de los incas’ de 1609.
“La isla Serrana, que está en el viaje de Cartagena a La Habana, se llamó así por un español llamado Pedro Serrano, cuyo navío se perdió cerca de ella, y él solo escapó nadando, que era grandísimo nadador, y llegó a aquella isla, que es despoblada, inhabitable, sin agua ni leña”, escribió Garcilaso de la Vega.
Pese a que ha pasado mucho tiempo, Cayo Serrana, en la actualidad, sigue siendo considerado el punto más recóndito del territorio colombiano. Pertenece al Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina; llevó a Colombia y Nicaragua a una disputa internacional; y es una de las zonas del mundo conocida por una temible dotación de tiburones, mantarrayas y otras especies peligrosas. Junto a Roncador y Serranilla pertenece a los tres cayos que, formados desde la superficie de un arrecife de coral, llaman la atención por sus arenas blancas, sus aguas cristalinas y su soledad.
En la actualidad, la isla solo tiene presencia militar de doce marinos que hacen rondas constantes, esto debido a que los cayos del Caribe colombiano no dejan de ser un punto estratégico en el que también es común la presencia de pescadores furtivos que parten desde las costas cercanas de Nicaragua o Jamaica, además, de la defensa de la soberanía.
De hecho, tal soberanía fue motivo de un conflicto diplomático entre Colombia y Nicaragua, que explotó en 2002, cuando el país centroamericano intentó otorgar licencias para la búsqueda de petróleo en aguas del Caribe cercanas a los cayos. El rechazo de Colombia llevó a ambos países a la Corte Internacional de La Haya que, en 2012, reconoció a Colombia la soberanía sobre las islas pero reconoció a Nicaragua propiedad sobre dos zonas marítimas circundantes.
De acuerdo con El Tiempo, los marinos colombianos deben afrontar un viaje marítimo de 27 horas para llegar a Cayo Serrana. Una vez allí los esperan duras pero poco variables rutinas de ejercicios físicos y militares durante el día, que suele extenderse entre las 5 de la mañana y las 8:30 de la noche.
La base militar donde conviven los infantes es una casa de madera pintada de azul y de palafito, con tres habitaciones y un lugar común. Una es para el comandante del puesto, en otra alojan el mercado y en la última están los camarotes de los marinos. En la sala cuentan con un computador donde hacen los informes diarios y un televisor.
Sin embargo, los cayos quedan desocupados cuando algún huracán, entre julio y noviembre, amenaza con pasar cerca. Al emitirse la alerta, un buque va de emergencia y saca a los marinos. Lo cierto es que este territorio inhóspito sigue siendo un lugar de expedición y desafío que solo unos poco se atreven a probar.
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