La historia de Ferenc Vajta es digna del cine: apoyó al nazismo como periodista y diplomático en Hungría y Austria, intentó asegurar su huida a través de pactos frustrados con Francia, el Vaticano y EEUU, y en medio de su frustración por no lograr los acuerdos, en 1950, llegó por casualidad a Colombia, en donde se convirtió en un reconocido profesor de la Universidad de los Andes.
De acuerdo con El Tiempo, Vajta nació en 1914, en Hungría, se educó en la Sorbona de París y en Italia. Fue políglota y exdiplomático, y entre los años 50 y 60, luego librarse de los juicios por su participación activa en el nazismo. Fue protagonista de la primera línea en la vida universitaria, social y cultural de Bogotá, ejerció como periodista de temas internacionales, y hasta hizo labores de corresponsal, por un breve tiempo, en la prestigiosa revista Time.
El húngaro también se hizo un nombre en el mundo del teatro colombiano. Además de apoyar económicamente emprendimientos teatrales a modo de mecenas, el nombre de Vajta está grabado entre los promotores del primer Festival Nacional de Teatro realizado en 1957 en el Teatro Colón de la capital colombiana.
De acuerdo con el diario colombiano, Vajta era un “hombre corpulento, de gran nariz y de pelo negro engominado”. Quienes lo conocieron en su etapa colombiana lo describen con un intelectual respetado, “con aire doctoral, muy académico, pero muy respetuoso”, que además mostraba un profundo conocimiento sobre el arte y, en especial, el teatro europeo. Sin embargo, en su pasado tenía un gran historial criminal.
Según los archivos desclasificados aparentaba y contaba una historia muy diferente a la real. El sujeto se presentaba públicamente como un perseguido del comunismo, y atribuía a los rusos y a sus fichas en Hungría un supuesto montaje en su contra, pero, la realidad es que antes de la caída de Hitler, era conocido en su nación como una especie de ‘campeón’ de la causa nazi, debido a que sus escritos mostraban sus sesgos.
“Sus artículos glorificaban a los nazis. En abril de 1943 fundó el periódico AZ Orszag, un panfleto semioficial del Ministerio de Exteriores húngaro que llamaba al pueblo a unirse al lado alemán”, se lee en los documentos de la CIA.
Durante una década, sin embargo, y mediante cartas a Estados Unidos, sostuvo que nada era cierto, que todo había sido un invento, y que su verdadero crimen fue auxiliar a numerosos compatriotas suyos víctimas de la persecución marxista.
Finalmente, todo quedo en historias paralelas y murió hacia los años 60. Su cuerpo fue hallado varios días después, según relatos de la época, esto debido a que se separó y a que su hijo ya no vivía con él. Fue un cierre dramático para un actor de primera línea en la Segunda Guerra Mundial que terminó en Colombia, un país al que nunca pensó venir, pero al que le dedicó las últimas dos décadas de su vida, pues en donde deseó estar, nunca logró llegar, por la sombra del pasado que lo persiguió hasta su muerte.
“El único nazi en ser deportado de los Estados Unidos”, lo llamó el exfiscal norteamericano Allan A. Ryan, quien investigó la historia de Vajta y lo siguió hasta el fin de sus días.
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